OBJECIÓN DE CONCIENCIA Y ABORTO:
Falta de debates y genocidios
varios
Somos cultores
de la objeción de conciencia y de la desobediencia civil (a esta última la
aplicamos durante la cuarentena y aún ahora). Pero en el caso del aborto es
diferente. Hay vidas en juego, la mujer embarazada y el feto/embrión. La Ley, si se aprueba claro está,
debe contemplar la posibilidad, en el ámbito privado pero también en la
instancia pública institucional, de la posibilidad irrefutable del NO. Porque esa es la verdadera "objeción de
conciencia": decir NO a algo que viola las convicciones íntimas, sean
morales o religiosas más allá de en qué ámbito se ejerza la profesión. De todas
maneras, sospechamos que con o sin ley, nada cambiará: las mujeres de clase
media y alta, que ya se lo practican y pagan con sus prepagas en cómodos
consultorios (y no solo en la “opulenta” CABA sino también en los barrios bien
acomodados de cualquier provincia) seguirán haciéndolo, solo que sin costo y sin
disimulo alguno. Y las mujeres humildes, esas que forman parte de los casi
20.000.000 de pobres de la
Argentina actual y sobre las que las abortistas y Gobierno no
parecen preocuparse demasiado, no llegarán ni a la sala de primero auxilios
porque el problema, más que sanitario es cultural. Al margen, pero tema
central, de que falta un debate serio, a nivel nacional y no urgido por
presiones políticas. Es indudable que el Gobierno desea cumplir con las
promesas verdes del mismo modo en que no cumplió con los jubilados. A unas les
promete una ley que divide la
Argentina en dos; a los otros, los manda a la muerte
silenciosa. Genocidios por ambos lados.