lunes, 26 de mayo de 2014
SUCESOS PARAGUAYOS (3) / AGUA
Agua
Llueve y hace frío. Demasiado frío. Un otoño extraño en Asunción. Las calles de este domingo gris están totalmente desiertas. “Es cultural, aquí llueve o hace frío y la gente se queda en casa”, nos dicen. Pero el temor a la lluvia en Asunción no tiene nada de cultural: en pocos minutos, se forman los temidos raudales, esos que sin distinción arrastran autos de alta gama, que ahora abundan en la ciudad, o peatones desprevenidos. Una condena a muerte casi asegurada. ¿Y la municipalidad, qué hace? , preguntamos, recordando nuestros propios temores infantiles, y el de nuestros padres, que en los días de lluvia corrían al colegio a retirarnos. Hay que invertir, es la respuesta. El asunceno es feliz con sol y calor; el agua trae siempre malos presagios, agregan. La ciudad crece, se vuelve ostentosa, expulsiva para las clases menos privilegiadas, pero el tema del agua queda flotando como una condena ancestral. Un castigo divino. Llueve y la ciudad parece un pueblo fantasma.
domingo, 25 de mayo de 2014
SUCESOS PARAGUAYOS (2)
Metrópolis
Asunción se extiende, anexa localidades vecinas (en mi infancia, pueblos pintorescos y un poco remotos) conformando un conglomerado jerarquizado por la distancia. Porque en Asunción todo se trata de distancias. Ella es el objeto de deseo y cotiza de acuerdo a cercanías o lejanías. A proximidades, a vecindades prestigiosas donde el barrio o el satélite funciona como medida y pertenencia. En el proceso de construcción de la gran ciudad hay exiliados, éxodos masivos y retornos transitorios. Pero sobre todo, la certeza de que no hay ya herencias garantizadas.
Tacumbú
Asunción está asentada, como Roma, sobre siete colinas. La caminata se vuelve extenuante, subir y bajar, a veces, por pendientes tan empinadas que precipitan el cuerpo y desbaratan el espíritu. Hay también varios cerros; en el de Tacumbú está el penal. Un edificio bajo, blanco y descascarado, situado frente al cementerio y la laguna. Hay superpoblación carcelaria, nos avisan. También de muertos: ambos están abarrotados. Limita con Barrio Obrero, donde entre otros se encuentran los estadios de Cerro Porteño y Nacional. Es la zona “populosa” de Asunción. Los espacios del crimen, el fútbol y la muerte con apenas unas pocas cuadras de diferencia.
viernes, 23 de mayo de 2014
SUCESOS PARAGUAYOS (1)
Sucesos paraguayos (1)
1
Aeropuerto Silvio Pettirossi: el nombre todavía suena
extraño, me crié en una época en que casi todo llevaba la impronta de Stroessner.
Su derrocamiento en el 89 obligó a renombrar ciudades, instituciones y
calles con la improbable certeza de que con aquel gesto el pasado quedaría
desterrado. Es inevitable: todavía escucho los ecos.
2
Plaza Uruguaya: “Temática cultural”, reza en los carteles de
acceso. La librería "El lector" ocupa uno de sus laterales. Allí encuentro una
novela de Gabriel Casaccia, “Los exiliados”. Hay otras carpas que surgen como hongos
entre la vegetación, una de libros paraguayos; otra, con el angelical rostro de Manuel Ortiz Guerrero, gigante, en una de sus fachadas. Libros y verde que fracturan una periferia desolada, una combinación ligeramente fuera de foco
en un centro cada vez más abandonado. El proceso de urbanización que se repite
casi como una receta en otras ciudades latinoamericanas: la descentralización y
la formación de núcleos privilegiados, barrios y zonas exclusivas y cada vez más
excluyentes.
3
Hotel Guaraní: el centro, las marquesinas, las cuatro salas de cine, la
confitería El Bolsi y, claro, el Guaraní hegemonizando cualquier perspectiva. Entonces
era un complejo de cine, hotel, confitería y casino. Su arquitectura le
otorgaba a la ciudad el visado a la modernidad. De nada servían las tejas, los
aljibes, los patios, las galerías, la siesta: Asunción se inmortalizaba en
postales y folletos turísticos a través de ese volumen triangular que emergía
rutilante. Ir al Guaraní era un acontecimiento, "Krakatoa al este de Java" y el
licuado de durazno a la salida. Pero sobre todo, la interrupción de la vida
barrial y cierto encandilamiento por el mundo adulto que había abolido arcadas
y clasicismos.
4
Lluvia y frío, el pasado que insiste y el presente que se
impone: así corren estos días de mayo en Asunción.
Vista desde el piso 11 del Hotel Guaraní / Hotel Guaraní / Plaza Uruguaya (librerías y acceso)
Fotos: Z.L (Mayo 2014)
martes, 20 de mayo de 2014
NOVEDADES EDITORIALES / LAS TRAMAS SECRETAS
Las tramas
secretas
Cuentos de suspenso y misterio
Contratiempo Ediciones / Mayo 2014
PRÓLOGO
"Pero a nosotros, que no somos ni caballeros de la fe ni superhombres, sólo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua. A esta fullería saludable, a esta esquiva y magnífica engañifa que permite escuchar a la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte yo la llamo: literatura."
