Los extranjeros
Cuando uno es extranjero no lo es sólo con relación al país de residencia. También, y con mucha frecuencia, se termina siendo un poco extraño para el país de nacimiento. Esto ocurre sobre todo cuando se lo abandonó por mucho tiempo. Ambos países nos lanzan una mirada desconfiada: uno, por no reconocer, con justa razón, como nativo de su suelo al que no nació en él. El otro, porque hay algo de traición en el abandono, en la sustitución del suelo natal. También es cierto que los que poseen certificados de nacimiento de otras tierras no son los únicos extranjeros. Así como tampoco, dicho certificado es excluyente para sentirse como tales. En realidad, creo que la condición de extranjero está íntimamente ligada a la relación que se tiene con el territorio de la infancia. Por eso, para los que somos extranjeros, un poco extraños ya para nuestro país de origen, nuestra patria termina siendo la infancia. Algo tan cierto, y a la vez tan ficticio, como irrecuperable.