"Ojalá
vivas en tiempos interesantes" reza la maldición china. La Argentina, en
cuanto a eso, no debería preocuparse demasiado: esos tiempos retornan
eternamente. Si alguna generación se "salva" y vive sumida en el
aburrimiento de la tranquilidad, la próxima llega hipotecada de interés. Pero
los tiempos interesantes se construyen, no surgen de generación espontánea,
salvo en el caso de las catástrofes naturales. Pero los chinos no se refieren a
terremotos o huracanes sino a los frutos de la inteligencia humana. La
derecha obró con inteligencia. Pero, siempre hay un pero, contó con increíbles
aliados. Aliados desgarrados que salieron a vociferar su desazón. Personajes
con sus idiotas útiles atiborrando las redes sociales y cuanto medio
encontraban a su paso, preparando (no causando pero sí contribuyendo con una
política cultural paupérrima, clientelística y obediente) el escenario de ayer
a la noche. Empleados burocráticos de las ideas (jamás verdaderos
intelectuales: no por nada éstos, como nosotros, se mantuvieron a una distancia
crítica): esos Cobos que ya forman parte de la "antología del llanto"
de nuestro admiradísimo Rodolfo Walsh.