viernes, 29 de julio de 2011

ASESINATOS EN JUJUY / REPUDIO

ASESINATOS EN JUJUY  / NUESTRO REPUDIO


Expresamos nuestro más enérgico repudio por los asesinatos en el pueblo Libertador Gral. San Martín, en Jujuy. Como medio de comunicación y cultura, exigimos el inmediato esclarecimiento de los hechos y el cese de esta masacre. Hoy en Ledesma, el año pasado en Formosa y en Parque Indoamericano, los grupos de poder ejercen una sangrienta represión contra aquellas poblaciones vulnerables, desesperadas y desposeídas de sus derechos humanos fundamentales. Y muchas veces, invisibles para los ojos de la sociedad en su conjunto.  


Redacción de Revista Contratiempo

jueves, 14 de julio de 2011

LA CIUDAD COMO PROBLEMA ESTÉTICO

La ciudad como problema estético

Espacio y Ambiente

El proyecto urbano es siempre una tarea utópica porque la ciudad no solamente es un entramado cuyos elementos interactúan en todos los órdenes, muchas veces impredecibles, sino porque el espacio urbano no es dimensionable del mismo modo que lo sería el espacio arquitectónico (esto es así tanto en la ciudad moderna, que lo piensa como totalidad, como en la posmoderna que lo fragmenta). Las distancias, las zonificaciones, los recorridos e itinerarios están más supeditados a la atmósfera, a los ritmos, a la historia, a los movimientos sociales, a los usos, incluso a las pasiones y deseos, que a los cálculos, medidas, vías de transporte, asoleamiento o higiene. Algo parecido, y totalmente relacionado, a lo que ocurre con el tiempo y sus mediciones: las horas de placer y de felicidad comparadas con las del tedio o el sufrimiento no tienen nada que ver entre ellas ni con el tiempo cronológico. La modernidad intentó dimensionar ambos, tiempo y espacio, con categorías cartesianas y ubicar al hombre, o al prototipo del hombre corbusierano –a la manera clásica y renacentista- como medida estética de todas las cosas.
Esa diferencia entre espacio urbano y ambiente urbano es la que resaltan Argan y Harvey, citando a Lynch, cuando afirman que el primero puede ser proyectable mientras el otro sólo condicionado pero no estructurado o proyectado, no admite definiciones racionales y se lleva a cabo en la relación e interacción entre realidad psicológica y realidad física. Lynch le da especial importancia al aspecto visual de la ciudad porque, precisamente, en aquella interacción entre observador y medio ambiente, la percepción cumple un rol fundamental para cualquier diseño o intervención urbana. Estas ideas tienen como antecedentes los trabajos de Simmel sobre la vida mental en las grandes ciudades –donde analiza, por ejemplo, la misantropía o la indolencia como formas defensivas contra la proliferación de los estímulos. O dicho de otra manera: cómo el cuerpo reacciona, modifica y produce ciudad a la vez que es modificado y producido también por la ciudad.
Este pasaje de la conmensurabilidad moderna a la intensidad posmoderna es también el sustento del pensamiento filosófico posmoderno. Para Deleuze, la filosofía es creadora de conceptos, con libertad absoluta, donde la intensidad es el elemento que vendría a desequilibrar la razón clásica. Deleuze, con su volver construcción todo, se acerca a Leibniz y al Barroco para conceptualizar el movimiento (de allí toma las figuras del pliegue y de las mónadas) y para ir contra totalidades y sobre todo, de continuidades. El pliegue del barroco, pero también las mesetas, los rizomas y todo lo que represente esa imposibilidad de las líneas rectas entre las cosas. Una filosofía de la diferencia y de la singularidad, sin preexistencias ni ordenes universales, que en ese eterno construccionismo encuentra su correspondencia en las formas urbanas posmodernas, que aspiran a la fragmentación, a constituir muchas veces conceptos cerrados sin posibilidad de continuidad alguna y donde el acto de creación, y destrucción, parecería el fundamento móvil y siempre cambiante de esa ciudad actual que configuran.

(EL PRESENTE ES UN FRAGMENTO DEL LIBRO "LA CIUDAD COMO PROBLEMA ESTÉTICO. DE LA MODERNIDAD A LA POSMODERNIDAD" Zenda Liendivit / Contratiempo Ediciones, 2009)

Para seguir leyendo:
http://www.revistacontratiempo.com.ar/liendivit_problema_estetico.htm

martes, 12 de julio de 2011

ELECCIONES 2011 / EL MALESTAR DE LAS CAPITALES

El malestar de las capitales

La vida urbana, y sobre todo, la de las grandes metrópolis, es impredecible. El desconcierto tras las últimas elecciones por una Buenos Aires supuestamente derechizada es un ejemplo. La capital no es de derecha. No por lo menos en la acepción clásica. La capital es imprevista porque está acostumbrada a que ésa sea su forma de vida. Vivir en la metrópolis implica un gran esfuerzo para la mayoría de sus habitantes. Acceder a ella es rondar las posibilidades de realización plena, física, mental y espiritual, pero también, la locura y la pesadilla. Es un privilegio y un sacrificio, una forma de destino y una fatalidad, un riguroso training físico pero también anímico. Violencia, tráfico, vértigo, proliferación de estímulos, de información, hartazgo , repetición, novedades obsoletas y competencias feroces, configuran de alguna forma las subjetividades metropolitanas. El porteño no vota por los baches, la basura o por las extensiones del metro, ni siquiera por la educación o la salud. No en forma tan directa, por lo menos. Bien lejos de la comodidad de los mullidos sillones de los entretejidos políticos partidarios, el ciudadano vota como puede, decide con lo que encuentra a mano, es decir, con el capital intelectual que pudo cosechar en el camino. Hace pesar su propia ubicación privilegiada dentro de la totalidad del territorio, conjuga su bienestar o malestar con sus ideas, o ideologías, y con aquella vertiginosidad diaria. Es inestable como la propia superficie donde se mueve, se transforma y se muere. En este contexto, si la vida política no se circunscribiera al reducto del partido político y bajara a todos los estamentos, como en otras épocas; si se plantearan alternativas de intercambio, discusión, debate, en forma constante, digamos como un modo de vida; si los propios espacios de pensamiento instituidos y legitimados se mantuvieran donde tienen que estar, es decir, al margen de adhesiones y domesticidades perjudiciales; si, en resumidas cuentas, hubiera una política cultural abierta y destinada a la formación de conciencias críticas, tal vez habría menos sorpresas. Pensar es una tarea, formar hombres intelectualmente libres es parte de una pedagogía que no se construye de la noche a la mañana. Y menos con slogans en vísperas de elecciones.