sábado, 27 de septiembre de 2014

LAS CALLES DEL DESEO

Las calles del deseo

Las tiendas de accesorios eróticos resultan, por lo menos, anacrónicas; hay algo de cine porno clase B en esos disfraces y posturas exhibidos en las vitrinas. Poca novedad en un mundo que recurre a la pornografía para vender casi cualquier cosa. Algo parecido ocurre con el Museo del cannabis y sus casas aledañas. Hay menús de variantes sexuales a las puertas de los negocios como todo tipo de comestibles con el ingrediente mágico. Hay un museo de la prostitución como está el de Van Gogh o el de cera. Y aún más: hay un público eufórico que toma la ciudad como el living de la casa y desde allí, vaso y cigarrillo en mano,  decide el itinerario. El paso de las multitudes sigue siendo el gran protagonista; y la ciudad, a fuerza de mitos sustentables, la gran patrocinadora de fantasías redituables.