Basada en hechos reales
Después de ver “Basada en
hechos reales”, de Polanski, no pude evitar pensar en el agotamiento. Figura
peligrosa de por sí, sombra que acecha a todo creador. ¿Habrá una próxima obra
verdaderamente relevante o ya me quedé sin palabras? ¿A quién que escribe, piensa,
produce no le pasó alguna vez? El problema es cuando el desafío no se visualiza
como tal. O porque ya no se lo puede afrontar. O porque se llegó a la
conclusión de que la época no merece el esfuerzo. Entonces, el gesto repetido,
el piloto automático, la ratificación del nombre propio a costa de la propia
obra. Lo trillado y hasta lo oportuno (dos mujeres, dos escritoras, erotismo
medio lésbico, dobles, etc., etc.). El film es tan predecible, con clisés
repetidos hasta el hartazgo, que a ratos parece paródico. Inocuo. La inquietud
personal, sin embargo, es bien real y desequilibrante: el papel en blanco, las
ideas fugitivas y brumosas que no se aquietan, la tentación del atajo, y la
incertidumbre de si, a nosotros también, ya nos habrá llegado la hora.