Piedras que laten
Que Tandil es una
belleza, resulta una obviedad. Que su estructura urbana central esté fundada en
la estética, ya no tanto. Y esto va más allá, mucho más allá, que el cuidado
puesto en el mobiliario público o en los edificios neoclásicos perfectamente
conservados. Remates, perspectivas, espacios trabajados y una estudiada
comunión con el entorno hablan de una voluntad formal infrecuente en estos
privilegiados pueblos de la Provincia de Buenos Aires. La primera impresión (la expresión es literal, es la primera vez
que vengo y tengo apenas 24 horas) es que el entramado de serranías que la
rodea no solo la condiciona sino que, en algún punto, la desafía a un orden
reticular y a una belleza "civilizatoria" que recuerdan también su propia
historia. De fronteras, malones, revueltas, negociaciones y genocidios. Belleza
trágica, entonces. La de hace dos siglos pero también, de la historia reciente.
Fotos: Z.L. Enero 2019