"Lo mataron al Che", asombrado, en
voz baja, como siempre que se hablaba de política en casa, papá pronunció estas
palabras. La sorpresa de mamá, mi mirada que iba de uno a otra, el olvido
transitorio, el juego urgente. Solo esa escena grabada en aquella primavera
asuncena que empezaba a calentarse: con seis años a cuestas ya era mucho. E
imborrable.