miércoles, 30 de diciembre de 2015
martes, 29 de diciembre de 2015
ZONA DE PASO, EL CORTOMETRAJE
Zona
de paso, el cortometraje
El
plan criminal / La traición
Y llegó por fin a internet el esperado cortometraje basado en dos secuencias de
la novela Zona de paso, de Zenda Liendivit, publicada en el año 2000 y re
editada este año por Contratiempo Ediciones. Nuestro agradecimiento total a ese
maravilloso grupo de personas que conforma Agencia Sinestesia, a sus
directores, guionista, equipo técnico, realizadores, que llevaron adelante, con
exquisito talento artístico, la tarea de recrear la
palabra literaria en el registro cinematográfico. Y claro está, a los tres actores
que dieron vida a los personajes centrales de la novela y que, con sus hermosas
actuaciones, también los reinventaron.
Guión y dirección:
Sebastián Mazzini
Dirección de fotografía: Javier Céspedes
Asistente de dirección: Nahuel Levinton
Edición: Kevin Jenkins
Iluminación: Jenny Rico
Sonido: Lautaro Resk
Maquillaje: Merlina Tartaglia
Producción general: Agencia Sinestesia
Actuaciones:
El Poeta: Fernando Casarín
Casilda: María Eugenia López
El Colorado: Ammiel Pardo
Dirección de fotografía: Javier Céspedes
Asistente de dirección: Nahuel Levinton
Edición: Kevin Jenkins
Iluminación: Jenny Rico
Sonido: Lautaro Resk
Maquillaje: Merlina Tartaglia
Producción general: Agencia Sinestesia
Actuaciones:
El Poeta: Fernando Casarín
Casilda: María Eugenia López
El Colorado: Ammiel Pardo
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lunes, 21 de diciembre de 2015
COMUNICACIÓN Y PODER
¿Qué
ves cuando me ves?
En épocas pasadas estaba muy
difundida la idea que la posesión de la información implicaba poder. Siempre
había un dato al que se debía acceder para tener control sobre los otros, una
verdad oculta para la mayoría que fundaba alianzas y complicidades. Era el
tiempo de la hegemonía de los grandes medios de comunicación y de la devota
confianza por parte de sus consumidores. Actualmente lo que ha cambiado en este
juego de posesiones y correspondencias es la mirada del receptor. En principio,
en ningún lado parece encontrarse una relación confiable entre realidad y
palabras. Radiografiar la complejidad de la época resulta por demás imposible
desde un único registro. Hoy día se lee un diario, un semanario de opinión, un
suplemento cultural, como antes Vanidades o El Hogar: con la
certeza de que nada es como para tomárselo demasiado en serio, a lo sumo, como
tema de charla en rueda de amigos, por mala con-ciencia —la cuota de lectura
queda cubierta sin mucho esfuerzo intelectual— o como al abuelo que desvirtúa en
cada relato el hecho acontecido hasta hacernos dudar si efectivamente sucedió
alguna vez. La comunicación periodística funciona en estos tiempos amparada en
un juego de simulaciones: el medio hace como que informa; el público, como que
lo cree. Así, de golpe, se alerta que la educación estatal es un desastre y
está sumergida en una crisis irreversible. O, de tanto en tanto, la ciudad se
transforma en un territorio hostil e inseguro. O, como si fuera un cable de
último momento, se descubre la existencia de pobres, que encima ahora se
sublevan; de territorios desahuciados, como el Chaco, que al parecer su único
problema son estos meses de sequía; de coimas; de negociados de antaño; de
esclavitudes laborales y de sitios infernales en plena capital. Cada hecho es
analizado por el periodismo especializado con la ilusión de hacer creer al
público que el tema en cuestión está en la agenda y es motivo de preocupación.
