lunes, 30 de diciembre de 2013

2014


2014


A los amigos incondicionales; a los lectores que siempre están allí; a los colaboradores, imprescindibles artífices de esta revista; a los alumnos del Centro de Arte y Pensamiento; a las instituciones y empresas que nos acompañan desde hace 13 años:

¡Nuestros mejores deseos para el 2014!

(y para los que están atravesando momentos difíciles, todo nuestro apoyo, afecto y solidaridad)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

ESCRITURAS RIGUROSAMENTE VIGILADAS

Escrituras rigurosamente vigiladas

Las escrituras digitadas siempre constituyen un peligro. Un riesgo de preservación antes que de ruptura. A esta afirmación la precede otra: toda escritura literaria busca constantemente su salida de sí, su puesta en tensión con lo establecido. El entredicho. La literatura cuando no plantea un conflicto es producto de la fantasía o la mera repetición de fórmulas probadas. Esto no significa que deba ser ella misma un conflicto,  para escribirla y sobre todo, para soportarla en la lectura. No existe relación alguna, seria por lo menos, entre la dificultad del signo y la tensión que la literatura conlleva. Tampoco es necesario apelar al diccionario de antónimos y sinónimos para que la literatura sea considerada culta y reflexiva, y no confundida con las expresiones populares o las del mero pasatiempo. El registro literario es al fin y al cabo una forma diferente de conocimiento. En ningún momento sus modos están escindidos de las tensiones vitales que subyacen en ella, ni siquiera en Henry James o en Flaubert. La seducción de la escritura nace de un pensamiento seductor, de un quiebre que jamás llega a las palabras pero que subyace a ellas, como las fundaciones de cualquier construcción que permanecen invisibles en la forma final pero no por eso ausentes. Es tan inútil construir una prosa atractiva sin un pensamiento atractivo como construir una casa sin cimientos. Esta es una de las primeras perversiones de los escritores vigilados por cualquiera de los sistemas de legitimación que los apaña: ajustarse al mismo canon que los convalida y sobre todo, los convalidará en el futuro. Los volverá, a decir de Steiner, enseñables, enseñados o redituables. La escritura que de entrada se pone en deuda con modas, linajes y valoraciones de otros, que generalmente jamás escribieron una línea, corre el serio riesgo de convertirse en un ejercicio confiscatorio de sus posibilidades de ruptura. En un clon con éxito garantizado por repetición pero desfondado por la misma razón. La literatura no es, como las ciencias, un acto deudor del pasado en progreso a fin de construir el corpus que alimentará investigaciones futuras. Considerar a la literatura y al pensamiento como ciencias o saberes acumulativos es un retroceso para las posibilidades creativas. Segundo vicio: La literatura formateada por colegiaturas, ya fueran académicas o mercantiles, se convierte en un dispositivo de control no solo de la práctica en sí sino de las posibilidades de lo pensable. Dictar el canon de lo enseñable y/o vendible (muchas veces, están en estrecha comunión) es también marcar los límites de las posibilidades de la literatura como experiencia estética. Constituye una forma de garantía de que esos márgenes no serán desbordados y le harán entrar al censor en un camino sin retorno. Incluso en el de su propia destrucción (Baudelaire, Joyce, Kafka, Faulkner otra vez). En el arte, en la filosofía y en la literatura existe en el imaginario una secreta espera, la llegada de ese mesías que vendrá a desmantelar fundaciones y abolir hegemonías de larga data. El establishment lo sabe; por eso, cada tanto, construye a sus propios trasgresores, seudovanguardias a las que lanza y recambia según soplen los vientos. Y sobre todo, procede a la excomunión de todas aquellas experiencias que no encuentran un molde bendecido previamente y que intuye, contienen el germen de aquella destrucción.  La excelencia y la redituabilidad suelen ser los pretextos. Como corolario a estos controles y vigilancias se gesta una época indigente y anquilosada. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

PERVERSIONES CULTURALES / EL PATRÓN DE ESTANCIA

Perversiones culturales (1) 

