sábado, 21 de abril de 2018

MADRID (3) / ¿PODEMOS?

¿Podemos?

Irene es la encantadora dueña de una de esas librerías marginales que abundan en Madrid. Las de “segunda mano”, que tanto pueden atiborrarse de chatarra como atesorar hallazgos. La chica es politóloga, está haciendo su doctorado en la Complutense, estudia las migraciones y los mecanismos de poder y control en las ciudades, que van más allá de muros y rejas (allí surgió la empatía y una larga charla) y fue alumna de todos los referentes de Podemos. También, está bastante desilusionada. “No se puede saltar de la academia a la gestión política, sin formación previa”, me dice. Y me cuenta algunos entretelones de esa agrupación que prometía y que ahora está sumida en luchas internas. No entiende cómo las clases más desposeídas de España se vuelcan por la derecha y ambas nos largamos a reír cuando tocamos el tema de la oratoria de los respectivos mandatarios. Y dice algo sorprendente: que hay mucha bibliografía argentina en sus planes de estudio. Le digo que la UBA no es lo que parece, que abundan los negociados y los cotos de caza, al margen del declive del nivel educativo; ella me retruca lo mismo de la Universidad española. Le sorprende, sin embargo, estos focos de resistencia que se erigen en condiciones tan adversas, ella con la librería (son varios locales, que realizan una gestión mucho más amplia que la mera venta de libros) y nosotros con la revista, la editorial y el centro de estudios, sin ayuda alguna y sobre todo, totalmente independientes. Afirma que el pensamiento provoca melancolía e impotencia. Hay sólidos mecanismos de estupidización global y lo peor es que tiraron las llaves y nos dejaron adentro, remata. Afuera, arde Madrid: son las horas previas a un partido de fútbol entre dos equipos no locales. Por lo que cada zona de la ciudad está tomada por sus hinchas bajo la tutela de carros policiales y la mirada de turistas y madrileños que escuchan los cantos de unos y otros. ¿Pero por qué no jugaron en Barcelona o en Sevilla?, le pregunto a un vendedor de diarios. Porque es la final de la Copa del Rey, me contesta casi con enojo. No hay camas disponibles en Madrid, me avisa la dueña del hostal: hoy el partido, mañana el maratón Popular. Este dejará paralizada a la ciudad. Me quedo con la imagen de esas llaves tiradas por algún lado.