Traicionada: al borde de los acantilados
Ya el primer capítulo de la excelente telenovela turca ofrece una escena de antología: concentra, en apenas unos minutos, todo lo que vendrá después. Detonador, causa y consecuencia, no solo muestra hasta dónde puede llegar la furia de una mujer engañada, sino cómo esa potencia se independiza incluso de aquella y traza sus propios y cada vez más violentos itinerarios. De a poco, estos van dejando en claro que la cosa no empezó con una infidelidad sino que viene de mucho más atrás. Una herencia maldita donde el pasado se ilumina, como un sol negro, sobre las cabezas de desesperados mortales que intentan salvarse de la lava ancestral que los condenó hace rato. Asya, Volcan y Derin, pero también sus padres, sus hijos, sus amistades, en un juego de correspondencias, dobles y ficciones "contadas al otro" para lograr efectos, bien a la manera de Borges, que no harán más que alimentar la catástrofe inminente. No es casual tampoco el diálogo constante de esa ciudad relativamente pequeña y chismosa con la naturaleza, y el fracaso reiterado del ser urbano frente a la fuerza primigenia que se espeja en la violencia de acantilados y mares furiosos. Que más que escenarios, constituyen tal vez el motor que empuja al drama hacia los bordes de la tragedia.
Traicionada no
reniega del género, todo lo contrario, lo enfatiza. Y lo lleva a su máxima
expresión para desde allí, bien desde lo alto, lanzarnos, como lo hizo con las
sucesivas generaciones de padres e hijos, al abismo de las pasiones. Objetivo último
de cualquier obra de arte.