domingo, 15 de marzo de 2020

DIARIO DE LA PESTE/ ENFERMEDAD Y DESNUDEZ

Enfermedad y desnudez



La suspensión de clases es una medida que, según leemos, no termina de "cerrar" y constituye más una cuestión política, motivada por “la presión social” (y sobre todo por el adelantamiento de otras provincias y centros educativos que se cortaron solos) que profiláctica. El discurso es que los niños no son el objetivo de esta enfermedad diabólico y que no se sabrá qué hacer con ellos en estos 15 días. Argumentos muy endebles por varias razones: nadie, ni los encumbrados epidemiólogos nacionales y extranjeros saben a ciencia cierta qué mismo es este virus. Conocen algunas cosas, muchas quedan en sombras. Se actúa sobre la marcha, día a día. No se sabe si muta o no, por qué se ensañó con determinadas regiones y con otras no, etc. O sea, un virus errático. Imprevisible. Por otro lado, esa población "paranoica", que suele ser la de mayor acceso a la cultura, la que lee e investiga, también se informa por medios extranjeros. Allí las cosas no parecen tan lineales como lo comunicado en estas tierras. No entraremos en detalles, nadie quiere causar más pánico del que ya hay, pero la manipulación de la información sigue siendo otro virus indomable. Y aquí viene la tercera razón ligada a la anterior: la desconfianza. ¿56 casos? ¿Todos importados? ¿Por qué vamos a creer a rajatabla esas cifras, sobre todo proviniendo de un gobierno que no se destacó jamás por mostrar las cosas en claro? Aquí pesa la historia, indudablemente. Las mentiras y ocultamientos que, incluso hoy, siguen actuando fuerte tanto en la práctica como sobre el inconsciente colectivo. Toda enfermedad que afecte masivamente a una población es un asunto político. No está circunscripta al terreno médico sino que abarca todas las esferas. Si el dengue y el renovado sarampión no fueron erradicados en décadas, si la desnutrición infantil y la muerte por enfermedades gastrointestinales en los sectores más humildes siguen siendo pandemia, si un nefasto accidente en la estación Once nos vino a informar que las partidas presupuestarias para el transporte, por lo visto, no llegaron a destino, ¿por qué de golpe vamos a confiar en cifras, afectados y modos de transmisión cuando en el resto del mundo la enfermedad se mueve en otros sentidos? Si Alberto F. y su gobierno quieren confianza, tendrán que ganársela. En principio, información cierta. Después, que en lo posible dejen de pasar el fardo de las medidas adoptadas a la "presión social". Y por último, y más adelante claro está, que se ocupen de clarificar otras cuestiones donde abundan las sombras y la firme sospecha de que las explicaciones jamás llegarán a destino. Una pandemia pone en primer plano la naturaleza humana. Pero desnuda también sus mezquindades. A ver cómo pasamos esta prueba de fuego.

miércoles, 11 de marzo de 2020

DIARIO DE LA PESTE/ ¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?

