miércoles, 18 de septiembre de 2013

NUEVA YORK (3) / LA LENGUA DEL MALÓN

La lengua del malón

-De Argentina,  pero soy paraguaya...
-¿Paraguay?, siempre tomo el bus con un amigo que es paraguayo, trabaja cerca de aquí… Y Ud. ¿qué parte de México conoce? ¿Fue a Puebla?
-Claro
-Yo soy de Puebla. ¿Sabe que mi ciudad salió en el New York Times de esta semana?, fueron hasta allí para hacer una nota, imagínese, en el Times…
Al mozo de la barra se le iluminan los ojos, no tendrá más de 35 años. El gerente, un hombre mayor, también habla español. La de la recepción es bilingüe: me aborda a la entrada, no entiendo en absoluto lo que me dice; como si fuera un traductor automático, cambia entonces y me pregunta en perfecto castellano si voy a comer o solo tomar café. Le digo que solo tomo café, me manda a la barra.
-Voy a pasar por el Times, tal vez pueda conseguir un ejemplar.
-No es frecuente, sabe, que aparezcamos en el Times…

 -Yo viví cuatro años en Long Island, y otros cuatro aquí en Manhattan
-¿Es de Nueva Delhi
-No, de (……) una ciudad cercana.
El taxista tiene la piel color aceituna, habla con dificultad el español y apenas entiende lo que le digo.
-Me gusta, pero hay mucha gente, mucho tráfico….

-Esto no es EEUU, ni siquiera Nueva York, esto es Manhattan, Es único en el mundo, sabes que se hablan cerca de 100 lenguas diferentes… nos toleramos, estamos al borde, en la línea muy fina, pero nos toleramos, somos como la ONU –ríe el taxista colombiano, que ya se siente neoyorquino. EEUU es Brooklyn o Queens, Manhattan no.
 
Las niñeras en el Central Park son multitud; mientras van tirando de los carritos, cantan alguna canción en su idioma natal o charlan entre ellas. También hablan en inglés con los niños más grandes. Hay latinas, creo que mayoría, pero también afroamericanas e hindúes. No pude evitar pensar en la película Mamut. Y en esos niños criados en el corazón del mundo occidental con lenguas periféricas.

"Las ciudades modernas son hostiles para el ser humano….", afirma un Le Corbusier joven desde el video en blanco y negro que se proyecta en forma continuada en el MoMA. Y acto seguido, dibuja un sol, un edificio, un hombre adentro. Todo en trazos infantiles. Y sigue hablando de pilotes, escalas y módulos. En la exposición se pueden ver sus proyectos urbanísticos, algunos delirantes, para todo el mundo: Buenos Aires, Río de Janeiro, San Pablo, Chandigarh, París… En otro video, ya viejo, reconoce el fracaso de las vanguardias estéticas que tenían en él, en la Arquitectura, a uno de sus máximos referentes.   
En el MoMA también hay una exposición sobre la ciudad actual como sumatoria de fragmentos, con dos títulos sugestivos: Arquitectura del Ensamble y Collage City.  

-¿Es ese el edificio de Friends? –me pregunta ella en un inglés londinense; él tiene el plano en la mano. Todos estamos perdidos en el laberíntico Greenwich Village, esa zona donde Nueva York reniega de las alturas y el tiempo productivo y se dedica a reciclar su pasado fabril en una más que redituable atmósfera bohemia.
Un rato después, ya en pleno Soho, me encuentro de golpe y sin previo aviso con Kevin Bacon y equipo de filmación. Pienso que, tal vez, está grabando la segunda temporada de The Following, que el impiadoso Carrol no ha muerto, que estará más psicópata que de costumbre, que, en fin, cambiaron al guionista y por fin la serie se volverá interesante. La cortada está clausurada al tránsito y el equipo vocifera nervioso. Los turistas miran, la gente del lugar sigue de largo. Empieza a oscurecer y emprendo el regreso.