Si el concepto de poder está en crisis –y lo está desde el mismo momento en que
no se sabe a ciencia cierta dónde está él mismo—, el poder de los medios
tradicionales tal vez sea el que se está llevando, junto con los políticos, la
peor parte (basta una simple encuesta personal –no una auspiciada por
consultoras asalariadas porque caeríamos de la sartén al fuego— para comprobar
que se descree sistemáticamente de casi todo lo que se informa). Y aquí no se
trata solo de aquella fórmula “causa visible-motivo oculto”, como la que
relaciona, por ejemplo, violencia ciudadana e inversiones inmobiliarias en barrios
cerrados, endurecimiento de penas y mayor control policial sobre las áreas de
pobreza. O el desmantelamiento de las universidades públicas y el negocio de la
enseñanza privada. O la que une a premiados y jurados de becas, subsidios o
cargos en amistades de larga data o en alianzas redituables. O las guerras y
atentados terroristas con intereses armamentistas y energéticos y no tanto
civilizatorios o religiosos. No, el descreimiento es más complejo. Yo, como
sujeto moderno, me fundo en no creer en nada que provenga de estructuras
consolidadas que llevan en el propio mecanismo de funcionamiento y
legitimación, en sus normas, formas y dogmas, las estrategias de manipulación y
control —el banquete de Frankenstein: Internet, con su dispersión, pluralidad de
voces, falta de legislación y anarquía, tipo cadena informativa de Rodolfo
Walsh tecnificada, tiende a devorar a sus propios creadores y obliga al proceso
personal de búsqueda, selección, juicio y descarte—. Incluso, y sobre todo,
descreimiento del propio lenguaje. ¿Qué predicado común, qué condiciones reales
de posibilidad, encuentra por ejemplo un hombre occidental cuando se refiere a los
árabes? Discurso poco fiable el que sigue a un sujeto, como tantos otros,
por demás esquivo. Entonces, si no creo en los grandes medios, si no creo en
los políticos, si no creo en academias, instituciones y organismos más cercanos
a cualquier cosa menos a la producción de conocimiento, la defensa de los
derechos o demás causas honorables; si desconfío hasta de los usos del
lenguaje, la única estrategia que le queda a esos poderes decadentes es que yo
no posea los recursos para construir una forma propia de leer, de hablar, de
pensar, de acceder a la realidad, cualquiera que ésta fuera. Y que a la hora de
la verdad —comprar un libro, elogiar una película, aplaudir a un artista,
ignorarlo, de ponerme a favor de los árabes, de los judíos, de la
educación privada, de la pública, de reivindicar el aborto, de condenarlo, de
apoyar el endurecimiento de penas, de relacionar pobreza con violencia y buscar
responsables en otros lados, de asistir a marchas, de no hacerlo, de votar a
fulano, a mengano, en blanco, en fin, de opinar, de participar, de actuar— opte
por la vía fácil: repetir por afasia lo que dicen esos a los que ya no creo y
sacarme el problema de encima. Los itinerarios personales, la vecindad
inteligente, la desconfianza metódica, la crítica, la no imbecilidad como
práctica son las estrategias de resistencia frente a una época que, la historia
lo dice, podría llegar a poner-se nerviosa si cae en la cuenta de que está
perdiendo el control. La infidelidad es dolorosa para el engañado; el ya no
ser, aún más.
(Nota Editorial Revista Contratiempo Septiembre 2006)
(Nota Editorial Revista Contratiempo Septiembre 2006)
jueves, 17 de diciembre de 2015
NOTAS SOBRE EL PRESENTE / ¿QUÉ HACÍAS CUANDO SE FUE LA LUZ?
¿Qué
hacías cuando se fue la luz?
Hay que hacer memoria, sin ella la repetición se vuelve condena y destino: en estos últimos años hubo demasiada distracción interesada en cuanto al poder de los medios de comunicación, específicamente de las grandes corporaciones. Esta alianza que hoy ocupa el gobierno y que genera tanto absurdo desconcierto, venía gestándose de mucho tiempo atrás. A la seducción de aparecer en los grandes diarios y canales, con todos los réditos incluidos, o al temor de futuras excomuniones, o peor aún, a supeditar la existencia a esos reflectores, se resistieron pocos. Hay que hacer memoria y reflexionar por qué estamos donde estamos.sin esquivar responsabilidades. Nada ocurrió de golpe.
