Glasgow, vanguardia y tiempo perdido
Una muy amable policía migratoria, cielo encapotado, pubs
oscuros y pequeños, rojas construcciones y faraónicas estructuras industriales,
y las famosas Willow tea rooms del genial Mackintosh, donde pasamos la primera
tarde: bienvenidos a la bella Glasgow. Y claro, el referéndum, que pareciera
dirimirse más en los medios de comunicación que en la calle. Acalorados debates televisivos, títulos catástrofe tipo “salvemos al Reino Unido” y demás chocan
con cierta indiferencia del hombre común. Que de común tiene bastante poco:
abundan los pelos de colores, la ropa alternativa, las combinaciones impensadas
y las nacionalidades, todo un racimo heterogéneo que comulga con esa
arquitectura de vanguardia que funciona de telón y de recordatorio. (Son apenas las primeras impresiones tras 14
horas de vuelo y 4 arrebatas al reloj: ¿dónde se irá ese tiempo perdido por desplazamiento?)