¿Por quién doblan las campanas?
Ideología, ideologización y virus
El principal problema que padeció siempre la izquierda, y su variante la progresía, en cuanto a praxis fue el sectarismo. O mejor dicho, un dogmatismo a medida que decreta políticas de vida para sus creyentes. Qué leer, qué pensar, cómo actuar, qué decir y sobre todo que “no” de todo lo anterior. La derecha, cuando no es fascista, siempre fue muchísimo más inteligente en ese aspecto: para vencer al rival no hay mejor modo que conocerlo. Lo que excluye debilita, decía Nietzsche. Así las cosas, las teorías conspirativas siempre rondan en la cabeza de la progresía. Todo, absolutamente todo que no provenga de sus factorías, será sometido a la desconfianza. Y si lo que proviene de afuera es manifiestamente contrario, se lo invisibiliza o mejor aún, se lo censura. Puede ser una obra de arte, de filosofía, literatura o un simple artículo de opinión. ¿Cuánto tiempo estuvo prohibido Heidegger, por ejemplo, en las altas casas de estudio? ¿No se lo miraba al mismo Nietzsche con desconfianza? Ni hablar de Pound o de Jünger. Mal trago también para el peronismo, por ejemplo, Martínez Estrada. La sociedad de la información, con la democratización y el acceso casi en tiempo real a los hechos, cambió en cierta forma esta manera tan peculiar de enfrentar al (supuesto) “enemigo”. Hubo que instrumentar operaciones de descrédito. Un refinamiento de la conspiración para el que se precisaron nuevos lenguajes y nuevas formas de manifestación. Así, los movimientos feministas actuales resucitan esqueletos para dar sentido a sus luchas, intentan imponer lenguajes con pretensiones inclusivas que solo causan grietas, rechazos o en el más benigno de los casos, risa (al margen de la manipulación de la que son objeto); así también los dirigentes populistas recurren al viejo artilugio de la victimización, desviando el foco de atención del hecho ya no posible de ocultar, como estrategia de empatía para eludir dar cuenta de sus actos. El virus que mantiene al planeta en vilo no escapó de este mecanismo: como surgió en el Primer Mundo, y se sabe, el Primer Mundo solo es aliado cuando conviene, generó la recurrente sospecha borgeana: alguien nos está contando una ficción para que circule con visos de verdad, genere efectos sobre la realidad y por supuesto, nos domine. Los motivos ocultos siempre quedan en suspenso: si las farmacéuticas no “cierran”, será un mecanismo de control masivo, tal vez de población; si no es eso, será alguna extorsión económica, o algún acto deliberado de una potencia para sacarse a otra de encima. Como ya está probado que lanzar un misil nuclear puede terminar con la vida del planeta (y sobre todo, con la del propio que lo lanza), se puede recurrir a las temidas armas biológicas. Ninguna novedad. Y si este argumento también tiene agujeros inexplicables, se probarán otros. Hasta que un día descubrimos que el virus, que está dejando un tendal de muertos en poco tiempo, tocó a nuestra puerta. Como en el caso de las verdaderas e inciertas razones que generaron en el pasado épocas históricas, revoluciones o catástrofes bélicas, poco o nada ya importa qué, por qué, quién o para qué: hay campanadas de muerte en el mundo. Y parafraseando a Donne, están doblando por ti. ¡Qué duda cabe!





domingo, 8 de marzo de 2020

8M: OPRESIÓN Y RESISTENCIA

8M: Opresión y resistencia

La opresión no tiene género. Hoy, 8 de Marzo, recordamos a todos los oprimidos, explotados, censurados, masacrados y domesticados del mundo. La presente selección fotográfica forma parte de los temas que nos ocuparon durante estos 20 años: pobreza, indigencia, pueblos originarios, inmigración, racismo y xenofobia, explotación laboral, fascismos, censura, instituciones, cuerpos y resistencias. 

Uno




























Dos












Tres














Cuatro














Cinco



 









Seis


























Siete








Ocho













 Nueve










Diez
 

















1.y 2. La Triple Frontera, villas y veredas de Buenos Aires y de Brasil (Rocinha), Tartagal, Rosario, San Francisco y Nueva York, Parque Iguazú, Tandil
3.  Londres (East End), MoMA y Centro Cervantes (Nueva York)
4. Harlem (Nueva York); Palacio de Bellas Artes de México (murales)
5. Ciudad del Este (Paraguay), Buenos Aires, Tandil, Milán.
6. Buchenwald (Weimar); Berlín; NationalGalerie (Berlín); Plaza de Mayo; Porto Alegre; Nueva York
7. San Pablo (Brasil)
8. MoMA; fotos del Archivo General de la Nación
9. Glasgow; Museos de Viena; Museo Whitney (NY)
10. Mural de Víctor Jara en Londres; fotos de internet (manifestaciones obreras, la Semana trágica, manifestaciones en Hong Kong 2019, marchas contra el aborto en Washington, Córdoba y Buenos Aires).