Ya ves que es mejor no hablar
El tango es urbano, es la expresión del hombre olvidado en la gran ciudad, el que perdió algo en algún momento y que sabe que esa pérdida y ese momento tienen que ver con su existencia metropolitana. En la zamba, en cambio, habla el paisaje. En el tango se escucha como murmullo conspirador el tráfico y el tiempo destructor; en la zamba, las ondulaciones cósmicas, el ritmo a veces cansino, a veces juguetón, pero siempre eterno, del tiempo rural. Perseguido y excomulgado, uno necesita la contraseña de pertenencia, el léxico propio, el vocablo expiatorio de culpas y deudas. El otro apela a la frase sencilla, a un lenguaje primero, más cercano a lo que nombra, como si esta cercanía ahuyentara, por lo menos transitoriamente, aquella imposibilidad.