Nos estamos yendo de Nueva York. Lo cual
siempre es un poco difícil. Ciudad de contrastes irreverentes, fastuosa y
degradada a la vez, que fascina y repele con la misma intensidad. Nos quedan
las charlas, los encuentros, la errancia, algunas reflexiones sobre los modos
de la cultura en las grandes metrópolis. No siempre alentadoras. Este viaje
reforzó la necesidad de una construcción alternativa: urge pensar fuera de
monopolios, academias e instituciones, de estructuras que necesitan
de la circulación del capital como fin último (aunque con ello, a veces, dieran
formas bellísimas). Aquí, en el centro del mundo, pero también en Buenos Aires.
Pensar una cultura y un arte “descarrillados”, que originen comunidad de
sensibilidades afines. Es la búsqueda y el objetivo: pensar la ciudad es pensar
hoy las formas de vivir, las atmósferas a construir y las geografías a demoler.
Nos vamos de la bellísima e intensa Nueva York, ciudad que facilita la
masificación y la diferencia. Nos quedan también algunas instantáneas dando
vueltas en la cabeza. Y el deseo, claro, de pronto retorno.