Utopías perdidas
Desesperados
deseos de singularidad y sin embargo, ¡cuánta masificación! Heterogeneidades en
pugna que buscan su lugar: en Nueva York se tornan aún más visibles estos
afanes por la diferencia perdida entre multitudes. El español a ratos parece la
lengua original. Pero, ¿qué español? El habla de México tiene poco que ver con
el de otros países aledaños. Se nota una menor población árabe y una suerte de
latinoamericanización de la atmósfera. Seguramente para horror
de Trump, que tiene torres por todos lados y de tanto en tanto, los móviles de
sus canales televisivos andan dando vueltas anticipando lo que se vendrá en
noviembre. Clinton y él dominan la escena periodística, con artillería pesada
incluida. “Trump podría poner en peligro el Estado de Derecho, dicen estudiosos
de EE.UU", titula hoy el New York Times. Hay inquietud y se nota: algo de
esos gestos civilizatorios, que se defienden a ultranza y constituyen señal de
identidad y diferencia, corre peligro en manos de tanto grito desaforado. Los
guetos abundan en esta convulsionada Nueva York; en Brooklyn conocimos el
barrio de Williamsburg, un intento por fundar comunidad y reinsertar el arte a
la vida cotidiana. Dicen, sin embargo, que el capitalismo está haciendo de las
suyas, de nuevo, al elevar los precios de alquileres, fundar turismo de lujo y
espantar a los artistas hacia otros territorios. Al parecer, no son épocas para
utopías. Ni siquiera en el primer mundo.