El amor prostituido
Apropiarse del espacio metropolitano, específicamente de su centro, no es conquistar a la doncella adinerada y pura sino someter a la prostituta de acuerdo a leyes propias. Se posee a la ciudad a través de la economía pero también del lenguaje, y en estas variaciones del discurso hay más prostitución que en la sociedad mercantilista que impone la modernidad. Las máscaras que caen y son sustituidas de acuerdo a los vaivenes políticos y económicos son el rimel de las trabajadoras del sexo que inquieta a Baudelaire. Buenos Aires es como esa mujer que circula de mano en mano y que elige el atuendo de acuerdo al cliente de turno (el sur proletario, el norte acomodado, el centro burgués, la ciudad liberal, la moderna, etc.). Ella es la que mueve a la acción, y no la que mira lánguida desde los balcones y salva al fracasado de su ruina.