martes, 17 de febrero de 2015

POPULISMO Y POBREZA

Populismo y pobreza

En septiembre pasado tuvimos la oportunidad de dejar algunos libros nuestros en la British Library, en Londres. Entonces nos aclararon que recibían los ejemplares pero que los mismos estarían sujetos a revisión. Que solo serían incorporados si respondían al perfil de la Biblioteca (salvando las distancias, es la condición esencial que ponemos nosotros mismos para aceptar colaboraciones en la revista). Un par de meses después nos enviaron una muy amable carta, en papel y con membrete, aceptando los libros, cuyo detalle incluían al final, con el agradecimiento correspondiente. ¿Por qué negarlo? Nos pusimos contentos de que nuestra obra estuviera al alcance de, literalmente, casi todo el mundo. Durante este viaje a México, intentamos hacer lo mismo. Pero recibimos un rotundo rechazo por parte de la Biblioteca Nacional. ¿El motivo? Solo aceptaban autores mexicanos. ¡Qué problema cultural grave, muy grave, es el populismo! ¡Cuántas atrocidades se cometieron en nombre del siempre variable concepto de nación y cuánto empobrecimiento ha cosechado a lo largo de la historia! Levantar el dedo moralizador ante cualquier mirada extraterritorial es tan reaccionario como la postura inversa. El pensamiento no necesita de vigilantes ni patovicas sino de creadores; de ensanches, desvíos, de cruces inesperados y no de alambrados. El pensamiento nacional es una utopía que no deja de ser una velada forma de fascismo que apunta a una interrupción del diálogo con el resto del mundo y por lo tanto, con sus saberes. El fin suele ser el empobrecimiento intelectual del pueblo a través de un sendero rígido, estructurado por autores, obras y cánones, del que no se puede salir a riesgo de excomunión. Una infantilización del pensamiento que se recrea en la construcción de mitos, leyendas, héroes y discursos sesgados y donde el otro siempre representará un peligro de disolución. Esta estrategia de dominación, que en nada difiere de las que se planifican desde afuera, cuenta con difusores y educadores preparados para llevar adelante la cruzada sin riesgo: están educados en esa tradición y por lo general, desconocen las otras. Estos populismos olvidan, convenientemente, que formar un pensamiento en la apertura, la confluencia y la diversidad (al margen de que es una estupidez que no necesita demostración el renunciar a la cultura universal de la que se es deudor), constituye la única garantía de libertad intelectual. El único salvoconducto para enfrentar cualquier peligro de colonialismo, provenga de la coordenada geográfica que provenga. Incluso, de la propia casa. 
(Nuestros libros terminaron en el Instituto de Estética, de donde serían derivados al Instituto de Filosofía y Filología, Sección Estudios del Lenguaje, de la Universidad Nacional de México UNAM. Afortunadamente.)