El terror azul
Ni radiografías de un apocalipsis generado por la propia humanidad ni chicas corriendo desesperadas, perseguidas por psicópatas jubilados. Tampoco mutaciones, pestes y contagios: nada asusta demasiado. Como lo hiciera Wes Craven en La Nueva pesadilla queda, entonces, volver al origen del mal, en estado puro, sin grandes intermediaciones lingüísticas. Actividad paranormal 3 trata de ese terror innombrable que nos acechaba en la infancia, esas sombras que se retorcían en la oscuridad, esos murmullos contiguos que se arrastraban por las habitaciones a la madrugada, golpeaban persianas, se fugaban a patios y jardines y nos abrían a un mundo paralelo, monstruoso y a la vez, ligeramente especular con la vida diurna. Poco importa, en realidad, qué o quiénes acechan a Kathy y a Christi en el film: las largas tomas de penumbras azules detonan esos miedos remotos y lo provocan a fuerza de una quieta intensidad sobre lo cotidiano. Las ilimitadas capacidades de la tecnología encuentran aquí un obstáculo insalvable: algo está pasando siempre fuera de nuestro campo visual. Y conectar con él, incluso conciliar, es una posibilidad reservada exclusivamente en la infancia. Nada se puede hacer de adulto con esos monstruos que indefectiblemente siempre vendrán por nosotros.