Prohibición y rebelión
Vuelvo a leer este epígrafe que encabeza “Vida de monstruos”, mi libro sobre Roberto Arlt. Pienso en sus personajes, en Erdosain, en él mismo, en Bataille mismo: algo siempre hay que violar para conseguir una libertad que, definitivamente, no está del lado del Bien. Para el mecanismo que constituye el sistema capitalista (y en extensión, cualquier sociedad y Estado), con sus reglas y leyes, no es la obediencia lo que "realmente" importa sino la prohibición. Ese acto que nos vuelve, de una forma u otra, infractores, puesto que todo ser humano, en algún momento, sueña con la libertad perdida. Posible mirada sobre los interminables decretos y restricciones, aquí y en el resto del mundo, en relación a esta vuelta de tuerca del capitalismo llamada “pandemia”: no se espera la obediencia a algo que resulta imposible de cumplir (cerrarse a las posibilidades vitales), sino los efectos del verbo, el acrecentamiento tanto del concepto de infracción como los de regla y punición.