Algo para recordar
No recuerdo exactamente qué nos motivó a fundar hace siete años una revista de cultura. Tal vez teníamos tiempo, ganas de comunicar, fue por algún desengaño o tal vez por aburrimiento. La internet entonces era diferente. Territorio fértil para viejos y nuevos negocios, los legales y los otros, para antiguos placeres ahora reformateados, para el ocio y el gasto improductivo, la web había acelerado el tiempo moderno y esto fue a la vez su distintivo y su perdición. A la velocidad se le agregó la facilidad, y ambas lo volvieron poco fiable para la buena conciencia de la alta cultura, que siempre había ostentado la lentitud, el sacrificio y sobre todo su derecho a la legitimación. No parecía admisible que las nuevas condiciones de producción, a contrapelo de las tradicionales, pudieran generar no sólo objetos valiosos sino otras formas de valoración. Así, en el terreno cultural, la virtualidad fue demonizada por frívola y liviana mientras que lo serio quedaba resguardado en los viejos ámbitos con el salvoconducto de la materialidad. Producir cultura en la red era sospechoso (y no en el sentido prestigioso del término) o adolecía de extrema marginalidad. Hay que hacer memoria: esos fueron nuestros primeros años. Y tal vez por ello fueron fascinantes. Porque éramos pocos y mal vistos. No haremos, sin embargo, la historia de la actualidad. Pero parecería que en el transcurso de este tiempo hubo una verdadera transvaloración de los valores y hoy lo raro es precisamente la ausencia: no estar en la red genera desconfianza, se presume inexistencia o poca confiabilidad.
Hace dos años desembarcamos en el mundo real con Revista Contratiempo Impresa. Ahora, para celebrar estos primeros siete años de tarea ininterrumpida, lanzamos también en papel nuestro periódico, un espacio periodístico para seguir pensando. Estará en la calle entre diciembre y enero.