Radiografía del patrón de estancia



La figura del patrón de estancia no solo pervive en los ámbitos comerciales sino que está inserta en casi todos los órdenes de la vida. Las esferas de la educación y la cultura no están exentas de ella. Al patrón de estancia se lo reconoce a simple vista porque tiene la particularidad de ocuparse más de los negocios de la cultura que de la cultura misma. Como Zelig, aquel famoso personaje de Woody Allen, se lo encuentra en todas partes, no solo para acrecentar poder sino para convertirse en una marca registrada, en garantía de calidad más por constancia que por productividad. El saber, para este personaje, suele ser lo de menos; sin embargo, necesita el prestigio que le otorga una atmósfera supuestamente alejada de las cuestiones lucrativas. Entonces, parapetado detrás de este imaginario, salvaguardado por el prejuicio, actúa como operador de bolsa, siempre pendiente del valor de sus acciones. Que en este caso, es su propio nombre. El patrón de estancia trafica influencias, otorga favores y dádivas, ocupa lugares estratégicos de poder, se expande con aires de terrateniente, conquistando espacios ajenos y tejiendo redes de contacto por dentro y por fuera de sus dominios, a los que administra como auténticos feudos. Nunca hace nada demasiado importante pero simula estar siempre absorbido por los más profundos intereses (uno no sabe a ciencia cierta qué mismo es lo que hizo a lo largo de su publicitada trayectoria). Se rodea principalmente de seguidores que ostentan el rasgo que más admira: la obediencia bovina, y que orbitan como planetas a su alrededor a la espera de la vida y el sentido. El funcionamiento de estos grupos por lo general es hermético. No son amigos entre sí sino que conforman una sociedad donde los secretos, las intrigas, los chismes pero sobre todo, las deudas y favores, circulan como garantía y salvoconducto. Como el jefe supremo, tampoco hacen nada demasiado interesante, hasta a veces se acercan a la figura del parásito, pero también se publicitan vistosamente. Para el patrón de estancia, la inteligencia y la creatividad del otro, del extraño a sus dominios, suelen ser enemigos acérrimos porque ambas develan el carácter arbitrario de sus cargos y posiciones. Que a veces son encumbrados. Cuando se enfrenta a este tipo de peligro, actúa como cualquier poder fascista: lo hace desaparecer. Invisibiliza al rebelde, lo sofoca tensando los hilos de aquel entramado, cercando así las posibilidades de sobrevivencia, y refuerza a la vez el poder corifeo de su tropa. El patrón de estancia no es solo un personaje mediocre sino un mediocre astuto y peligroso. Opera, precisamente, socavando las bases en donde se inserta, demoliendo cuanto talento o inquietud no colonizable encuentra a su paso. Por lo que su peligrosidad se eleva cuando ocupa cargos educativos. Como su objetivo principal es el analfabetismo ilustrado que lo sostenga en el poder el mayor tiempo posible (para administrar la posteridad quedan los seguidores), puede llegar a desmantelar generaciones enteras que caen en sus territorios. Sumirlas en la desmotivación que provoca todo horizonte alambrado de expectativas. Es el domesticador por antonomasia de todo espíritu libre y creativo, por lo que los jóvenes son sus principales víctimas. Pero el patrón de estancia en la cultura y la educación no es un caso singular, no es un psicópata que se apoderó de un espacio ni un alienado inconsciente de sus propias limitaciones. Es un producto, tal vez el más perverso, de la misma estructura educativa y cultural que genera la posibilidad de su existencia y le da amplias garantías de supervivencia y buena salud.


jueves, 12 de diciembre de 2013

lunes, 9 de diciembre de 2013

MÁS NOTAS SOBRE CULTURA / ADMIRACIÓN Y HOMENAJE

Homenaje
La palabra me genera cierto escozor, una especie de malestar intelectual. Pienso en estatuas y calles, y el desagrado se agrava. Pienso, inevitablemente, en los conceptos de sumisión y vasallaje, en algunas variantes feudales de la humillación. En pleitesía con aires monárquicos. Un gesto anticrítico como pocos. Si el homenaje es colectivo, si nace como corolario impostergable de la admiración de una comunidad hacia algo o alguien, con bases de legitimación muy poderosas, puedo conciliar provisoriamente con el término. Si se trata de una maniobra para acrecentar poder, y sobre todo, organizada solapadamente por el propio interesado, la cuestión roza el patetismo y el ridículo. Pero a la vez, se convierte en un gesto muy moderno: es, al fin y al cabo, el espíritu de una época que necesita ídolos como brújulas y escucha, como Ulises no lo hizo, el adormecedor canto de sirenas.


Admiración
Siento admiración por varios, pero no ando rindiendo homenajes. A lo sumo, la expreso convirtiéndolos en parte de mi propia obra. Una efímera comunión donde la relación admirado-admirador se transforma en detonante, no en objetivo final. Paradójicamente, sin embargo, resulta indispensable vencer la seducción que ejerce el otro, tomar distancia, exorcizar el embrujo, desencantarme. Allí estaría la diferencia entre las posibilidades de escribir un texto crítico o elaborar un panfleto celebratorio. Entre la experiencia y la repetición, entre la admiración y el homenaje. Entre la amistad intelectual y el amiguismo interesado que funda amos y vasallos.