ROLAND BARTHES
La ficción, como todo lenguaje, no tiene nada de inocente. No se puede ya tomarla como juego o ejercicio ocioso. Su escritura implica siempre un desafío. Por un lado, no desactivar lo que tiene de explosiva la literatura misma con fórmulas bendecidas y repetidas hasta el hartazgo. Por el otro, reflexionar sobre sus procedimientos, sobre sus formas de construcción que son también las de su época.Sus legitimaciones, sus modos de producción, de transmisión, de enseñanza, ¿no representan acaso las estructuras represivas de los modos de pensar, de valorar, de legitimar, de construir la política, la ciudad, el arte, los saberes, incluso la historia? En el concepto mismo de qué es ficción está implícito el mecanismo de regulación de lo pensable, esa voz que se eleva y legitima también clausura. Tradiciones y cánones, los venerados "corpus", la relación de lo traducible con las lenguas centrales, los grandes mercados, incluso las subversiones aclamadas y apañadas, actúan como ente regulador y a la vez, como reaseguro contra cualquier mecanismo desestabilizador a estas formas. La cuestión no es sobre qué o por qué se escribe sino contra qué se escribe. Ese contra qué, sin embargo, no es un enemigo externo. No es la rebeldía personal de no inscribir la escritura propia en tradiciones o continuidades. O de retacearla a los circuitos mercantilizados de la palabra. Es la escritura que se rebela contra ella misma. Contra lo que subyace en sus fundaciones y que solo ve la luz como horizonte de sentido ineludible. Contra la literatura como saber represivo, disciplinado y, sobre todo, pedagógico. Se escribe contra ella para abrirle una vía de escape. La literatura también puede ser, si se descuida, una garantía civilizatoria.
Los cuatro relatos que integran “Las tramas secretas. Cuentos de suspenso y misterio” fueron escritos en diferentes épocas. Tienen, sin embargo, como eje y obsesión el tema del poder y sus imprevisibles itinerarios. Ellos son:
1. “Las tramas secretas”, escrito recientemente y al que no puedo definirlo más que como un gesto impaciente frente a la escritura ficcional;
2. "El umbral", relato escrito en 1995, premiado en 1996 y publicado en una antología de ciencia ficción en la que los autores no tuvimos, lamentablemente, la opción de la corrección. Por lo que esta versión es una especie de reconciliación con aquella escritura;
3. “El Faro", fábula incluida en el libro "Contratiempo o los vaivenes de la pasión" (1997);
3. “El Faro", fábula incluida en el libro "Contratiempo o los vaivenes de la pasión" (1997);
4. "Plaza Once", relato escrito en 1994 y que no fue publicado como tal sino integrado a tres capítulos de la novela "Zona de paso" (2000), a la que dio origen.
SITIOS DE DISTRIBUCIÓN
lunes, 12 de mayo de 2014
PUERTO MADERO: LA CIUDAD PRIVADA
Puerto Madero, la ciudad privada
La irrupción de Puerto Madero como nuevo barrio porteño marca el fin de una forma de ciudad sustentada en los conceptos clásicos de la armonía entre partes y el bien común como objetivos últimos y a la vez, fundacionales.
Puerto Madero es una contradicción urbana en sí misma. El conjunto se impone por ostentación de poderío y deja en claro quiénes serán los verdaderos urbanistas de las metrópolis contemporáneas. Su trazado y resolución desmantelan esa relación armónica entre espacio público y espacio privado, invadiendo el primero con las normativas del segundo. Puerto Madero no es un country ni un barrio cerrado, tipologías donde las condiciones de propiedad están establecidas de antemano (y verdaderos ejemplos, además, de contraciudades que olvidan que la vida metropolitana es la resultante de tensiones que involucran al espacio físico, la historia, la memoria, los objetivos e intereses comunes, las condiciones de producción y las formas de relación sostenidas por la heterogeneidad) ...
La nota completa en:
domingo, 4 de mayo de 2014
CRÓNICA / MAÑANA, TARDE Y NOCHE
Mañana, tarde y noche
Inclinados sobre calcos y tableros, empantanados a veces en noches interminables, la voz de Blanca Rébori solía llenar las habitaciones, mitigar las angustias, aliarse a nuestra incipiente militancia. Recordemos: éramos los herederos, los que veníamos después de, nos acechaba el pasado, el presente prometía glorioso y flameaba rojo y sobre todo, negro; después se convertiría en griego. "Arquitectura o revolución" sostenía un Le Corbusier algo reaccionario y estudiado ya casi como un slogan en los talleres nocturnos. Qué más da, hacíamos de la estética una cuestión política y de ésta, una eficaz farmacopea. Había que sanar un cuerpo destrozado.Toda belleza es el resultado de una herida, dice Jünger, entonces, con la sangre de la herida y la tinta de los insoportables rotrings y portaminas, revertiríamos el destrozo. Nos apropiábamos del trazo y de la terminología. Todo preso es político y todo cuerpo privado era un asunto público, público y colectivo, como esos barrios y ciudades que se habían encapsulado por el miedo y el silencio. “Mañana, tarde y noche: el único programa que no trata al domingo a pelotazos”, repetía ella para espantar fantasmas que no tenían nada de silenciosos, merodeaban por allí, por las aulas, pasillos, talleres y alrededores. Entonces no, fotos no, huíamos de las cámaras mientras alfombrábamos con carteles el piso del patio del memorable bar de planta baja. Fotos no: la clandestinidad no se esfuma por mandato, por una elección o una guerra fallida. Zona efervescente esa Ciudad Universitaria de los primeros ochenta. Arquitectura se convulsionaba, y esa voluntad sísmica sacudía a los otros dos pabellones, los de las ciencias duras, que monstruosos enfilaban hacia la toma, el corte o las asambleas multitudinarias. Pero el vértigo era propiedad de la noche; la mañana y la tarde fueron siempre territorios vedados.
