domingo, 20 de septiembre de 2015

CINE: LA CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO / MEMORIA Y OLVIDO

Memoria y olvido



En febrero de 2013 tuvimos la oportunidad de visitar una muestra sobre el nacional-socialismo en el Museo de la Ciudad de Munich.  La exposición hacía foco en la cuestión publicitaria del régimen: medios de comunicación, periódicos, revistas, emblemas, pegatinas, proclamas, humor, uniformes y toda la parafernalia que apuntaba a la seducción y, sobre todo, al adoctrinamiento de las masas. En el pequeño microcine se exhibía también un cortometraje sobre desfiles de carrozas, otro recurso de la época, donde se enfatizaba el clamor que despertaban en las multitudes Hitler y el resto de la cúpula. Un grupo de chicos de secundario caminaba al lado nuestro por los pasillos un poco laberínticos del museo. Ellos, que apenas un rato antes estaban haciendo las tonterías propias de su edad en el hall de entrada, ahora se quedaban absortos frente a los mostradores vidriados. No era obediencia escolar lo que transmitía ese inusual silencio adolescente sino una suerte de espacio vacío que parecía materializase entre la documentación exibida y el cuerpo de los jóvenes. Una brecha tan insalvable como paliativa en aquella atmósfera asfixiante. Memoria, legado y olvido es lo que actualiza “Laberinto de mentiras”, el hermoso film de Giulio Ricciarelli. O qué hacer con el pasado cuando todavía no se posee la distancia protectora del tiempo. Nadie está exento a apenas 20 años, tiempo en el que transcurre el film y que muestra el origen de un descomunal juicio a los jerarcas nazis y también el fin de la inocencia, pero, ¿se está libre después de 70 u 80? Ya lo sabemos: el pasado difícilmente entra al pasado. Y si a veces simula olvido, encuentra siempre la manera de retornar. De cualquier forma.


Foto: Museo de la Ciudad de Munich (La noche de los cristales rotos, 1938)