Rebeldes
En "El hombre rebelde" Camus afirma que el terror
irracional "se propone la destrucción, no solamente de la persona, sino
también de las probabilidades universales de la persona, la reflexión, la
solidaridad, el llamamiento al amor absoluto". Y prosigue diciendo que
quien ejerce violencia no puede sentirse inocente, por lo tanto "tiene que
crear la culpabilidad en la víctima misma, para que en un mundo sin dirección
la culpabilidad general no legitime sino el ejercicio de la fuerza, no consagre
sino el éxito". Camus radiografía al hitlerismo pero se puede hacer
extensivo a todo poder que en su accionar va dejando en el camino un tendal de
muertos, violentados y torturados. Como esos cuerpos desparramados en veredas y
parques, o desmantelados por el hambre y la exclusión en provincias pobrísimas
de la Argentina. Mecanismo clásico del capitalismo cuando se enseñorea sobre
territorios como el nuestro. No todo espacio de rebelión es, sin embargo,
necesariamente interruptor de este proceso. La filosofía, la literatura, el
arte, las luchas políticas participaron históricamente de estas insurgencias.
Pero en la actualidad, ¿lo siguen haciendo? ¿Cuánta de esta culpabilidad nos
salpica hoy a nosotros, los "rebeldes", los denunciantes, los alarmados?
¿Cuántos de estos crímenes no se visten, también hoy, con ropajes de inocencia?
Ya sabemos, también por Camus, que cuando hay culpa universal, reina la
impunidad: no se puede condenar a la civilización en pleno. ¿No habría que
empezar a revisar estos espacios? Hay, claro está, otras formas de insurgencia
sobre las que no habría duda alguna por la radicalidad de sus efectos. Pero por
el momento, nos necesitamos vivos y hablantes. Por lo menos, por el momento.