viernes, 4 de septiembre de 2020

BOTÓN ANTIPÁNICO

Botón antipánico



Este virus hace y hará lo que quiera con o sin prohibiciones. EEUU y Brasil (también México) tienen ciudades híperpobladas, hacinamiento, comunidades propensas a determinadas enfermedades, y por lo general mal alimentadas, y muchas veces en estado de pobreza (como la afroamericana y la inmigrante). Europa, por su parte, aporta sociedades muy envejecidas. Poblaciones de vulnerabilidad crónica desde antes de cualquier pandemia abundan en todo el planeta. Trump y Bolsonaro gobiernan a más de 500.000.000 de personas entre los dos. Festín para cualquier virus, aunque fuera solo una gripe fuerte y más contagiosa que las cepas de años anteriores. Y lo es: de lo contrario, ninguno de esos países tendría esa tasa de letalidad. Si fuera un virus monstruoso, hablaríamos de millones. Porque así son los virus monstruosos. Lo que se conjuga con la alta contagiosidad de esta gripe-neumonía es la corrupción de los sistemas de salud a nivel mundial y el oportunismo de los planes económicos-políticos que por lo visto aspiran a una recomposición del poder global. Todos los gobiernos del mundo están en problemas porque el mundo está harto de ellos. Ya no quiere ni carceleros ni salvadores. Menos aún, vivir en la virtualidad ni en palabras vacías. Que es en lo que se convirtió la política. Europa parece haberlo entendido: no más cierres ni aunque el virus rebrote. Merkel, en su discurso en Bruselas, pidió no hacer mucho disturbio, no tuvo suerte: las calles de Berlín se llenaron de manifestantes hartos hasta de los barbijos y de las distancias antipáticas (los tildaron de ultraderechistas: se equivocan, intencionadamente, otra vez). El virus circulará igual con o sin ellos. Lo único que resta es que cada Estado preste, como política sanitaria, especial atención a las poblaciones vulnerables. Pero como a veces ni siquiera están dispuestos a esta inversión, es decir a costear una salud pública que los priorice y que cuente con los insumos y personal necesarios en tiempos de pandemia pero también en tiempos “normales”, algunos optan por cómodos encierros eternos para luego deslindar culpas en aquellos que no los cumplieron (y de paso gobernar a su antojo). Amenazar cada tanto con apretar un botón y volver a encerrar a la población si los casos siguen subiendo, aceitando de paso la maquinaria del miedo con funcionarios augurando necrópolis masivas, no es democrático. Ni siquiera es real puesto que la obediencia es poca y el resultado nulo. No habría que tensar tanto los hilos de una sociedad exhausta, por la enfermedad pero sobre todo por los políticos y comunicólogos difusores del terror. En todo caso, sería más saludable instaurar en estos tiempos anómalos un gobierno de coalición. No derrotará al virus. Pero tal vez salgan ideas más creativas. Y se olviden por un rato de las encuestas y de las elecciones del próximo año. Y del espanto de no saberse “queridos” en los centros neurálgicos en lugar de ir contra ellos.