lunes, 29 de abril de 2013

PALABRAS ROBADAS / REALIDAD Y FICCIÓN


Palabras robadas: realidad y ficción
La realidad que se transforma por los efectos de la  ficción constituye uno de los ejes de la literatura de Borges. Alguien siempre le está contando una historia a otro para que circule con visos de verdad y obtener algún beneficio (Emma ZunzLa muerte y la brújulaTema del traidor y del héroeJardín de senderos...). En Palabras robadas el mecanismo es ligeramente diferente. La ficción irrumpe por accidente o por urgencia y desde allí actúa provocando efectos a veces devastadores. No hay necesariamente premeditación y cuando la hay, el impostor queda acorralado en su propio engaño. Palabras robadas es en sí mismo el artificio donde la apropiación de la palabra literaria, ya fuera por métodos violentos o no, estructura un engranaje maldito donde caerán todos, vencedores, vencidos y allegados: el relato fílmico no distingue seres reales de los ficcionales, como tampoco épocas ni cronologías. Por lo que la confesión final del personaje de Quaid de que realidad y ficción, a pesar de sus semejanzas, son completamente diferentes, que tal vez se sostengan pero que jamás se interceptan, es por lo menos dudosa: en plena crisis capitalista, no hay forma de acceder a la literatura sino es a costa de saqueos. Al fin y al cabo, las campanas, como las de Hemingway y de Donne, siempre estarán doblando por uno mismo.

martes, 23 de abril de 2013

LAZOS PERVERSOS / LA ENCANTADORA MALDAD


La encantadora maldad
La cámara sigue a los personajes con obsesión detectivesca. A diferencia del policial clásico, sin embargo, no busca confesiones, pistas o huellas condenatorias. Ni siquiera culpables. La cámara se posa sobre el infantil rostro de India, sobre el irónico de Charlie, sobre el cuerpo atormentado de la madre pero también sobre faldas, cajas, zapatos y flores con un solo objetivo: horadar la habitualidad sostenida por el lenguaje. Indaga, con precisión quirúrgica, la genealogía no tanto de una familia sino de la principal fuerza que la constituye y condena. Las bellísimas imágenes de Lazos perversos transforman, a la manera de Baudelaire, al mal en una cuestión estética. Mientras hacen entrar en crisis al concepto mismo de naturaleza humana -el ave de presa ronda a su víctima un tiempo antes del ataque final, avisa la televisión que nadie ve ni escucha- decretan una segunda realidad fundada en esos pliegos visuales que, como en el barroco, registran el infinitesimal momento del cambio y la comunión. Pero también hacen entrar en crisis a esa lógica que funda al sujeto en la palabra. En el film nada de lo que se dice tiene demasiada importancia. "Somos también esa foto que nos tomaron sin darnos cuenta y que nos muestra un ángulo que no conocíamos", aclara India. Lazos perversos ubica a la palabra en el banquillo, develando su indigencia y las posibilidades de construcción fuera de ella. Posibilidades que también son formas de emancipación.

lunes, 22 de abril de 2013

PARAGUAY / EL RETORNO



Paraguay, el retorno
Nadie tenía muchas dudas sobre el retorno del coloradismo al poder institucional. Lugo y Franco fueron apenas un periodo de reorganización de fuerzas, el tiempo para modernizarse y aterrizar en un siglo XXI que ya no cree en dictaduras declaradas. Si bien es cierto que fue el primer sufragio de Cartes, basta con ver los nombres de los senadores electos para comprobar que el porvenir, siempre, se seguirá arando con viejos bueyes. También es conocido el poder del Parlamento Paraguayo, que se llevó a un par de presidentes y que no practica con extrema frecuencia aquello de la obediencia partidaria (los apellidos legislativos resuenan a veces con tanta fuerza como el presidencial y suelen ser el blanco preferido del pueblo). 
Pero como ya lo dijimos una vez, en ocasión de la destitución de Lugo, la relación entre la geografía, el espacio y la práctica política en Paraguay está entretejida por fuerzas subterráneas que fluyen y articulan tanto la consciencia trágica heredada de la historia como la comunión entre el hombre y la tierra. Una cosmogonía, fundada y sostenida por el guaraní, muy diferente al saber occidental aunque no necesariamente opuesta. El coloradismo nació con esa certeza y esa certeza es la que lo mantuvo y lo mantendrá seguramente en el poder durante mucho tiempo. Pero de 1989 hasta hoy pasaron cosas. Y tal vez va siendo hora de sacarse el destino de encima.