Hay que hacer memoria, sin ella la repetición se vuelve condena y destino: en estos últimos años hubo demasiada distracción interesada en cuanto al poder de los medios de comunicación, específicamente de las grandes corporaciones. Esta alianza que hoy ocupa el gobierno y que genera tanto absurdo desconcierto, venía gestándose de mucho tiempo atrás. A la seducción de aparecer en los grandes diarios y canales, con todos los réditos incluidos, o al temor de futuras excomuniones, o peor aún, a supeditar la existencia a esos reflectores, se resistieron pocos. Hay que hacer memoria y reflexionar por qué estamos donde estamos.sin esquivar responsabilidades. Nada ocurrió de golpe.
Esta fue la Nota de Tapa N° 83 de Revista
Contratiempo de mayo de 2011:
SALARIO VITAL, SINIESTRO Y MÓVIL
La cuestión de la independencia tanto en los medios de comunicación como en los centros de producción de ideas es fundamental en la vida cultural de un país, así sea en un periódico o en una universidad pública. Si dos asalariados se encuentran a discutir, y a defender a sus patrones que están en bandos opuestos, nada muy inteligente saldrá de allí. La escena cultural argentina está poblada de estos seudo debates donde la trivialidad, la ligereza, el eslogan y el poco rigor priman por necesidad, digamos, por cuestiones de supervivencia y fidelidad. Estas contiendas supuestamente plurales, supuestamente democráticas, enturbian adrede las posibilidades liberadoras del pensamiento porque se enuncian desde lugares donde se espera un producto diferente al lugar común o al palabrerío. Representan una forma de traición solapada, una pedagogía de la dependencia que tan bien analizó Martínez Estrada en su propia época. Nada se puede esperar de intelectuales o comunicadores comprometidos con los poderes de turno, no importan los lauros con los que se llegue o los largos currículum que se ostente (que dicho sea de paso, también deberían revalidarse de vez en cuando). Salvo algún ring tone popularizado en cuestión de minutos o una catarata de caracteres que se destruirá enseguida. O la sensación de que la indigencia cultural avanza, con sus fervientes predicadores, como el mismo desierto y sin ningún oasis a la vista.
La cuestión de la independencia tanto en los medios de comunicación como en los centros de producción de ideas es fundamental en la vida cultural de un país, así sea en un periódico o en una universidad pública. Si dos asalariados se encuentran a discutir, y a defender a sus patrones que están en bandos opuestos, nada muy inteligente saldrá de allí. La escena cultural argentina está poblada de estos seudo debates donde la trivialidad, la ligereza, el eslogan y el poco rigor priman por necesidad, digamos, por cuestiones de supervivencia y fidelidad. Estas contiendas supuestamente plurales, supuestamente democráticas, enturbian adrede las posibilidades liberadoras del pensamiento porque se enuncian desde lugares donde se espera un producto diferente al lugar común o al palabrerío. Representan una forma de traición solapada, una pedagogía de la dependencia que tan bien analizó Martínez Estrada en su propia época. Nada se puede esperar de intelectuales o comunicadores comprometidos con los poderes de turno, no importan los lauros con los que se llegue o los largos currículum que se ostente (que dicho sea de paso, también deberían revalidarse de vez en cuando). Salvo algún ring tone popularizado en cuestión de minutos o una catarata de caracteres que se destruirá enseguida. O la sensación de que la indigencia cultural avanza, con sus fervientes predicadores, como el mismo desierto y sin ningún oasis a la vista.
