La literatura como problema
Escribir implica que existe un problema y la escritura se propone como un espacio de reflexión sobre el mismo. La literatura, en este caso, funciona como una forma de conocimiento, una superficie de exploración, de tanteo, un merodeo alrededor de un núcleo conflictivo. Algo en el lenguaje literario, en sus mecanismos y desplazamientos, lo vuelve preferible sobre los otros discursos, no literarios, algo que tiene más que ver con la naturaleza del problema que con las intenciones del escritor.
Cuando la literatura abandona este uso reflexivo, se vuelve ejercicio de imaginación, terreno para fantasías taquilleras, ingenio, demostración de saberes o cualquiera de las variables de casi toda la literatura contemporánea.