20 millones de pobres y una pandilla de asesinos
Expropiar los bienes obtenidos por la
corrupción y que no encuentren justificativo alguno. Si se trabajó en la
política toda la vida, no se puede tener millones de dólares en el banco, 100
propiedades, mansiones en Nordelta o en Puerto Madero, una flota de autos de
alta gama. No se puede: no dan los números. Y hay casi 20.000.000 de personas,
pobres e indigentes, que quieren saber dónde se fueron esos fondos que a ellos
no les llegaron. ¿Y los jubilados? ¿Tienen que "agradecer" a la vice
que les consiguió 4, no 2, 4 actualizaciones al año? ¿No se les ocurrió que
podrían actualizar mensualmente según el costo de vida? Claro que no. ¿Y el
IFE? Que cortaron de golpe y dejaron en la banquina a millones de no adictos al
empleo público (algunos parásitos que no hicieron nada en estos 8 meses y que
cobraron el sueldo como si la pandemia ocurría en Marte) y que recién están
intentando salir de la cuarentena, el encierro más genocida de la historia
reciente. Pero había que obedecer al patrón del norte, destino eterno de la
Argentina, que vociferaba: “¡¡Ajusten, ajusten!! ¡¡Que la fiesta y los platos
los paguen los pobres como siempre!!” Si después los arreglan con algún plan o
bono. El Estado no es trampolín para el saqueo; la corrupción es un tema político. Y hay que presentarse a la Justicia a dar explicaciones ¿Lo entenderán los políticos de
una vez por todas? ¿O seguirá subiendo el número de pobres? ¿Y si algún día
esos millones de desesperados se cansan de tanta corrupción, de tanta
injusticia social, de tanto cinismo, de tantos gobernantes mequetrefes que
dicen una cosa y después hacen otra? ¿Qué pasaría ese día? La corrupción es una
forma de asesinato masivo, sutil, pero asesinato al fin. Cárcel entonces a
todos los corruptos. Y por una Argentina sin asesinos.