domingo, 13 de diciembre de 2015
BIOGRAFÍA
Biografía
El año nos transcurrió, así nos parece ahora, entre escritura,
correcciones, imprentas, valijas y elecciones. Año de intensos claroscuros, con
un raro enero que se llevó a una redacción en París y a un fiscal aquí. El
oficio de intelectual, lo comprobamos, también puede resultar insalubre. Se
ponen en juego las ideas pero también el cuerpo. La pasión y el desgaste: algo
de nuestra salud también quedó por el camino. Pero la historia no empezó este
año, sino mucho tiempo atrás. Por hablar, pensar y, sobre todo, publicar
a la intemperie nos han allanado alguna vez la redacción, con perros y
uniformados incluidos; nos han dejado sin red incontables veces, la
distribución de nuestras producciones (realmente independientes, no solventadas
con fondos públicos ni corporaciones mediáticas) también sufrió sus propios
derroteros. Dejamos amplio testimonio de estas censuras y de estos atropellos
en todos los canales que fuimos abriendo, precisamente, para evitar el
domicilio fijo (al que como Baudelaire, también detestamos). Aquí estamos, con
quince años a cuestas. Con pasados personales, violentos y sublimes, que
comulgan para seguir pensando, resistiendo las atmósferas adversas,
produciendo. ¿Qué más podríamos hacer? La cultura forma parte de nuestra
biografía, no hay posibilidad, ya no a esta altura, de división alguna. Como en
Nietzsche, el pensamiento es nuestra tarea vital, palpitar del espíritu y no
oficio accesorio. No tenemos afuera y sin embargo, allí estamos, allí
permaneceremos, allí seguiremos pensando: los nombres, los hechos, las
circunstancias son y serán apenas contingencias. Revista Contratiempo siempre
será crítica.
martes, 8 de diciembre de 2015
CRÓNICAS PROVINCIANAS / UTOPÍA
CRÓNICAS PROVINCIANAS
Utopía
Qué lejos están estos pueblos de la capital.
Qué distancia emocional, a veces insalvable. Surge la duda, eterna: las
posibilidades tanto materiales como existenciales de estos núcleos comunitarios
pequeños y en muchos casos, aislados. “Es un gran sacrificio enviar a nuestros
hijos a la universidad”, coinciden en Pringles y Laprida. ¿Por qué hay tan mala
comunicación entre pueblos? ¿Habrá algún motivo oculto para esta inconexión,
solo interrumpida en el caso de las grandes ciudades, como por ejemplo
Olavarría? ¿Qué política territorial existe para esta provincia monstruosa, que
tanto puede arrutinarse con una pampa eterna como de pronto verse surcada por
serranías o lagos asesinos, como el mortífero Epecuén, que sepultó a una villa
que jamás resucitó? Allí quedó, como castigada por un designio divino. Como
también, solitarias se erigen las obras del olvidado Salamone, aquel arquitecto
que desafiando los mandatos centrales de la ortodoxia académica dejó en claro
que todo poder siempre estará seguido de su sombra. El pueblo o poblado es una
construcción lingüística, oscila entre el romanticismo del origen, de los
primeros tiempos de la vida recolectora y artesanal, y cierta inquina contra
todo lo relacionado a las innovaciones tecnológicas que configuran una
metrópolis. Pueblo y campo repiquetean a veces como terapéuticas del agobiado
hombre de la gran ciudad; a veces, como retraso. Difícilmente, como
alternativas de producción de formas de vida sustentadas en la solidaridad y la
comunión pero con tantas posibilidades existenciales como cualquier ciudad.
Aquellos vecindarios orgánicos que alentaba Gropius en 1949 frente a la debacle
de la utopía moderna: “Abrumada por las potencialidades milagrosas de la máquina, la codicia
cotidiana humana ha intervenido en el ciclo biológico del compañerismo humano
que mantiene saludable la vida de una comunidad….La vida de la comunidad debe
ser equilibrada nuevamente; el impacto de la máquina debe ser humanizado. La
llave de una exitosa rehabilitación de la comunidad es el propósito de convertir
el elemento humano en el factor dominante…. La ciencia, el arte y la
filosofía están listos para proveer los elementos para un nuevo orden.
Solamente dentro de su propio vecindario podrá el ciudadano actual experimentar
y aprender el procedimiento democrático de dar y recibir. Unidades vecinales
sanas son, por lo tanto, la simiente de mejores relaciones humanas y de niveles
de vida superiores…”
Nos llevamos de Azul, de
Laprida, de Pringles, de Carhué, de la devastada Epecuén, de algunos instantes
de Saldungaray y Ventana, la calidez de los que solidariamente nos
acompañaron en la travesía; nos llevamos también la obra del rebelde Salamone,
el canto de los gallos, el silencio de sus siestas interminables y la soledad
de tantos olvidos que se transitan por sus calles y sus plazas. Y sobre todo,
en miradas melancólicas que nos preguntan si retornaremos alguna vez. Esperemos
que sí.
