Amor, abandono y olvido
Nombrar como si fuera la primera vez, esa es la idea de la Zamba. Pero esta primera vez no está respaldada por el léxico propio, la vacilación linguística o la metáfora audaz. Esta primera vez se asienta en lo que no está intermediado por la cultura, en el sentimiento primero que se afianza a fuerza de repeticiones y siempre en vecindad con la naturaleza. El paisaje actúa como garante o testigo de este contrato, que todavía pretende no estar roto, entre las palabras y las cosas. Por eso no hay cursilería posible, ni romanticismo trillado. Son unas pocas ideas que se expresan, se repiten, dan vueltas, tratan de conciliar. Estados del alma o, mejor dicho, el alma en diferentes estados que pugnan por hacerse, por primera vez, palabra. Y esa primera vez acontece una y otra vez., se enuncia y se desintegra ni bien enunciada.