La maquinaria, las consignas y las pestes
Todavía algo me hace ruido en esta serie. Tal vez cierta obviedad que se intenta contrarrestar con un guión donde abundan las palabras malditas, lanzadas como proyectiles, y cierta jerga política-mediática de "detrás de escena". Obviedad en el armado de una maquinaria productora de consignas que bajarán con criterios de verdad al mundo entero. "Basta ya de tanto vídeos de madres gay. Subamos algo más crudo", dice uno de los hijos del poderoso Logan, intentando aceitar el streaming, pata fundamental de aquella. El problema es que desde la misma HBO se puede comprobar este funcionamiento: se torna difícil encontrar una serie donde los protagonistas no fueran de "minorías" (urge redefinir este concepto), no anden temerosos de ser cancelados y donde el feminismo está haciendo estragos con su moralismo puritano. En otras palabras, el mismo canal actúa de prueba, testigo, fiscal y juez al mismo tiempo. Lo que de alguna forma, desactiva el efecto. Por otro lado, si en Succession el mal no va in crescendo, tendremos más capítulos mediocres como el fallido cumpleaños del díscolo Ken. De todas formas, vale la pena verla. Así de paso nos enteramos del entramado que solventa esa maquinaria de consignas, servidas en bandeja en cada dispositivo las 24 horas del día, los 365 días del año. Así sea para construir un futuro Presidente de los EEUU, mantenernos entretenidos con las peripecias de una mascota. O por qué no, una peste y sus taquilleras vacunas renovables, con sus respectivas prescripciones que pone contra las cuerdas al sistema democrático y lo lanza a extremos nada recomendables. Que de eso sí, no se habla en ningún lado.