domingo, 10 de mayo de 2015

ESCRITURA Y PELIGRO

No solo no se puede hablar de lo que se ama: hay que mantener distancia. La escritura literaria es material inflamable. Un campo minado: sabemos de la existencia del peligro pero no las coordenadas de la detonación. Ese pensamiento que seduce, a veces hasta la exasperación, solo admite el merodeo. A riesgo de un encandilamiento replicante. O de una convulsión que incluso puede devenir silencio. Pienso en Foucault que no quiso conocer a Bataille por exceso de admiración. Pero pienso también en Baudelaire, en Artaud, en Fitzgerald, que se acercaron demasiado. Hay en esas escrituras, qué duda cabe, una feroz síntesis: el ser que se confundió con el objeto de su deseo. Un mundo que terminó sacrificándolos.

Radicarse en la imposibilidad. O en una posibilidad siempre a destiempo. Una apertura que en todo caso, siempre llega tarde o demasiado temprano. Posesión a costa de pérdida: la pasión amorosa y la escritura poética comparten el mismo movimiento. Las estrategias de una imposible resolución sin embargo son diferentes: la distancia y la suspensión en el primer caso; el lenguaje destituido y restituido, en el segundo.

(Del libro "Obsesiones", en construcción)