domingo, 8 de diciembre de 2013

TEATRO / LAS SIETE OBRAS CAPITALES






















La cuestión capital


El profesor se va enfureciendo, la alumna lo observa desesperada: no entiende nada de lo que dice y encima le duele la muela. El otro sigue, habla y habla, del lenguaje, de las lenguas, de las raíces y traducciones, de lo inefable de las diferencias y de la experiencia; la chica se retuerce, suplica, se tira al piso: termina acuchillada.  El público, que reía ante los exabruptos de él y los chillidos de ella, enmudece. Es Ionesco, y claro, no hay más que hablar. Entonces la transformación, el furioso vuelve a ser el viejo vulnerable; la criada y fiscal ahora es cómplice, y la chica muerta, cosa entre cosas. Y el ciclo que se reinicia. Después, personajes que se rebelan y deciden cambiar el final en mitad de la representación, lo consultan con el autor, ausente entre el público. ¿Y ellos?, dice uno señalando en nuestra dirección; no importa, contesta el otro, no se darán cuenta, creerán que es parte de la obra. Entonces, el gran final, así se llama la obra, todos felices, amor en el aire, frases trilladas, la vida es bella y telón. Y hay más, basura romántica que oficia de moderna celestina ante la desesperante soledad; un teléfono que incomunica; la nieve que es lugar, escondite y sepultura; y un oficial de justicia que, a manera de Kafka, abomina de la justicia. Y los desopilantes curas de la congregación que articulan los relatos y nos van introduciendo en la liturgia de artistas metamorfoseados en guionistas, autores, directores y actores, la vocación que exhuma de los poros, del cuerpo, ese que sale a escena, que se ofrece en ritual. Siete obras, como las notas musicales, como los pecados capitales, como los días de la creación. Es teatro, es noche de magia y comunión. (¿Quién andaba diciendo que todo está perdido?)




lunes, 2 de diciembre de 2013

TRECE AÑOS / ESTANCIAS EN EL DESIERTO

NOTA DE TAPA N° 103 | NOVIEMBRE 2013
TRECE AÑOS
Estancias en el desierto:
Política, Educación y Cultura en
Argentina


Cuando definíamos la nota editorial por los trece años de la revista nos topábamos siempre con el mismo problema: la repetición. Ya lo habíamos dicho muchas veces. Pensar y producir en la Argentina es una tarea ardua; hacerlo a la intemperie, aún más. Pero cuando esa intemperie se convierte en desierto, adquiere las formas de un apostolado. Una cosa es pagar el precio por una independencia a ultranza. Y otra, muy diferente, que la superficie de acción estuviera viciada en sus mismas entrañas. Hay una corrupción de base muy ligada al pensamiento y a la cultura y a sus modos de producción. Cultura de bases corruptas y a la vez, una corrupción como valor cultural. Este pensamiento trasciende, o se transversaliza, a todos los estratos y campos, no es inherente a un gobierno o a un ámbito específico sino que está instalado como base fundacional de la sociedad. Esta corrupción se sostiene en considerar a la cultura no solo como una mercancía sino como un medio para fines esencialmente instrumentales. La apropiación terrateniente del saber, y de sus espacios, cumple el mismo rol colonizador que en el pasado lo hiciera la posesión de la tierra, tan bien descripta por Ezequiel Martínez Estrada en suRadiografía de la Pampa. Universidades inmóviles; institutos y centros de investigación que funcionan como cotos de caza y ámbitos para hacer negocios y acumular poder; espacios vallados también como si se trataran de estancias pampeanas; formas obsoletas; planes de estudios desactualizados; restricciones en el acceso y en la circulación de las producciones realmente independientes, etc, conforman apenas un breve pantallazo de esta situación. Pregonar que se quiere una cultura y un pensamiento críticos mientras que las acciones se dirigen exactamente hacia el lado contrario constituye no solo una hipocresía sino un eficaz sistema de silenciamiento e inmovilización. Una sociedad con una cultura paquidérmica que desertifica lo que encuentra a su paso no tiene buen pronóstico. Los espacios del conocimiento tienen que ser abiertos y dialogantes, con docentes que sepan transmitir el placer del estudio y no burócratas que se aferran a sus cargos y no los largan ni aunque les llegue la hora, formadores de alumnos domesticados, repetidores como autómatas de las lecciones heredadas. O desconcertados y desmotivados, que deambulan por pasillos de facultades y de la vida. Se precisa renovación permanente, aulas agitadas, lecturas creativas, relación con el afuera, pasión por lo que se hace y cómo se hace. Pero sobre todo, es imprescindible develar que el actual estado de cosas es un contravalor y no una credencial de prestigio y pertenencia. Ninguna política educativa puede prosperar sino se desprende de estas reaccionarias telarañas del pasado. Ninguna sociedad puede darse el lujo de suicidarse dilapidando su extraordinario capital humano y empobreciendo el carácter emancipador de su cultura. Esta es la gran deuda de los gobiernos progresistas y tal vez, la causa de muchos de sus fracasos. Y si somos perseverantes y nos repetimos, es porque también somos conscientes de que tenemos un espacio de producción y difusión de ideas, un espacio díscolo, (realmente) independiente: no nos interesa caerle en gracia a nadie a la hora de trazar un diagnóstico sobre lo que, al fin y al cabo, es nuestro campo de vida. Sí, en cambio, tenemos compromisos vitales con nuestros lectores; y entre ellos, con las nuevas generaciones frente a las que nuestro silencio adquiriría las formas de una perversa complicidad. Esto lo venimos sosteniendo desde hace años. Trece años.

