Viajar es ponerse en riesgo, que también puede ser visual. Muchos interrogantes surgen al observar la arquitectura que se está haciendo en las ciudades mundiales. La ciudad neoliberal se funda en fragmentos atomizados y auto suficientes que constituyen una forma de pedagogía, un adoctrinamiento que extiende sus áreas de influencia, a través de su fuerza comunicacional, a todos los otros valores de la vida metropolitana. Las nuevas tecnologías posibilitan esas construcciones inteligentes y publicitarias que resignifican el espacio urbano de acuerdo a sus propias potencialidades. Esta arquitectura, resuelta con materiales que simbolizan una ilusoria transparencia, permeabilidad a su entorno y fluidez propia de los imprevisibles itinerarios de los capitales financieros que sortean fronteras, historias, territorios y modos de vida, aspira a la infinita verticalidad que la ubique en el lugar de nueva catedral de la modernidad. Pero a la vez, también, a una horizontalidad digitada a través de visuales dominantes hacia aquellos espacios de representación de esos poderes. Aquí algunos ejemplos en Londres, Glasgow y Ámsterdam.
Arqta. Zenda Liendivit. Directora de Revista Contratiempo
martes, 28 de octubre de 2014
martes, 21 de octubre de 2014
NOVEDADES EDITORIALES / ESCRITOS DE UNA PENSADORA MARGINAL (ANTICIPO)
Construcciones
Hay libros que funcionan como superficies de ensayo: el pensamiento capturado en un instante que se aquieta en el papel. Una indocilidad que encuentra su límite ("El centro y los vértices" se lee de esta manera). O que traza su propia geografía: no solo plantean coordenadas y condiciones topográficas sino que vecindades, peligros, alianzas y enemigos. Una geografía política que conforma, y modifica, a la vez el marco de lectura tanto de lo anterior como de lo que vendrá (Personal y colectivo: nadie nunca habla solo por sí mismo).
Crítica y poder
Tarea de todo intelectual crítico: denunciar los núcleos de poder, hablar de ellos, desmantelar al poder desde el mismo lenguaje. O develar las formas del lenguaje en donde éste se enseñorea, o donde más eficazmente se metamorfosea en lo que oculta. Una tarea de desenmascaramiento.
Espacio, lenguaje y poder
La escritura como proceso de reapropiación del discurso confiscado. No solo develar el mecanismo fáctico de expropiación y vaciamiento sino también, el sitio de enunciación. Importa menos el quién que el desde dónde. El espacio como estrategia de desenmascaramiento: un pensamiento crítico está siempre excomulgado, jamás apañado por centro alguno. El crítico oficial es una contradicción ambulante. Una parodia o un acto de cinismo. Una seudoruptura negociada previamente.
Hay libros que funcionan como superficies de ensayo: el pensamiento capturado en un instante que se aquieta en el papel. Una indocilidad que encuentra su límite ("El centro y los vértices" se lee de esta manera). O que traza su propia geografía: no solo plantean coordenadas y condiciones topográficas sino que vecindades, peligros, alianzas y enemigos. Una geografía política que conforma, y modifica, a la vez el marco de lectura tanto de lo anterior como de lo que vendrá (Personal y colectivo: nadie nunca habla solo por sí mismo).
Crítica y poder
Tarea de todo intelectual crítico: denunciar los núcleos de poder, hablar de ellos, desmantelar al poder desde el mismo lenguaje. O develar las formas del lenguaje en donde éste se enseñorea, o donde más eficazmente se metamorfosea en lo que oculta. Una tarea de desenmascaramiento.
Espacio, lenguaje y poder
La escritura como proceso de reapropiación del discurso confiscado. No solo develar el mecanismo fáctico de expropiación y vaciamiento sino también, el sitio de enunciación. Importa menos el quién que el desde dónde. El espacio como estrategia de desenmascaramiento: un pensamiento crítico está siempre excomulgado, jamás apañado por centro alguno. El crítico oficial es una contradicción ambulante. Una parodia o un acto de cinismo. Una seudoruptura negociada previamente.
martes, 7 de octubre de 2014
ROBERTO ARLT Y LE CORBUSIER EN BÉRGAMO
Arlt y Le Corbusier en Bérgamo
Le Corbusier había dicho que la Piazza Vecchia de Bérgamo era la más linda de Europa; fuimos entonces a la preciosa ciudad medieval, conquistada y reconquistada tantas veces, ubicada a menos de una hora de Milán. Dando vueltas, esquivando turistas y colegiales, hallamos en la librería del pueblo las “Acqueforti de Buenos Aires” de Roberto Arlt. Un encuentro inesperado, entre murallas medievales, de dos críticos de la ciudad moderna.
Le Corbusier había dicho que la Piazza Vecchia de Bérgamo era la más linda de Europa; fuimos entonces a la preciosa ciudad medieval, conquistada y reconquistada tantas veces, ubicada a menos de una hora de Milán. Dando vueltas, esquivando turistas y colegiales, hallamos en la librería del pueblo las “Acqueforti de Buenos Aires” de Roberto Arlt. Un encuentro inesperado, entre murallas medievales, de dos críticos de la ciudad moderna.
FOTOS: ZENDA LIENDIVIT (OCTUBRE 2014)
jueves, 2 de octubre de 2014
LAS CATEDRALES DE MILÁN
GALERÍA VITTORIO EMANUELE Y EL DUOMO
Las catedrales de Milán
Alta cultura y alto consumo, construcciones eternas y una modernidad híper desarrollada: estamos en Milán. No es nuestra primera vez (como casi todas las ciudades anteriores) pero siempre nos sorprende. Se terminaron los medios tonos y la parsimonia de Zurich, pero también la cortesía urbana de Glasgow y de Londres: cierta indisciplina nos resulta familiar, casi como si estuviéramos en casa. Elegante y bulliciosa, un poco snob y sanguinaria, calurosa (todavía no entró el otoño) y cálida. Milán, la ciudad amada por Stendhal, esa de la que no podía hablar por afasia, por exceso de sensaciones, y que triunfa recién cuando la convierte en mito.
Las catedrales de Milán
Alta cultura y alto consumo, construcciones eternas y una modernidad híper desarrollada: estamos en Milán. No es nuestra primera vez (como casi todas las ciudades anteriores) pero siempre nos sorprende. Se terminaron los medios tonos y la parsimonia de Zurich, pero también la cortesía urbana de Glasgow y de Londres: cierta indisciplina nos resulta familiar, casi como si estuviéramos en casa. Elegante y bulliciosa, un poco snob y sanguinaria, calurosa (todavía no entró el otoño) y cálida. Milán, la ciudad amada por Stendhal, esa de la que no podía hablar por afasia, por exceso de sensaciones, y que triunfa recién cuando la convierte en mito.
FOTOS: ZENDA LIENDIVIT / OCTUBRE 2014
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