lunes, 22 de octubre de 2018

ESCRITURA DE UN LIBRO (6) / DESGARROS

Desgarros

El problema actual no es que hoy día todo autor quiera ser un maldito para ganar notoriedad o buscar la diferencia. El problema es que lo maldito no radica ni en la voluntad de serlo ni mucho menos, en aferrarse a aquellos ya universalmente, o por lo menos, localmente, aceptados como tales. En la escritura, literaria o ensayística, el proceso de ósmosis funciona de otra manera. Algo remoto escuchamos de ese otro que nos interpela en algún momento, nos sentimos aludidos, y nos obliga a la internación. Palabra curiosa: nos internamos en esa lectura y a la vez, nos des-internamos del mundo. Ese proceso será definitivo: o salimos curados de aquella escritura que nos cautivó, y probablemente a partir de allí, la nuestra adquiera saludable (y maldita) independencia deudora. O quedamos atrapados en sus redes, como repetidores o hermeneutas eternos de una gloria ajena. En una entrada anterior de esta columna decía que la seducción de la escritura procedía de un desgarro; y que la escritura que quería ser seductora, de una simulación. Sin conciencia de ese desgarro, queda la interpretación, la divulgación, la fidelidad eterna hacia aquel que nos habló pero del que, a falta de turbulencias interiores propias, no pudimos sacarnos las protectoras redes de encima. El mal sin embargo no es una calificación ética, una ostentación de tropelías, un inventario de atrocidades socialmente “mal vistas”. Ni mucho menos esa mirada de manual, mal de la época, donde se piensa desde la diferencia, lo raro, la extrañeza, etc. El mal tiene su origen en aquel diálogo fracturado que encontró interlocutores válidos, pasados remotos comunes, a veces infernales, conformando espacios de libertad posibles dentro del imposible afuera. Pero se sabe: la desgarradura no siempre puede autoreconocerse de la noche a la mañana. Para tal carencia, está la especialización, palabra sagrada y moderna como pocas, la farmacopea de la escritura enclaustrada o efectivas recetas provenientes de los mercados. Que formatean malditos en serie o arrobados admiradores que aspiran a la imposible “confusión” con el autor de sus desvelos. Más adelante resolveremos esta supuesta carestía de desgarrados en una época, como la moderna, que los produce casi en forma exclusiva.

viernes, 19 de octubre de 2018

ESCRITURA DE UN LIBRO (5) / SUICIDAS

Suicidas

Estas líneas surgen inmediatas de una nota que leí en el diario sobre Silvia Plath. Conozco poco de su obra; me llamó la atención su poemario, Ariel, que “coincide” con el título de mi segunda novela, en eterna construcción. No sé, ¡quién podría!, si el oficio de escritor/pensador/poeta es peligroso. De lejos, o sea, desde una perspectiva más trivial, parecería un juego de niños. Un estado de gracia. Desconfío, sin embargo, de estas categorías. No sé si al trabajar con pensamientos y palabras no se está tan expuesto al riesgo como un obrero de la construcción, un minero o un colectivero. Con la desventaja de que al poseer materialidades intangibles, suele sospecharse de inocuo. El problema surge cuando ese escritor se pone en juego, cuando ignora las advertencias y las luces de alarma; cuando se interna en territorios donde ofrece su cuerpo de rehén y salvoconducto. De escudo y parachoque. Lo sabemos quienes escribimos: hay un momento en que una voz nos susurra detención, hasta ahí nomás, es suficiente, ¡peligro! arenas movedizas. La mayoría de la producción literaria actual está poblada de estas obras detenidas. Guarecidas. Que por supuesto, no pasan por el tema que abordan sino por ese cuerpo que, precavido, se salvaguardó con la esperanza de la fama o la taquilla. O de la supervivencia (se las reconoce a simple vista: abordan temas "malditos" con el piloto asegurado contra tempestades, circulan muy bien en salones y en suplementos culturales, o en higienizados programas televisivos). Cuerpo ofrecido al relámpago de los dioses, diría Heidegger. Nos internamos en lugares inhóspitos, sordos, sin brújulas ni  coordenadas conocidas, nada sabemos de su fauna, ni de sus posibilidades de habitabilidad. Y sobre todo, de sus vías de escape, de retorno al mundo real. Que ya de por sí es, para todo verdadero artista, un escollo. Esa brecha, entre los mundos, el real y el “inventado”, suele convertirse a veces en el precipicio por donde caen aquellos que no encontraron ni el escondite salvador ni la pelota candente que se lanzará sobre el cuerpo del otro para sacarse la prenda de encima. Casi como cualquier juego de infancia.

martes, 9 de octubre de 2018

CRÓNICAS ROSARINAS

Crónicas rosarinas

En Rosario anida una "ciudad ideal", esa forma a priori, controlada y dotada de los máximos beneficios de la vida urbana, que define muy bien sus límites de adentro-afuera. Sueño de Torcuato de Alvear para la Buenos Aires de fines del XIX. La realidad, en ambos casos, les pasó por encima: territorios privilegiadísimos rodeados de una conurbación mal resuelta, gobernadas cada una por fuerzas donde la impunidad es la condición esencial de subsistencia. Situación especular esta de Rosario con Buenos Aires, las dos prósperas ciudades fundacionales de la Modernidad argentina de fines del XX. Una estrategia territorial que se enseñoreó sobre las formas de vida y de algún modo trazó el destino tan inexorable como inevitable del resto del país. Depositarias de un legado, material y existencial, del afuera, cabezas de Goliat que en algún momento tendrán que hacerse cargo de ese cuerpo decapitado. Rosario florece en primavera. Bella, atiborrada de cultura, congresos, tecnología, proyectos urbanísticos y soja. Del resto, como decíamos ayer, se encarga el narco.