domingo, 1 de diciembre de 2013

LA SOSPECHA / EN EL NOMBRE DEL HIJO


En el nombre del hijo
Dos niñas desaparecen en cuestión de segundos. Un padre está dispuesto a mover montañas o desmantelar un pueblo, descender al infierno y negociar con el mismo diablo. La tierra se convierte de golpe en territorio devastado y liberado. Ya no hay lenguaje posible ni representaciones. Ya no hay iguales ni humanos, ni reglas ni leyes: hubo una monstruosidad y hay un monstruo para enfrentarla, dispuesto a aquel desmantelamiento territorial y lingüístico. Films como "La sospecha" (o también "El sustituto") nos ponen a prueba. O en contacto. Aquí Hollywood no es pedagógico ni justificativo, ninguna lectura entre líneas de permisos libertadores o justicieros. Aquí el terror actúa como espejo secreto, tal vez hasta mordaz, de ese umbral y su cercanía al mundo legislado. Umbral que a veces se sitúa a apenas unos (atroces) metros de distancia de nuestra propia puerta de calle. 

jueves, 28 de noviembre de 2013

NOVEDADES REVISTA CONTRATIEMPO / NOVIEMBRE 2013























ULTIMAS NOVEDADES NOVIEMBRE 2013

Editorial:
Trece años | Estancias en el desierto: Política, Cultura y Educación en Argentina
Arte, Danza y movimiento:
Entrevista a Edgardo Mercado: "Evitar lo tradicional y sus formas preestablecidas" | Myrna Cappiello
Cine y Literatura
Taciturnidad temporalizada: "Las babas del diablo" y "Blow up" | Martina Bruno
Historia, Política y Territorio
Un ejemplo electoral ocurrido hace 455 años | Rodolfo C. Roetti
La administración de los pueblos de indios después de la expulsión | Norberto Levinton

FICCIONES
Anticipo Editorial | 
"Las tramas secretas. Cuentos de suspenso y misterio" | Zenda Liendivit

CONSTRUCCIONES 2014:
Revista Contratiempo N° 4 
Fronteras
Imágenes del Norte (enero 2014)
Videos







lunes, 25 de noviembre de 2013

CINE / EL QUINTO PODER


Oscilación constante, entre el heroísmo y la miseria; la lealtad y la traición; la belleza y el horror. El Quinto Poder es la historia de un justiciero o la de un ególatra desmesurado, con el mundo como objetivo a demoler. Assange hace mucho ruido, y no solo mediático: ¿Cuáles son las puertas que abre y cuáles clausura esta lucha de David contra Goliat? Y si el quinto poder existe, ¿cuál es la naturaleza del mismo? Espionaje, traición, manipulación y delación. Visibilizar lo oculto. ¿Pero qué es lo oculto? ¿Las entrañas o el entramado? ¿Se procede contra las fundaciones o se llevan más ladrillos a la pared? Assange sigue haciendo mucho ruido.

sábado, 23 de noviembre de 2013

PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN / REVISTA CONTRATIEMPO

Próxima actualización / Noviembre 2013

Trece / Cine y Fotografía: Taciturnidad temporalizada: acercamientos que producen fragmentos / Arte, Danza y Movimiento: "Evitar lo tradicional y sus formas preestablecidas" / Las tramas secretas (relato) / Novedades 2014 ...


jueves, 14 de noviembre de 2013

FRONTERAS / DE ALGECIRAS A TÁNGER

De Algeciras a Tánger


La claustrofobia me lanza afuera, a la cubierta del ferry: una masa de agua rodea la embarcación en oleadas gigantes, enfrente, atrás, a los costados, y se extiende en el horizonte horadando el cielo encapotado. El movimiento pendular no me deja avanzar, me aferro a lo que encuentro y me quedo allí, como el botín de dos tempestades. Y eso que hoy no está tan movido, ¿eh?, me dice un marinero que atraviesa la cubierta como si estuviera en el living de su casa, recoge unas sogas y suspira, el mar, dice, me mira y se ríe. La visión del Gibraltar enfurecido abisma al cuerpo y al alma en una ensoñación que adquiere las formas de una entrega: la impotente certidumbre de que allí, el destino, el azar y la fatalidad están jugando a las cartas.