viernes, 12 de abril de 2013

LIBROS / EL CINE. EXPERIENCIA Y PERCEPCIÓN


EL CINE
Mirar cine con actitud casi ontológica constituye una práctica reflexiva sobre nuestro tiempo y sobre nuestras posibilidades. Pensar su génesis, lo demostró Deleuze analizando a Bergson, es pensar la época moderna. La modernidad a través del cine funda una épica de la cotidianidad. Todo cine es urbano y político: comparte con las metrópolis sus orígenes, sufre sus transformaciones y busca generar efectos sobre las multitudes que pueblan las butacas y que, como dice Benjamin, ofician de experto y de público a la vez (el límite entre el poder, por ejemplo, de Hollywood para imponer un orden de valores y aquél que adopta de la masa a la que van dirigidas sus producciones será siempre incierto). Para su recepción, el cine recurre no tanto al nivel cultural del espectador sino al relato secreto que posee todo ser humano. Ese que anclado en el deseo de lo no dicho se emancipa por un rato de sí mismo, se retrata, se funde y se extraña a través de aquel movimiento que representa con tanta verosimilitud a la realidad y que a la vez, la reformula, confundiendo los planos, produciendo un distanciamiento de lo ya distanciado, un acercamiento y una fuga. Muchas veces, incluso, nos actualiza el recuerdo de algo que jamás aconteció.  Pero también apela a sí mismo, a su propia historia y a los efectos que, como expresión artística, generó en el pasado y los que producirá en el futuro: el film proyectado está aspirando siempre a crear una conciencia de sí mismo que perdure una vez finalizado. Todo cine, por trivial que fuera, es un saber colectivo que aunque se funda en la técnica, su naturaleza está fuera de ella. La emoción, el sentimiento banal, la repetición esperada o la intelectualización y el shock provocan una digresión que exige la continuidad de ese mecanismo –tecnológico, productivo y metropolitano- en el que se espeja y al que, por todos sus medios, intenta siempre desacomodar. El cine es, de alguna forma, la falla de un sistema al que alimenta y disuelve al mismo tiempo. Hay algo que pasa entre la butaca y la pantalla, en medio de la sala oscura, que lo remite a la magia, al sueño, a la pesadilla, a la infancia, a un ritual que difícilmente resulta atrapable en críticas o comentarios. Al fin y al cabo, lo que hace el cine es garantizar que ese acto, como toda liturgia, no cese jamás. Y se reactualice en cada nueva función.
El ocaso de las salas de cine, o del cine como espectáculo de masas, a favor de una experiencia doméstica, individual y solitaria refleja las formas actuales de proyectar el espacio urbano y el control sobre sus espacios de pensamiento. La ciudad neoliberal se funda en fragmentos atomizados y auto suficientes que constituyen una forma de pedagogía, un adoctrinamiento que extiende sus áreas de influencia a todos los otros espacios de la vida metropolitana.  Por un lado, el aislamiento masivo que provocan algunas de las nuevas formas de comunicación en pos de un servicio a la carta y personalista excluye precisamente la experiencia compartida, y emancipatoria, de ese arte-saber y sus posibilidades de percepción a través de una tecnología que se trasciende a sí misma. Y por el otro, empobrece a la misma ciudad al suprimir un núcleo de interacción social y comunitaria que irradia su influencia y que, por aquellas características transgresivas, genera un impacto de alta tensión sobre el entorno. Basta con observar el vacío que deja cualquier sala de cine cerrada y sustituida por otra tipología arquitectónica para saber cuánto deposita una comunidad en ella.
Las notas y ensayos que componen este libro se escribieron a lo largo de los años y fueron publicados en diversos medios impresos y digitales. Comparten sin embargo la misma actitud contra-disciplinar con la que fueron abordados. No se busca en ellos una crítica cinematográfica sino que cada película comentada funcione como una apertura a lo inesperado, una superficie donde se entrecrucen tensiones, afectos y saberes, la historia propia y también, la historia colectiva.
El cine. Experiencia y percepción tiene al espacio metropolitano como productor y al tiempo como protagonista: es un libro que se escribe para los espectadores que vendrán. Aunque sean contemporáneos.

Metrópolis / Fritz Lang (1927)

Fragmento del prólogo del libro "El Cine. Experiencia y percepción", Zenda Liendivit (Ensayo / Contratiempo Ediciones) (en imprenta)

sábado, 6 de abril de 2013

TEATRO / VIEJO FINAL DE PARTIDA PERDIDA


Viejo final de partida perdida
Es viernes a la noche y volvimos al Teatro San Martín. Los dorados noventa, con sus funciones de resistencia sobre Corrientes, parece que se terminaron –y algo también en Palermo Viejo, cuando todavía no era lo que es ahora. Hay una multitud que espera en el hall. Hay policías dando vueltas. Hay también una manifestación afuera, de los desalojados que arman un cerco en la vereda y toman parte de la calzada. Tocan guitarra, cantan y venden artesanías aferrados a la periferia de la sala perdida. La función empieza con algún atraso. Se oyen toses y estornudos desde varios puntos de la sala. Alcón sigue, Furriel también. Ni se inmutan. A dos insufribles les suena el celular. Nosotros empezamos a perder la paciencia. En cualquier momento, alguien, a la manera del torturado Clov, podría levantarse y gritar desaforado que está harto de esos ruidos que no dejan escuchar. Pero no, nadie lo  hace y de a poco todo se va aplacando.  Quedan ellos dos solos, a veces, los cuatro. Al frenético y constante desplazamiento de Clov por el escenario se le opone la quietud ya casi mortal de Hamm. Abajo, un público apabullado y, por fin, silencioso. De tanto en tanto, algún sarcasmo rompe la desolación. Pero uno ya sabe, Beckett no es Kafka: no hay esperanzas para nadie. Ni tampoco es Henry James y su nada encantadora, que uno tampoco quiere que concluya. Aquí es diferente: despojo y nada. Y sin embargo, avanza. Pasan los minutos, y nada. Hamm-Alcón, en su silla de ruedas, planea estrategias para seguir. Se aferraron mil ancianos, pero se fueron igual, tarareaba Charly García unas décadas atrás. Aquí, en el Casacuberta nos aferramos todos. Pero bueno, así es el juego, se apagan las luces, cae el telón que no veo y sí, ahora sí, nadie habla más.

jueves, 4 de abril de 2013

INUNDACIÓN



ARRIBA: FOTO INUNDACIÓN EN LA PLATA / TELAM
ABAJO: DIBUJO DE FRANZ KAFKA