lunes, 15 de marzo de 2021

PROVINCIA DE BUENOS AIRES: HOMBRES RICOS, PUEBLOS POBRES

 Provincia de Buenos Aires: hombres ricos, pueblo pobre


Domingo en el centro religioso del país. La cola para entrar a la basílica resulta interminable aunque ágil. Un sacerdote oficia una pequeña ceremonia complementaria, en el pato del frente, a una multitud de fieles  que va rotando. Apretujados, lo cercan hasta quedar acorralado contra las rejas verdes. El final siempre el mismo: agua bendita para todos y aplausos. Allí no hay distancias ni protocolos. Pero la cuestión religiosa no es excluyente en esta ciudad dominical: el pueblo se lanza a las calles, plazas y parques para huir del calor y para el ritual del día en familia. Que abundan. Lo que no abundan son las infraestructuras para contenerlas. El río, que sería algo así como un paraíso de los pobres, está abandonado. En el agua verde flota el desgano y en las embarcaciones arrumbadas, el recuerdo de otras épocas. “Está muy descuidado y casi seco”, me dicen el sábado dos oficiales mujeres de la bonaerense, que patrulla casi todo el tiempo el centro de Luján. Cara de pocos amigos pero amable. Me recomiendan que no baje, que espere precisamente el domingo cuando haya más gente. Un día agobiante con poco movimiento en la destartalada Terminal de micros: los pueblos atractivos como Keen o Villa Ruiz están reservados para el turismo interno y pudiente, ese que desciende de la ganadería y la agricultura y de autos de alta gama, practica equitación o ciclismo en grupo y que paga fortunas por un “almuerzo de campo”. Esta historia se repite en gran parte de la Provincia pampeana, la más rica del país, y también la más “desequilibrada” en cuestión de justicia social. “Vacunate” gritan los inmensos carteles de la Gobernación, a medida que van pasando las poblaciones. “No, ni loca”, insiste la chica del hotel. Hoy leo que la OMS afirma que a fin de año vendrán vacunas “más seguras”. Que la Sputnik todavía no está aceptada en Europa y que varias fueron suspendidas por sus efectos colaterales. “Ni loca”, me retumba en la cabeza. Pocas vacunas, mal distribuidas y varias sospechadas en el Primer Mundo. El pueblo será absurdamente pobre en una región de riqueza abundante; no accederá a la alta cultura y se conformará con el refrigerador bajo árboles que brillan por ausencia. Pero tonto no es. Ni un pelo. La PBA por su extensión y heterogeneidad, tendría que dividirse en varias provincias; abandonar su rol de reservorio de votos y clientelismos varios. Y, definitivamente, administrarse bien. De una vez por todas.