El color del lugar

De dónde es Ud., me pregunta el vendedor de la tienda de artesanías. Vengo de España, le digo. No, me dice, de más atrás. Habla en un castellano difícil, como casi todos en Tánger. De Argentina, aclaro. Niega con la cabeza, busca las palabras exactas, no las encuentra. No, de más atrás, insiste. Me empiezo a desconcertar, ¿cómo puede alguien en África distinguir el matiz, eso de que no soy argentina sino paraguaya? Le aclaro, sigue negando con la cabeza. El se impacienta cordialmente, yo me impaciento disimuladamente. Tu historia, me dice, contento de haber encontrado por fin esa palabra. Pienso, mi historia, bien, le hablo de mis abuelos. Alemanes, españoles, sirios… allí sonríe, ancha, fresca, la sonrisa de oreja a oreja, ya me lo imaginaba, dice y no quiere saber nada más de mis otros ancestros, Ud. tiene el color del lugar, concluye.
El color del lugar, sin embargo, y sobre todo mi nombre, que tal vez equivalía a las anas y claras del habla hispana, me detuvieron en la frontera el día anterior durante más de una hora. Los hombres estudiaban el pasaporte, hacían llamadas telefónicas, hablaban entre sí, no me miraban. Era la última pasajera, la que no podía franquear el acceso al continente africano vaya a saber por qué, sentada sola en el ferry, ese que había sorteado el Gibraltar y ahora estaba varado frente a Tánger a punto de iniciar el retorno a Algeciras. Cuando el barco encendió el motor, me llevaron a una oficina en tierra firme, que por suerte tenía ventanas. Allí, con el rostro apoyado en la palma, el codo en la mesa y una expresión de aburrimiento mortal, recordaba el breve diálogo que había mantenido un mes atrás con un oficial del consulado. ¿Para qué quieres ir a Marruecos?, me preguntó con amabilidad mientras me extendía el pasaporte con la visa sellada, como dejando en claro que solo se trataba de una mera curiosidad. Pero ahora estaba allí, con la comunicación interrumpida en todos los frentes, ni palabras ni gestos ni miradas, se había terminado el mundo occidental y yo estaba literalmente atrapada en sus bordes.

jueves, 7 de noviembre de 2013

LIBROS / EL CENTRO Y LOS VÉRTICES

LIBROS

EL CENTRO Y LOS VÉRTICES 

Zenda Liendivit
Ensayo / Contratiempo Ediciones
Prólogo
Escribir implica que existe un problema y la escritura se propone como un espacio de reflexión sobre el mismo. Las diferentes formas estéticas planteadas en este libro —la literatura, el arte, el cine, los viajes, la ciudad, la infancia, las pasiones, las miradas sobre la actualidad— funcionan como superficies de exploración que tienen el objetivo común de pensar una época. No se trata de abordajes disciplinares, mucho menos de estudios con formas investigativas pautadas de antemano. Todo lo contrario: interesan en sus relaciones, en lo que hacen entrar en vecindad pero también, en lo que abisman y extrañan, en sus intercepciones a veces inesperadas. Cada texto breve conforma un vértice que siempre aspira a detonar un centro imposible, a tensionar un espacio, a volverlo singular. El discurrir tiene mucho de vagabundeo azaroso poblado de esas intensidades que oscilan entre las cuestiones eternas y las trivialidades de la vida cotidiana. El centro y los vértices es un libro personal que pretende, como cualquier obra, convertirse en material de construcción de épocas futuras. Anidan en él gérmenes de próximos libros: un ensayo sobre Borges, una novela sobre el amor y el destino y un cuaderno de travesías, tal vez una biografía. Se escuchan también rumores de anteriores. En todo caso, la escritura es el vértice, el centro, la obsesión y el problema.

A la página de la Editorial

lunes, 4 de noviembre de 2013

NOTAS SOBRE FRONTERAS / EL INMIGRANTE Y EL ESCRITOR

El inmigrante y el escritor


La inmigración es la guerra por otros medios. Todo migrante va a la conquista de un territorio y en ese gesto hay una secreta correspondencia. La prosperidad frente al espejo negado. Ni murallas, ni vallas electrificadas, ni mares furibundos: las fronteras están para ser franqueadas, para saldar una deuda de la que, como en Kafka, se desconocen sus orígenes. Pero en el instante del cruce no solo la lengua moviente entra en suspensión sino que la local saca a relucir su facticidad legisladora. O su instinto de supervivencia. Suenan las alarmas, se prepara el primer frente de combate: hay una presencia allí nomás que la pone en riesgo, que la obliga a cerrar filas, a pertrecharse en sus orígenes, a desempolvar alcurnias. Si el enemigo es numeroso, la batalla se sabe perdida de antemano. Pero no inútil: la lengua donará el armamento con el que se lo derrotará en otros frentes: el ilegal, el clandestino, el indocumentado…. Cuando es singular, puede llegar a desmantelar estructuras, atentar contra el espíritu feudal que rige a todo canon, generar una grieta por la que caerán sin condena pero también sin gloria eterna sus antiguos propietarios.

jueves, 24 de octubre de 2013

FRONTERAS / NOTAS PREVIAS

FRONTERAS
Notas previas

I
Un pensamiento que se piensa en las fronteras reniega de entrada no tanto del centro sino de cualquier definición. Se torna indeciso. Esquiva a la lengua en lo que esta tiene de fáctica. Es el habitante de zonas fronterizas que se instala en la confluencia como forma de resistencia. En algún momento se vuelve conflictivo. El pensamiento en las fronteras comparte con estas poblaciones la precariedad y el azar. No goza de derechos instituidos, para actuar sobre ellos se exige siempre el aquietamiento y la definición. Las credenciales de origen o el vacío.


