Sucesos paraguayos (1)
1
Aeropuerto Silvio Pettirossi: el nombre todavía suena
extraño, me crié en una época en que casi todo llevaba la impronta de Stroessner.
Su derrocamiento en el 89 obligó a renombrar ciudades, instituciones y
calles con la improbable certeza de que con aquel gesto el pasado quedaría
desterrado. Es inevitable: todavía escucho los ecos.
2
Plaza Uruguaya: “Temática cultural”, reza en los carteles de
acceso. La librería "El lector" ocupa uno de sus laterales. Allí encuentro una
novela de Gabriel Casaccia, “Los exiliados”. Hay otras carpas que surgen como hongos
entre la vegetación, una de libros paraguayos; otra, con el angelical rostro de Manuel Ortiz Guerrero, gigante, en una de sus fachadas. Libros y verde que fracturan una periferia desolada, una combinación ligeramente fuera de foco
en un centro cada vez más abandonado. El proceso de urbanización que se repite
casi como una receta en otras ciudades latinoamericanas: la descentralización y
la formación de núcleos privilegiados, barrios y zonas exclusivas y cada vez más
excluyentes.
3
Hotel Guaraní: el centro, las marquesinas, las cuatro salas de cine, la
confitería El Bolsi y, claro, el Guaraní hegemonizando cualquier perspectiva. Entonces
era un complejo de cine, hotel, confitería y casino. Su arquitectura le
otorgaba a la ciudad el visado a la modernidad. De nada servían las tejas, los
aljibes, los patios, las galerías, la siesta: Asunción se inmortalizaba en
postales y folletos turísticos a través de ese volumen triangular que emergía
rutilante. Ir al Guaraní era un acontecimiento, "Krakatoa al este de Java" y el
licuado de durazno a la salida. Pero sobre todo, la interrupción de la vida
barrial y cierto encandilamiento por el mundo adulto que había abolido arcadas
y clasicismos.
4
Lluvia y frío, el pasado que insiste y el presente que se
impone: así corren estos días de mayo en Asunción.
Vista desde el piso 11 del Hotel Guaraní / Hotel Guaraní / Plaza Uruguaya (librerías y acceso)
Fotos: Z.L (Mayo 2014)