Inclinados sobre calcos y tableros, empantanados a veces en noches interminables, la voz de Blanca Rébori solía llenar las habitaciones, mitigar las angustias, aliarse a nuestra incipiente militancia. Recordemos: éramos los herederos, los que veníamos después de, nos acechaba el pasado, el presente prometía glorioso y flameaba rojo y sobre todo, negro; después se convertiría en griego. "Arquitectura o revolución" sostenía un Le Corbusier algo reaccionario y estudiado ya casi como un slogan en los talleres nocturnos. Qué más da, hacíamos de la estética una cuestión política y de ésta, una eficaz farmacopea. Había que sanar un cuerpo destrozado.Toda belleza es el resultado de una herida, dice Jünger, entonces, con la sangre de la herida y la tinta de los insoportables rotrings y portaminas, revertiríamos el destrozo. Nos apropiábamos del trazo y de la terminología. Todo preso es político y todo cuerpo privado era un asunto público, público y colectivo, como esos barrios y ciudades que se habían encapsulado por el miedo y el silencio. “Mañana, tarde y noche: el único programa que no trata al domingo a pelotazos”, repetía ella para espantar fantasmas que no tenían nada de silenciosos, merodeaban por allí, por las aulas, pasillos, talleres y alrededores. Entonces no, fotos no, huíamos de las cámaras mientras alfombrábamos con carteles el piso del patio del memorable bar de planta baja. Fotos no: la clandestinidad no se esfuma por mandato, por una elección o una guerra fallida. Zona efervescente esa Ciudad Universitaria de los primeros ochenta. Arquitectura se convulsionaba, y esa voluntad sísmica sacudía a los otros dos pabellones, los de las ciencias duras, que monstruosos enfilaban hacia la toma, el corte o las asambleas multitudinarias. Pero el vértigo era propiedad de la noche; la mañana y la tarde fueron siempre territorios vedados.
viernes, 2 de mayo de 2014
PENSAMIENTOS INCORRECTOS
Pensamientos incorrectos
La multitudinaria lectura de nuestra Serie Perversiones Culturales nos da una señal de alerta: hay una exigencia silenciosa que la palabra responda de su (verdadero) sitio de enunciación. Hay sospecha y sospechosos, hay desconfianza de los discursos cuyas banderas golpean en el rostro a sus propios relatores. Hay espacios vacíos, hay márgenes todavía desiertos. A partir de allí, sí, que la historia se haga cargo.
La construcción de la independencia intelectual es ardua, está acechada por una voluntad que se resiente por el espacio que no puede ocupar pero que tampoco desea que lo ocupe el otro. Una mala conciencia activa, un cinismo fáctico e inútil: aquélla prosigue a cualquier precio. La excomunión nunca fue motivo de silencio. Casi, todo lo contrario.
¡Qué seducción ejercen los espacios vacíos! El espacio vacío brilla con fuerza propia: el palabrerío no lo llena; solo, como diría Steiner, la palabra plena. La que responde, la que se responsabiliza. El arte, la cultura y el pensamiento actuales están poblados de ellos. Habrá que mantenerlos bien visibles.
La multitudinaria lectura de nuestra Serie Perversiones Culturales nos da una señal de alerta: hay una exigencia silenciosa que la palabra responda de su (verdadero) sitio de enunciación. Hay sospecha y sospechosos, hay desconfianza de los discursos cuyas banderas golpean en el rostro a sus propios relatores. Hay espacios vacíos, hay márgenes todavía desiertos. A partir de allí, sí, que la historia se haga cargo.
La construcción de la independencia intelectual es ardua, está acechada por una voluntad que se resiente por el espacio que no puede ocupar pero que tampoco desea que lo ocupe el otro. Una mala conciencia activa, un cinismo fáctico e inútil: aquélla prosigue a cualquier precio. La excomunión nunca fue motivo de silencio. Casi, todo lo contrario.
¡Qué seducción ejercen los espacios vacíos! El espacio vacío brilla con fuerza propia: el palabrerío no lo llena; solo, como diría Steiner, la palabra plena. La que responde, la que se responsabiliza. El arte, la cultura y el pensamiento actuales están poblados de ellos. Habrá que mantenerlos bien visibles.
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