II
El concepto de frontera está ligado, muy secretamente, al de traición. La indecisión levanta un manto de sospecha sobre un espacio que hace tambalear dos conceptos. O dos territorios (la moderna Buenos Aires de Borges donde se extranjeriza la República o la cuestión de la tradición argentina como re lectura del afuera). La escritura literaria se ubica en un horizonte donde la palabra siempre está en fuga, en ese nunca decir lo que está diciendo, y de alguna forma, traiciona al lenguaje común. Migra, jamás se aquieta. El buen escritor, en el fondo, siempre es un traidor y un extranjero.

martes, 22 de octubre de 2013

NUEVA YORK: EL RUIDO Y LA FURIA

PENSAMIENTO Y CIUDAD

Nueva York: el ruido y la furia

ZENDA LIENDIVIT



Encontrar un lugar donde el espíritu se sienta a gusto, como en casa, no suele ser tarea fácil en esta época. Ningún espacio garantiza de entrada esta conexión, ni siquiera el que se habita por costumbre. Aceptar un lugar no es lo mismo que interactuar con él, habitarlo y que nos habite, que nos integre y a la vez, que nos incomode para evitar la atrofia. Sigue siendo una mal de la época suponer que el espacio es un sujeto al que según qué predicado le incorporemos, será más o menos efectivo, más o menos redituable. Dejar su estudio o sus formas de proyectar exclusivamente en manos de especialistas es tan absurdo como suponer que la lengua acatará los límites del alfabeto o los dogmas de alguna academia. La intensidad no suele ser mensurable como tampoco domesticable. Participar de ella, ser atravesados por ella, nos pone en riesgo y a la vez, en apertura. Es entrar en el juego y en la espera, percibir el rumor y el claroscuro, lo que dice y muestra y aquello que se sustrae al secreteo. Pero así como el lenguaje puede propiciar el palabrerío, esa falta de contenidos verdaderos para comunicar, también la ciudad puede transformarse en territorio estéril para la experiencia. Hay ciudades triviales como hay mala literatura y arte descartable, independientemente de sus posibilidades económicas.
Los continuos movimientos poblacionales y las constantes innovaciones tecnológicas actúan directamente sobre la idea de ciudad de los grandes centros mundiales y obligan a redefinir el concepto mismo de territorio. La contaminación lingüística, los usos y costumbres importados, las formas autóctonas de apropiación del espacio así como la formación de otras multitudes, con sus propios itinerarios, generan flujos y transversalidades que no solo atentan contra las infraestructuras establecidas sino contra las propias formas de producción y circulación de bienes tanto materiales como simbólicos. Y de alguna manera, siempre variable, también contra el concepto de nación. El extranjero es el protagonista diferencial de estas ciudades contemporáneas. El alto nivel de xenofobia e intolerancia imperantes no acompaña sin embargo a este nomadismo que ya se ha convertido en el modo de vida de millones de personas, y favorece el fortalecimiento de los guetos, o de la ciudad pensada en fragmentos, donde las estratificaciones en el seno de cado uno serán entonces reflejo de lo que acontece en la totalidad. Existe sin embargo una gran diferencia entre aquellas ciudades donde la fragmentación genera núcleos resueltos en sí mismos y las que aún sosteniendo la diversidad, la integran al conjunto y hacen de este cosmopolitismo su credencial de identidad mundial.
En Nueva York esta promoción de la diferencia se sustenta a nivel espacial,  principalmente en el trazado de la ciudad y en los usos de ella a nivel comunitario. El gueto sale de sí y entra en efímera comunión con propios y extraños, residentes y visitantes, a través de la apropiación del espacio urbano. No hay lugar para el asombro, esa emoción que con aires de moralismo correctivo suele disfrazar sutilmente la condena o la reprobación, porque toda la ciudad está surcada por la presencia de lo otro. La mezcla de lenguas, costumbres, vestimentas, usos y perfiles encuentra su máxima expresión en  un proyecto de ciudad que apunta a que cada metro cuadrado de espacio público  sea apropiable a fin de sostener el ritmo y provocar, precisamente, el vértigo y el deseo de estar allí. La historia y la herencia la obligan, por otro lado, a que esos flujos de intensidades traducidos en multitudes estables y transitorias produzcan ciudad y a la vez, la ciudad los produzca, prestigiosamente, a ellos. El arte, la cultura, la comunicación y, principalmente, la ficción, ocupan un rol protagónico en estos procesos. Nueva York es en sí misma una experiencia estética: ella está pensada como materia moldeada por alientos plurales donde el individuo se verá confrontado con la diferencia que lo extraerá a cada paso de sus habitualidades. Nueva York responde al modelo de ciudad donde las multitudes vuelven a ser las protagonistas no ya como masas mecanizadas sino como flujos con autonomía de movimiento que se entretejen con la propia trama urbana. Ellas, como las multitudes de Baudelaire, constituyen fuerzas que se entrechochan, entran en tensión, producen