martes, 18 de agosto de 2020

HISTORIA Y ARQUITECTURA DEL INDIVIDUALISMO MODERNO

Historia y Arquitectura del individualismo moderno

Empezaron con los canales de chat allá por mediados de los 90, chats temáticos o de intenciones amorosas. Pero algo fallaba: las redes sociales entonces perfeccionaron el mecanismo: solo/a, frente a la computadora, con “mi espacio” donde ejerzo soberanía, poder de aceptar o rechazar, bloquear o buscar, y me publicito, acumulando nombres, seudo amigos (de esos que no van a tu velorio porque les queda lejos). Pero siempre con la narrativa de la comunidad como eje central. Sensación de comunidad: se imitan los procedimientos, las formas, los gestos, y se vacía la posibilidad real. Entre el otro y yo, una pantalla. No fue suficiente: cundo hubo que salir a protestar, a agruparse, a comunicarse, allí renacían las multitudes, y las sociedades recordaban su origen, y arrasaban a su paso ciudades, organizadas paradójicamente por esas redes expulsivas de lo “común”. Había entonces que ir por más. Barbijos (primer obstáculo a la hora de entablar una conversación); DSO (el espíritu fundador de esta cuarentena crónica); la prohibición de reunión (no la respeta nadie, pero la prohibición está, y eso es lo peligroso); la incerteza de su extensión en el tiempo, el del aislamiento y el de las prohibiciones. Pandemia que fertilizó, y perfeccionó, este convulsivo siglo XXI con el antídoto para aquello innominado y sobre todo, incontrolable: las multitudes indóciles.
(Foto: Berlín contra las restricciones / Agosto 2020)