jueves, 25 de agosto de 2011

EL PLANETA DE LOS SIMIOS

NO
Después de más de ocho años de  tranquila vida hogareña, de cuidados, de ser tratado de igual a igual, lo primero que se le ocurre decir a César, el personaje central  de El Planeta de los simios, es no. Y con esa negativa funda todas las demás. Ni la esclavitud ni la vuelta a casa: el ancestro de los amigos de Charlton Heston ya sabe  lo que quiere. De la monumental vista de San Francisco, desde las alturas de los árboles, a la aterradora escena de la estatua de la libertad enterrada, hay un largo camino donde una especie reformula su historia y su futuro y se convierte en otra cosa. Nada muy alentador, la mirada de César ýa nos tendría que haber alertado. La libertad a manera de Sartre encuentra aquí su principal escollo: los esclavos, demasiado humanos, se convierten en esclavizadores y la historia vuelve a empezar sin grandes variantes. Y ninguna distopía: con la civilización de los hombres alcanzaba y sobraba.