efectos y a la vez, son producidas por ellos, generando a su paso un vacío que exige a cada instante una forma y una resolución. Esto está dado principalmente por el turismo y las migraciones pero también por las diversas formas que adquiere el trabajo y los modos de subsistencia. En Manhattan, cualquier espacio puede convertirse en ocasión y destino, y ser resignificado a la manera del ocupante ocasional. Del mismo modo que el capital privado provee usos y mercancías estratificados de acuerdo a cada grupo social, el espacio urbano se flexibiliza ofreciendo estas posibilidades de transformación y, de alguna manera, de integración, a fin de que precisamente esta heterogeneidad que funda y sostiene la ciudad, y su prosperidad, no presente grandes focos de conflicto visibles. Pero también el uso dinámico y participativo del nivel cero contrarresta la deshumanización de sus rascacielos y del propio ritmo metropolitano. Al lujo ostentado en tiendas, ocio y construcciones, se le contrapone esta intensidad del uso de la ciudad, donde cada quien puede elaborar su recorrido, elegir el perfil y la atmósfera, instalarse o pasar. La marca fundacional  de la nación, esa épica civilizatoria del individualismo, será el requisito indispensable para la pertenencia simbólica y material a este espacio altamente cualificado y a la vez, representativo como ningún otro del éxito de aquella gesta: el hombre común devenido héroe moderno.
Más allá de la literatura y la filmografía que obran en el imaginario del que la visita y la habita, pero que a la vez también forman parte del entramado pedagógico, el mismo mecanismo de la ficción participa en la construcción de la ciudad. Si de alguna forma cada sector de Manhattan conforma una escenografía para que siga el show, no es menos cierto que este show ininterrumpido genera efectos de verdad sobre el resto del mundo que posa su vista en ella, imita sus gestos, sus modos, sus líneas de acción y espera ansioso el próximo capítulo, como se esperaban las entregas semanales de los folletines del Siglo XIX o las revistas provenientes de París con las últimas novedades en moda, costumbres y arquitectura. No solo Broadway sale a la calle a capturar espectadores, Hollywood la elige como escenario dilecto de sus producciones o las grandes cadenas televisivas interactúan con su audiencia en diferentes niveles. En Nueva York hay héroes y malditos, grandes tragedias y grandes resurrecciones, increíbles hazañas de hombres comunes y florecientes extranjerías, hay íconos arquitectónicos que sintetizan la ciudad y sus transformaciones y alturas mitológicas que actúan como recordatorio de los límites infinitos a los que puede aspirar la voluntad cuando se vuelve potencia creadora. Esta mezcla de realidad y ficción estructura redes de significación que serán transmitidas, por todos los medios posibles, a los otros centros urbanos que aspiran a reproducir ese modelo triunfal que a la vez constituye el espíritu de la época: una forma de ser y de estar, una cierta atmósfera que hay que respirar para no perder el tren de la historia que cada vez pasa a mayor velocidad. Una información que, al fin y al cabo, se territorializará en cada región a la que arribe. Así, cada ciudad moderna tendrá sus zonas privilegiadas, las que invariablemente estarán rodeadas de sus respectivos Bronxs o Broklyns pobres, traducidos en villas, asentamientos y otras formas de precariedad habitacional de los que quedaron afuera.  El proceso de sustraer el territorio de gran valor simbólico y material a los que no consiguen insertarse en el sistema se repite en toda ciudad que se pretenda conectada a aquella información central. Pero si cada metrópolis debe tener sus barrios bohemios, con fábricas recicladas y aire desencantado, donde deambula una progresía con redituables pretensiones vanguardistas, al estilo Soho, Greenwich o Chelsea; o sus guetos de patrias en miniatura, como Chinatown, Litle Italy, Harlem y demás, tampoco hay que escandalizarse por el rechazo neoyorquino a ciertas migraciones. El gesto se repite casi idéntico en cualquier región del planeta que reciba contingentes expulsados de sus propios territorios,  así sean los africanos que no sucumben en el mar y llegan a las costas europeas o los pobres de países limítrofes que suelen ser depositarios desde el mismo lenguaje de los males de la ciudad. Toda esta población descartable queda recluida en la periferia no solo geográfica sino también existencial. No participa del glorioso canto a sí mismo sobre el que la capital del Siglo XX, a decir de Frampton, aleccionó al resto del mundo occidental. La receta del éxito viene con contraindicaciones que hay que respetar a rajatabla a riesgo de contraer novedosas enfermedades, para las que, por el momento, no hay remedio conocido.

martes, 15 de octubre de 2013

NOVEDADES EN REVISTA CONTRATIEMPO

Novedades Revista Contratiempo
Octubre 2013 (primera entrega)


ARTE Y LITERATURA
JORGE LADINO GAITÁN BAYONA

JESSICA SEQUEIRA

PENSAMIENTO Y CIUDAD
ZENDA LIENDIVIT

NORBERTO LEVINTON


Otros Textos:

