Puebladas
"Estos campos pertenecen a los fulanos, aquella estancia a
mengano, los hijos de sutano se hicieron cargo de todo esto cuando sus padres
fueron asesinados...", contaban los amabilísimos guías lugareños mientras
señalaban el paisaje veloz que saturaba las ventanillas de verde y embriagaba
de aire al fin puro a nuestros pulmones contaminados. Con la tranquilidad del
baqueano, nos narraban crímenes, venganzas, accidentes y herencias,
las grandes tramas, casi de telenovela colombiana, que envuelven a familias
poderosas en pueblos pequeños. Y desfilaban los nombres de la alcurnia local,
esos que, uno ya sabe, son los dueños de la tierra. Pero ¡cuánto choca ver esa
exuberancia, esas extensiones eternas y prósperas reducidas a apenas un
apellido! Para nosotros, tan capitalinos, tan ensimismados en marchas, paros,
decretos, virulencias verbales y agendas rigurosamente vigiladas para
direccionar el pensamiento y entretener el presente, aquel esplendor nos
conmovía y a la vez, aletargaba, como el calor que casi me hace caer al
piso el domingo al mediodía, en el hermoso Uribelarrea. Andábamos por la opulenta
Cañuelas; por Lobos y su popular laguna, allí donde se recrean los juegos y
estrategias de la infancia y de la pobreza; pasamos por el chato Navarro y
enfilamos hacia Mercedes y su satélite Tomás Jofré, un pueblito de 70
habitantes con feria de antigüedades y gastronomía de paladares exigentes y
precios también para pocos. La escala en Lobos fue obligada: la casa natal de
Perón, el museo con recreación de mobiliarios y momentos memorables (pobre,
para la historia inmensa que encierra su nombre) y una plaqueta que nos llamó
la atención: fue donada en 2002 por el entonces gobernador de Santa Cruz,
Néstor Kirchner, y reproducía las palabras del líder, fechadas en 1973: “Yo
quiero que todos los argentinos sepan que nuestro movimiento no es sectario, ni
es excluyente. Todo el que ha querido llegar a nuestro movimiento ha llegado y
ha tenido el mismo derecho que todos los demás. En los movimientos sirven no
solo los de la primera hora sino los de todas las horas…” ¡Qué necesarias para
los tiempos que corren!