sábado, 6 de marzo de 2021

FORMOSA: LA INDOMESTICABLE

Formosa: la indomesticable


La pueblada formoseña constituye un gesto revitalizador en la política argentina. Es la rebelión de una sociedad harta de un gobierno personalista, afincado en el poder desde hace más de dos décadas a fuerza de mano dura, prebendarismos y un manejo arbitrario de la Constitución. 

En Formosa, como en el resto del NEA, la pobreza se ubica por arriba del 40%, con la mitad de la población ocupada en la Administración Pública. En las ciudades, sin embargo, predomina la actividad privada y comercial. No es causal entonces que el Gobernador Insfrán se haya apresurado a retornar a la fase 1, cuarentena estricta, por menos de 20 casos nuevos. Esta seudopandemia parece tener como objetivo precisamente a las ciudades. Es decir, a esos núcleos donde no solo se concentran las posibilidades de independencia económica sino también las de pensamiento y de libertad de expresión. 

El año pasado, su gobierno negó el retorno de más de 7000 formoseños durante la extensa cuarentena, obligando a muchos desterrados a acampar durante meses en las fronteras de la provincia. Situación que recién pudo revertirse en noviembre, a través del fallo de la Corte Suprema que ordenó la libre circulación y acceso a los que se habían quedado afuera. Insfrán también encerró en hoteles-cárceles o centros de aislamiento a todo aquel sospechado de covid o allegados; en algunos casos, y según testimonios directos, fueron sacados a la fuerza de sus domicilios. Cualquier semejanza con épocas nefastas pasadas, no es ninguna coincidencia. Y si permitió la semipresencialidad en las aulas, fue precisamente en escuelas rurales, alejadas de los centros urbanos. Recordar y comparar los grandes obstáculos que puso el Gobierno Nacional para la presencialidad en el AMBA durante este año, en complicidad con los gremios adictos, alentando la virtualidad educativa como “nueva normalidad” y pasando por alto que dicha modalidad es altamente excluyente, y exclusiva, en un país donde la conectividad, la tecnología y el conocimiento no son igualitarios en todas las regiones y sectores sociales. Lamentablemente, las Universidades Nacionales, que necesitan una buena intervención plural, insistieron en el modo a distancia. Generaciones de jóvenes con títulos de segunda, con empobrecidas experiencias de estudio, intercambio, debate y producción de ideas, en forma presencial,  será el resultado de esta obsecuencia vergonzosa.

 Yendo un poco más atrás, recordar también la persecución a los “desobedientes” de la cuarentena genocida que Fernández, también a título propio y pasando por alto los otros poderes, instaló durante 8 meses, principalmente en la "odiada" CABA, fundiendo miles de emprendimientos, y a familias detrás de ellos, perjudicando la educación, la sociabilidad, la salud mental y salvaguardando económicamente a sus empleados públicos. Clase que va camino al anquilosamiento mental y a la obediencia debida. 

Lo irónico y trágico a la vez de todo este panorama es que en el pobrísimo NEA hay desnutrición y alta mortalidad infantil, hay escasez de agua potable y de infraestructuras básicas, hay indigencia desesperante. Panorama endémico que jamás movió a Gobierno Nacional alguno, y muchos menos a sus gobernadores, a elaborar políticas reparadoras. La pandemia, que no es más que una variante de los virus que nos acechan, y ni siquiera de los más letales, constituyó la ocasión propicia para intentar “domesticar” al pueblo que no estaba esclavizado por el sueldo a fin de mes, el cargo y el voto asegurado. No en vano Insfrán y Fernández son grandes amigos y aliados. Al punto que desde el Gobierno Nacional no se escuchó nada significativo, una feroz condena por la violación de los derechos humanos sobre el despótico accionar del Gobernador durante esta pandemia, por ejemplo. Todo lo contrario: oídos sordos o defensa de estas formas de fascismo, condenadas hasta por los organismos internacionales. 

Esto que ocurrió en Formosa o en CABA el año pasado, se repite en las grandes capitales del mundo. El objetivo no es el de “controlar” al virus sino a poblaciones cada vez más díscolas con sus gobernantes, que confunden la tarea política con un negocio lucrativo y bien privado, y que a la vez, empobrecen los derechos fundamentales, como los sistemas sanitarios. Conceptos como “solidaridad”, “nueva normalidad”, “negacionismo”, “terraplenismo”, “antivacunas”  o “capitalismo bueno” surgieron precisamente para dar un sustento lingüístico a aquellas intenciones ocultas, y de paso, censurar a los que se habían puesto a pensar y disentir. Que en realidad, son los verdaderos enemigos de todo fascismo, que intenta presumir de progresismo protector y benévolo.

En esta misma línea se inscribe la furia altisonante y teatral de la vice durante su descargo por la causa del dólar futuro. Al margen del salvataje personal y familiar por sus multiprocesamientos, el Poder Judicial también representa un obstáculo para estos fines antidemocráticos, para esta forma de gobernar tan caudillesca, practicada por el matrimonio K en el pasado, y restaurada por un Presidente que ganó la elección con el traje de profesor de Derecho de la UBA para quitárselo y convertirse en un insultador serial hacia esos gobernados que no comulgan con la obediencia. Es decir, los independientes. 

Ojalá que estas rebeliones, como la de Formosa, se repitan en todo el planeta y que la domesticada, o reencauzada, fuera precisamente la clase política. Que no es una casta privilegiada sino una servidora pública para el bienestar de sus gobernados. Que no son seres de segunda, a los que se les puede retacear una vacuna para conseguir votos o adeptos. Esa es la lucha que habrá que entablar y esa es la lección que tendrán que aprender, por las buenas o por las malas, como se vio en Formosa, estos modernos fascistas, con discursos progresistas, que gobiernan como opulentos terratenientes. Formosa dio el primer paso de la desobediencia civil frente a una variante del genocidio moderno: quedarnos encerrados a la espera de la muerte para que no nos mate un virus de sospechosa virulencia. 

A no dejar sola a Formosa. Si no, recordar a Brecht: también vendrán por nosotros.