NOTA DE TAPA N° 101
Entre sicarios y periodistas

LITERATURA Y PSICOANÁLISIS
EDUARDO A. LEÓN

ZENDA LIENDIVIT




viernes, 27 de septiembre de 2013

NUEVA YORK (8) / MANHATTAN 2















Wall Street / Puente de Brooklyn / Edificio Seagram / Música en el parque
Gran Central / Rockefeller Center

NUEVA YORK (7) / MANHATTAN












Museo Metropolitano (MET) (fachada e interior) / Exposición Museo de la Ciudad / Museo de Arte Moderno (MoMA) /  Museo Guggenheim / Public Library (jardín e interior) /
The New York Times (fachada e interior)

lunes, 23 de septiembre de 2013

NUEVA YORK (5) / HARLEM

Harlem

Es el African day, me aclara el vendedor del mercado al que entré porque me había quedado sin baterías, te gusta, me pregunta, sí claro, le digo, y él entonces agradece y se golpea el pecho con el puño, con dos golpecitos como latidos del corazón, cómo no habría de gustarme, bailan y parece que le hicieran bailar al pavimento que pisan, al viento que sopla fuerte y al mismo sol que se desparrama esta bellísima tarde de septiembre. Gritos, algarabía, baile y música, es domingo y hay desfile de comunidades en Harlem, todos ataviados con los colores nacionales, Ghana, Somalia, Mali, Togo, Marruecos, pero también cultores del hip hop y asociaciones varias, todos bailan, gritan, a veces parecen gritos de guerra. La policía corta el tránsito, estamos en el Bulevard Malcon X camino al Luther King, parece carnaval pero no hay carrozas, solo el colorido de los trajes y por supuesto, la danza. Bailan, bailan y bailan, a veces en forma sincronizada, otras, solos. Hola, cómo estás, espero que la estés pasando bien, me dice un hombre, tendiéndome la mano, todo vestido de traje negro y con una amplia sonrisa, casi lo confundo con algún pastor evangélico pero no, es candidato a contralor de la ciudad de Nueva York que salió a hacer campaña, atrás un ayudante me pasa el volante, el candidato sigue su marcha, con la sonrisa electoralista a cuestas. Ahora las chicas hacen una coreografía que repiten a todo lo largo del desfile, un bamboleo con una pequeña cesta en la mano, se bambolean y rompen los corazones de varios, es curioso, hay pocos turistas, la mayoría es local, sacan fotos, filman, se reconocen y se saludan a los gritos, agitan las banderas, vivan al país y siguen, sin dejar de bailar. Regreso por el Bulevard Luther King a tomar el metro 6, atravieso un puente, me recuerda a Puente Lanoria, mendigos, basura, gente que deambula, no va ni viene, deambula, la música sigue pero ahora proviene de los puestos que venden hip hop, jazz, gospel, blues, suena Fitzgerald, Franklin, mezcladas con Bob Marley y Holliday. Harlem y Barracas o Villa Riachuelo, pienso, esa constante de la prosperidad en tener su propio patio de atrás.








domingo, 22 de septiembre de 2013

NUEVA YORK (4) / LA CIUDAD INTENSA

La ciudad intensa
Manhattan es imprevista, a pesar de su trama ortogonal: algo parece estar pasando siempre en calles, plazas y plazoletas, en veredas y umbrales, en grandes avenidas y en pequeñas transversales. El distrito más próspero de Nueva York responde al modelo de ciudad donde las multitudes vuelven a ser las protagonistas no ya como masas mecanizadas sino como flujos con autonomía de movimiento que se entretejen con la propia trama urbana. Esto está dado principalmente por el turismo y las migraciones pero también por las diversas formas que adquiere el trabajo y los modos de subsistencia. En Manhattan, cualquier espacio público puede convertirse en ocasión y destino, y ser resignificado a la manera del ocupante ocasional –se puede almorzar sentado en la vereda o en una escalinata; dormir la siesta en un banco de la 5° Avenida o en los jardines del Museo de Arte Moderno; bailar en las veredas del Times Square o participar de un film en alguna calle del Greenwich Village. Del mismo modo que el capital privado provee usos y mercancías estratificados de acuerdo a cada grupo social, el espacio urbano se flexibiliza ofreciendo estas posibilidades de transformación, y de alguna manera, de integración, a fin de que precisamente esta heterogeneidad que funda y sostiene la ciudad, y su prosperidad, no presente grandes focos de conflicto. Pero también el uso dinámico y participativo del nivel cero contrarresta la deshumanización de sus rascacielos y del propio ritmo metropolitano que exige un alto precio a cambio de la pertenencia. Al lujo ostentado en tiendas,ocio y construcciones, se le contrapone esta intensidad del uso de la ciudad, donde cada quien puede elaborar su propio recorrido, elegir el perfil y la atmósfera, instalarse o pasar. Y siempre habrá una multitud que lo acompañe.