lunes, 6 de abril de 2020

DIARIO DE LA PESTE / EL SOBRANTE SOCIAL

El sobrante social

Según medios internacionales, hay literalmente una masacre en los ancianatos del primer mundo. Afirman que los muertos por el virus son muchísimos más que los oficiales. Francia, España e Italia están en la mira. Hay que recordar que en EEUU también empezó en los asilos de Seattle y Miami, allá por los primeros días de marzo. Recordemos también los problemas que tuvo Macrón con los chalecos amarillos (grupos que literalmente paralizaban la capital francesa con sus protestas) por su reforma previsional "solidaria" a fines del año pasado y principios de este. El mundo entero occidental reconoce que hubo un empobrecimiento paulatino de los sistemas de salud, desde insumos hasta formación profesional. Un epidemiólogo argentino reconoció que muchas muertes pudieron deberse a que los profesionales no estaban preparados no para la pandemia sino para el proceso de intubación y manejo del instrumental. Casi una película de terror. El sistema de salud solo sirve si es redituable: Si hay prepagas que cobran aranceles siderales y brindan trato diferenciado a los que llegan por obras sociales. Por ese motivo el ministro de esa cartera casi pierde el puesto al afirmar que había que expropiar el sistema y estatizarlo. Pero el problema es que tampoco la salud pública, en la Argentina, escapó a las variables del primer mundo. Fue desfondada, como la educación y la cultura, dando impulso a lo privado. Las clases medias hace rato abandonaron las escuelas públicas; a los hospitales van los más vulnerables del sistema y si la UBA sigue teniendo prestigio, es por historia. Es una universidad saqueada por clientelismos, negociados y programas bien pensados para que de allí no salga nadie con capacidad de criticarla. Del Conicet, ni hablar: se subsidian investigaciones, viajes e insumos a temas que no solo no interesan a la sociedad sino que jamás serán volcados a ella. Un despilfarro de recursos, pagado por todos, y un trabajo vitalicio asegurado para aquellos que supieron posicionarse. Los adultos mayores no son los únicos perjudicados. Solo que ahora fueron las víctimas directas, visibles, de toda esta cadena de “genocidio” selectivo. En ese contexto, el gobierno manda al matadero a miles de jubilados, en plena cuarentena, en una noche helada, a cobrar sus magros ingresos. Y se respalda y resguarda con el relato remanido: desestabilización por parte de la oposición; imprevisibilidad por no saber que a “los abuelos” les gusta ir al banco, e hipocresía de los que le piden un esfuerzo de sus sueldos siderales. Y ahora, para rematarla, literalmente, planifica “abrir” la cuarentena: justo cuando los expertos vaticinan un pico de contagios. ¿A qué exactamente están jugando?