 







Fotos: Z.L. (9/10/18)


lunes, 8 de octubre de 2018

TU QUERIDA PRESENCIA

Acto frente a la casa del Che en Rosario







Fotos: Z.L. (8/10/18)

CRÓNICAS ROSARINAS

Crónicas rosarinas


Lunes a la mañana en la bucólica ribera rosarina: pasó el malón del fin de semana, quedan los “aeróbicos”, las madres con niños pequeños y algunos turistas internos que hacen picnic. El calor todavía no se siente (al mediodía será insoportable y a la noche se largará la tormenta anunciada). La cámara de fotos (ni el celular ni la hogareña, la profesional) inspira deseos solidarios. Si necesito algo, si busco alguna dirección, etc. Ocurre en todos los lugares del mundo. Me aconsejan que aquí "en Rosario" -hacen hincapié en el nombre-, no conviene tenerla tan suelta. Tienen razón, la llevo colgada casi como extensión del brazo, medio olvidada hasta el próximo disparo. Sí, me aclara uno, hay mucha relación del río con la ciudad. Sobre todo el fin de semana. Además, hay colectivos que te dejan justo aquí, agrega. Vengo siempre con mis amigas, llegate hasta los silos de colores y bajá al restaurante, es un belleza, me dice una señora. La ribera se extiende hacia el privilegiado norte (hasta rematar en Ciudad Ribera), enlazando situaciones que mezclan consumo, ocio y arte (o tal vez, todo es lo mismo) como para despabilar de tanto en tanto al transeúnte. Imagino que en pleno verano esto debía ser un hormiguero. Pero en muy pocos lugares se permite el descenso al río. No solo por el peligro que implica la correntada: aún perviven algunos asentamientos que, indiferentes a la opulencia de arriba, viven una relación estrecha con el Paraná. Traidora esta ribera reciclada que los esconde y los erradica, pienso parafraseando la muestra de Jacoby en el Museo de Arte Contemporáneo. Que está precedido por una escultura espantosa de Minujín. En fin, la receta universal y sus virus resistentes, sello de toda gran metrópolis. A la noche, en un bar, leo los titulares de La Capital. El paraíso tiene límites bien definidos. 
 
















Fotos: Z.L. (8/10/18)

domingo, 7 de octubre de 2018

ESCRITURA DE UN LIBRO (4) / CUADERNOS DE VIAJE

Cuadernos de viaje


Es compulsivo: en cada viaje compro dos o tres. Algunos todavía están en blanco. O amarillentos, medio derrotados; varios guardan las bitácoras de libros ya publicados o en construcción (para estos suelen actúar varios en conjunto); otros, registros indescifrables, números, fechas, lugares, trazo discontinuo, sintaxis medio esquizofrénica. Fascinación por esos formatos, muchos autóctonos de ciudades queridas, a las que tal vez jamás se retornará. Algo más que un souvenir, mucho más: superficie que promete que allí, por fin, ocurrirá algo. El suceso extraordinario de una escritura inmortal. Sí, eso siento por esos cuadernos que contrariando la tradición, difícilmente son de tapa negra (aunque el resto de casi todas mis cosas sea de ese color). Viaje y escritura (con testigos silenciosos que aguardan el milagro).

miércoles, 3 de octubre de 2018

ESCRITURA DE UN LIBRO (3) / DESEO Y PELIGRO

Deseo y peligro


¿Cómo las ideas, a veces un poco atolondradas, fugitivas como nubes de primavera, consiguen aquietarse y transformarse por fin en libro? ¿Cómo eso que martillea, incomoda, a veces por décadas, o desde que se tiene uso de razón, incluso que nos constituye en el mundo como un ADN adquirido, una mutación genética que nos invalida, incapacidad invisible pero productora, el bloque de cemento de algún lanzallama de Arlt, de golpe decide convertirse en letra impresa, circular de mano en mano, o aletargarse en alguna librería o biblioteca? ¿No hay algo de obscenidad en esto de expulsar pasiones, sacárselas de encima, como diría Schiele? Probablemente. Tanto como suponer que eso se “presentará” en dicha escritura. En todo caso, acentuará desgarro y exigirá, cada vez a mayor celeridad, el silencio. ¿Qué otra cosa sino es escribir que develar esa imposibilidad? Y sin embargo, la insistencia. El Autor, a cada palabra, se queda un poco más afuera. Agranda distancia. Se recusa doblemente, como personaje de Kafka, para recién allí retornar brevemente al mundo. Para seguir oteando el peligro, padeciendo el incesante (y a veces insoportable) deseo.

lunes, 1 de octubre de 2018

ESCRITURA DE UN LIBRO (2) / LA EMBOSCADA

La emboscada

El miedo puede ser vencido por la persona singular si ésta adquiere conocimiento de su poder. La emboscadura, en cuanto conducta libre en la   catástrofe, es independiente de  las  fachadas político-técnicas  y  de sus agrupaciones. La emboscadura no contradice a la evolución, sino que introduce libertad en ella mediante la decisión de la persona singular. En la emboscadura  la persona  singular se confronta consigo misma en su sustancia individual e indestructible... (Jünger / La Emboscadura)

Escribir con los otros en la mente o soltarlos de una vez por todas. O mirarlos con desobediencia. De lo contrario, ¿no estaría haciendo lo mismo que critico siempre? ¿Cómo llegaron hasta mí? ¿Qué redes tejieron para su incorporación en mi bibliografía, o sea, en mi biografía? Las imperceptibles tramas de poder en la educación no tratan tanto de contenidos sino de formas. Trampas de repetición. Un libro más, más de lo mismo. No se escribe para algo, se escribe contra algo. 
Irme al bosque, emboscarme: algo de eso es este libro en construcción.