Las batallas del lenguaje
"... Los conceptos ya no dicen
nada en sí mismos sino por el lugar que ocupan dentro de aquel armado. Que será
variable no solo porque son variables los emisores sino por la dinámica del
propio sistema. El lenguaje es cooptado interesadamente y puede, con extrema
facilidad, actuar en la práctica en forma opuesta a su enunciado. El poder
apela aquí a la memoria y a la costumbre, al acto reflejo de las convenciones
aceptadas en el pasado. Las palabras ya no solo se independizan de las cosas
sino que rompen con aquellas convenciones a fuerza de mostrar el artilugio y
legitimarlo. En esta contradicción visible se pretende asentar un nuevo orden
lingüístico que no aspira a la comunicación que se atiene a las convenciones
sino a devenires. La fluidez es la consigna: así como la sexualidad no binaria
ya no define un género específico, el concepto "izquierda", por
ejemplo, ya no remite necesariamente a los principios tradicionales de la
ideología sino a su territorialización en determinado contexto, que también
puede fluir y variar de acuerdo a las necesidades de quién la enuncia. La
lengua ya no solo no comunica lo que es, como en la época clásica, sino que
solo puede comunicar intereses, que siempre serán extralingüísticos.
La cooptación de los viejos conceptos
para transformarlos en otra cosa, con el apoyo involuntario de aquella memoria
colectiva, es la estrategia más reciente de la sintaxis capitalista. Se
usufructúa la definición teórica y se termina sirviendo a lo que supuestamente
enfrenta. Se adoptan los discursos y los lenguajes de lo otro para pervertirlos
en la práctica de lo mismo. Izquierda, derecha, socialismo, anarquismo,
fascismo, patriarcado, feminismo, democracia, etc. ya no remiten a
correspondencia alguna con la historia. Esto es posible porque, como dijimos
anteriormente, se habla a un auditorio desfondado. O que ya no posee las armas
para desmantelar estas operaciones. Impuestos la multiplicidad de voces, los
flujos comunicacionales, el empobrecimiento y degradación de la palabra y la
cultura, y la posibilidad del montaje, el terreno está fertilizado. El concepto
histórico sirve entonces de mojón para que ese desfonde sea un poco menos
desolador y sobre todo, incuestionable. Bastan unas pocas consignas rescatadas
del arcón para que se ubiquen detrás de ellas miles de seguidores,
desesperados, apáticos o analfabetos ilustrados que ya no consiguen comprender
el sentido de un texto. La educación para la no-libertad cumplió aquí su
cometido..."
("Las batallas
del lenguaje" en "Capitalismo y Sintaxis", Capítulo 1, en el
libro "La seductora pesadilla del capitalismo" / Contratiempo
Ediciones, 2022)