jueves, 23 de enero de 2020

VILLA GESELL, ¿CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA?

Villa Gesell: ¿Crónica de una muerte anunciada?


Una patota, muy bien dotada físicamente puesto que practica un deporte de contacto y de alto riesgo, se ensaña hasta la muerte con un joven. Ocurre en una ciudad balnearia donde, casualmente, no existe infraestructura de vigilancia y control con la que sí cuentan sus prestigiosas vecinas. En Villa Gesell no hay grandes teatros ni casinos, apenas un par de cines. La movida suele estar orientada hacia jóvenes que precisamente huyen de estas estructuras digitadas por las grandes corporaciones del entretenimiento (donde tienen crucial influencia las comunicacionales) para inventarse nuevas formas del disfrute estival sin pagar peaje, y alejados de sus familias (algo así como los nietos de aquellos hippies sesentosos que entonces paraban ahí). Abundan las fiestas en la playa, el alcohol desde temprano y el deseo de la diferencia. Nada de lo anterior justifica el argumento de "ciudad descontrolada" con la que se la pretende estigmatizar ya desde hace varios años. Estigma que lleva, claro está, el sello de territorio no sujeto a aquellas poderosas inversiones con el fin de constituir centros de placer, ocio, consumo y negocios no siempre legales ligados al taquillero verano. Para estos capitales, Gesell es un desperdicio de kilómetros de bellísimas playas convocantes de ese público tan codiciado como esquivo, como es el joven. Tomemos por ejemplo el caso de Las Vegas, la “ciudad del pecado” implantada en pleno desierto de Nevada. Allí se puede andar tranquilamente por la calle con una bebida alcohólica, de vistosos colores y en sofisticados recipientes, a cualquier hora del día; donde se suceden a todo lo largo de Las Vegas Boulevard, su arteria principal, suntuosos hoteles-casinos, teatros, boliches, espectáculos, shows, shoppings y por supuesto, una variada oferta prostibularia. Juego, alcohol 24 hs, consumo y multitudes de turistas de todas las edades y nacionalidades, diversión garantizada. Claro está que Las Vegas está rigurosamente vigilada para que no exista descontrol alguno, lo que sería devastador para los millones de dólares que circulan ininterrumpidamente, de día y de noche. Cuando a una ciudad que podría reportar jugosos dividendos se la empieza a demonizar, siempre habría que preguntarse qué sigue después. Lamentablemente suelen sobrevenir medidas "higiénicas". Es decir, la preparación del terreno para que desembarquen esos capitales ávidos de enseñorearse sobre cada territorio potencialmente redituable que todavía no conquistaron. Así opera el capitalismo. Y los medios de comunicación son sus principales aliados.

Habría que preguntarse también, más allá de los autores materiales de este asesinato, ¿dónde está la responsabilidad de la Provincia de Buenos Aires en cuanto a privilegiar zonas y dejar otras libradas a su suerte, aun conociendo el cóctel explosivo que anualmente se prepara en ellas?