sábado, 20 de julio de 2013

OTROS MÁRGENES URBANOS / LAVAPIÉS

LAVAPIÉS
El barrio de la luz

Atardece en Lavapiés. El ocaso invade el colorido de los edificios y llena de melancolía el barrio. En la atmósfera se confunden el secreteo amoroso de los jóvenes que se arriman a la plaza, la intimidad de las ropas colgadas en las ventanas y la charla de amigos. Un anciano se acerca y nos cuenta la historia del lugar: que es uno de los más antiguos de Madrid, que era la judería y hasta había una sinagoga, que más allá, siguiendo la calle de la Fe, están las ruinas de la Escuela de las Pías, ahora transformada en Biblioteca, en ruinas pero biblioteca. Para mantener el espíritu del barrio. Y que desde hace alrededor de una década es territorio ocupado por inmigrantes, indios, marroquíes, nigerianos, bolivianos, ecuatorianos, chinos, por eso el deterioro, porque el Estado lo dejó en el olvido, agrega convencido. En Lavapiés las calles suben, bajan, se estrechan y tienden a extraviar a los que no son del lugar. Se suceden los teatros independientes, las galerías de arte, los bares literarios, muchas veces en espacios oscuros, reducidos, como según dicen son la mayoría de las casas de departamentos. También abundan las marquesinas y los carteles escritos a mano que ofrecen soluciones a problemas sentimentales, tarot egipcio, comida centroamericana o de Bangladesh, y trámites de ciudadanía en cuestión de horas. Lavapiés es bohemio, bullicioso, precario, tiene aires de ghetto y de guarida, de exilio y añoranzas, de aristocrático deterioro. De alguna manera la heterogeneidad y el olvido son sus formas de resistencia. Resistencia a la Madrid monumental y anónima que está a solo unas pocas cuadras de distancia.