Fotos Zenda Liendivit / Diciembre 2015
domingo, 6 de diciembre de 2015
PUEBLADAS
SALAMONE, PODER Y TERRITORIO
Puebladas
El tiempo se apiada de nosotros, el día
está soleado y fresco, precioso, azul, como el primero de nuestros destinos.
Después seguiríamos hacia Laprida, Coronel Pringles, Saldungaray y Carhué.
Desde el inicio del viaje, nos damos cuenta, debemos reformatearnos y entrar al
modo pueblo. Saludos de los transeúntes ocasionales que nos ven lidiando con la
cámara de fotos y el viento, la charla amistosa, la mirada curiosa, los perros
vagabundos que ofician de guía y exigen recompensa. “Pero, ¿quién es ese tipo,
Salamone?, nos preguntan sorpresivamente en Azul. Salvo el edificio municipal,
el matadero y el cementerio parecen un poco abandonados. El pueblo parece
abandonado. “Viene muy poca gente. Van más al monasterio trapense, que está a
unos kilómetros de aquí y es hermoso”, nos dice el guía azulino. Le digo que
necesito un retiro espiritual: al parecer solo hay que solicitar turno con
anticipación. No se permiten celulares ni otros dispositivos electrónicos. La
idea cada vez resulta más atrayente. “Todo Laprida debe estar hablando de Uds.”,
se ríe el taxista que nos lleva a Pringles. Nos cuenta que el intendente del
FPV fue reelecto y que está entablando puentes con Macri porque se quedó solo:
allí todos pensaban que ganaba Fernández. Que Michetti es de Laprida, que
conoce a la familia y que incluso el nuevo presidente ya anduvo por allí. Que
el pueblo vive del campo y de la administración pública. Igual que allá, le
decimos, solo que lamentablemente nos falta el campo. Un buen rato del viaje
para hablar mal, sutilmente, de los porteños. Adherimos en todo, pero nuestro
conductor no expresa resentimiento sino sabiduría: la ciudad los está matando,
nos dice.
El perro del matadero de Laprida me sigue
con paciencia. Orejas largas, mirada dulce, actitud sumisa; me detengo para
enfocar, y allí nomás, sus dos patas sobre mi falda esperando la caricia:
acostumbrada a vivir entre gatos, esta fidelidad me desconcierta. El derrotero sigue. En Pringles la queja es
abierta. “Estos pueblos de la provincia se están muriendo, de olvido, de ocio,
de falta de perspectivas”, nos dicen. Hay comunidades que durante los 90 se
convirtieron en fantasmas: fue cuando murió el ferrocarril. Ni hablar de las
comunicaciones: nos cuesta dos micros y una combi llegar de Sierra de la Ventana a Carhué (esta
crónica se escribe durante la espera).
Se entablan diálogos de carretera y yo me
pierdo en esa pampa interminable, monótona y rumiante, solo de tanto en tanto
interrumpida por algún ya viejo cartel electoral. Todavía me resulta difícil imaginar el impacto
de la obra de Salamone sobre estos pueblos de fines de la década del 30. Pienso
en el Barolo y en jueves, 3 de diciembre de 2015
ARTE Y VIDA
Arte y vida
¿Dónde está el arte en la vida contemporánea? ¿Encontrarlo o crearlo? En
cualquiera de los dos casos, ¿todavía es posible? ¿O habría que empezar a
redefinir el concepto? Dudas, interrogantes, cierta angustia también. El arte y
la experiencia estética en las grandes ciudades motorizan los viajes y
travesías. Seguimos rastros, lecturas, recuerdos. Atmósferas sobre todo. Las materialidades tangibles y las otras; las que construyen la época pero también, las que la destituyen. Lo que pasa y lo que resiste.
Fotos: Chicago / Bienal de Arquitectura de Chicago / MoMA (Intercepciones Arte y Arquitectura)
Zenda Liendivit / Noviembre 2015
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