Traición, tradición y destino
Tres ejes que se cruzan constantemente en la obra de Arlt y lo acercan a Doblin, así como Buenos Aires también se espeja en la Berlín de entreguerras. O las formas de abolir el destino, o el sitio de la tradición, a través de la traición. Para hacerse cargo del presente, es necesario, por motivos de supervivencia, iniciar un proceso de destrucción. Pero la acción debe encontrar su correspondencia vital en el espacio que la configura. La traición (y sus equivalentes como el amor prostituido, la deslealtad, el crimen y la invención) es el elemento que hace entrar en comunión al hombre moderno que se ha quedado sin fundaciones (y sin fundamentos) con esas coordenadas móviles de espacio-tiempo en continua transformación. Pero el problema de Erdosain es el mismo que el de Biberkof: esa destrucción también los alcanza. Döblin sin embargo tiene una salida más acorde con Benjamin: si la experiencia no es posible, queda la comunidad. En Arlt, no sólo la experiencia no es posible sino tampoco lo es la realidad. La Buenos Aires de Arlt no es exactamente la de Martínez Estrada. Allí no hay anemia, al contrario, hay exceso de vitalidad tecnificada. El problema es cómo evitar convertirse en el insumo necesario para alimentar esa maquinaria sin recurrir al mito de la tradición (o como no ser el primer Borges).