FICCIONES QUE AVISAN:
Populismos
autoritarios, democracias
y escombros
y escombros
El hermano mayor de la distópica y excelente
"Years and Years" (serie que transcurre en 2026 en Londres y
cercanías) pierde sus millonarios ahorros en una debacle mundial del sistema financiero.
La escena de los clientes furiosos, golpeando las puertas blindadas de los
bancos, nos retrotrae a épocas no muy lejanas. El hombre pierde también su
trabajo de contador. Busca entonces empleo de lo que fuera: hípercalificado,
termina como repartidor en bicicleta y retorna a
la casona de la madre, con toda la familia a cuestas. "Nos estamos
volviendo cada vez más estúpidos", afirma otro de los hermanos al
sospechar que la inmensa mayoría no toma consciencia de la hecatombe que se avecina.
Frances, el personaje de Sarah Jessica Parker en la tibia “Divorce” no encuentra trabajo en Nueva York como curadora de arte. Su propia galería tiene un siniestro, un incendio accidental, del cual no puede recuperarse económicamente. Envía CV a todas partes. Desesperada, abandona la búsqueda en el rubro y aspira a cualquier empleo, de lo que fuera. "Estamos en extinción", le dice a su amiga, "somos descartables".
Como antecesores están Marnie y Hannah, las adorables "girls", que con casi 20 años menos, tampoco consiguen lugar en el mundo laboral en la gran ciudad: la primera, también crítica de arte; la segunda, escritora, redactora y periodista. Conclusión, una empieza una nueva carrera; la otra se va a un pueblo del interior de NY a enseñar los usos de la internet a jóvenes universitarios. Recordemos también la excepcional serie noruega "Vida dura", a la que dedicamos varias notas, en donde el problema no solo era la inmigración descartable sino el desasosiego existencial de los acomodados.
Apenas algunos ejemplos: Hollywood y Europa avisan lo que se viene (o lo que ya se vino y tiende a su agravamiento): "El techo se nos puede caer en cualquier momento sobre la cabeza,y hay que convivir con esa única certeza", decía Artaud. Este reordenamiento mundial en el campo laboral y productivo explica, de alguna manera, la desesperación de muchos y muchas por lograr cargos en la política: intelectuales, artistas, docentes, periodistas, dinosaurios en vías de extinción por obsoletos, se aferran y arrean banderas (el compromiso con la crítica a todo poder instituído, hoy más indispensable que nunca) por esa promesa mensual, que los hará fantasear con improbables seguridades. O por un mullido sillón desde donde intentarán convencer a los condenados de la tierra que la suerte será peor si votan al contrario. Tal vez, algunos escombros demás.
Frances, el personaje de Sarah Jessica Parker en la tibia “Divorce” no encuentra trabajo en Nueva York como curadora de arte. Su propia galería tiene un siniestro, un incendio accidental, del cual no puede recuperarse económicamente. Envía CV a todas partes. Desesperada, abandona la búsqueda en el rubro y aspira a cualquier empleo, de lo que fuera. "Estamos en extinción", le dice a su amiga, "somos descartables".
Como antecesores están Marnie y Hannah, las adorables "girls", que con casi 20 años menos, tampoco consiguen lugar en el mundo laboral en la gran ciudad: la primera, también crítica de arte; la segunda, escritora, redactora y periodista. Conclusión, una empieza una nueva carrera; la otra se va a un pueblo del interior de NY a enseñar los usos de la internet a jóvenes universitarios. Recordemos también la excepcional serie noruega "Vida dura", a la que dedicamos varias notas, en donde el problema no solo era la inmigración descartable sino el desasosiego existencial de los acomodados.
Apenas algunos ejemplos: Hollywood y Europa avisan lo que se viene (o lo que ya se vino y tiende a su agravamiento): "El techo se nos puede caer en cualquier momento sobre la cabeza,y hay que convivir con esa única certeza", decía Artaud. Este reordenamiento mundial en el campo laboral y productivo explica, de alguna manera, la desesperación de muchos y muchas por lograr cargos en la política: intelectuales, artistas, docentes, periodistas, dinosaurios en vías de extinción por obsoletos, se aferran y arrean banderas (el compromiso con la crítica a todo poder instituído, hoy más indispensable que nunca) por esa promesa mensual, que los hará fantasear con improbables seguridades. O por un mullido sillón desde donde intentarán convencer a los condenados de la tierra que la suerte será peor si votan al contrario. Tal vez, algunos escombros demás.