viernes, 3 de diciembre de 2021

SUCCESSION: LA MAQUINARIA, LAS CONSIGNAS Y LAS PESTES

 La maquinaria, las consignas y las pestes

Todavía algo me hace ruido en esta serie. Tal vez cierta obviedad que se intenta contrarrestar con un guión donde abundan las palabras malditas, lanzadas como proyectiles, y cierta jerga política-mediática de "detrás de escena". Obviedad en el armado de una maquinaria productora de consignas que bajarán con criterios de verdad al mundo entero. "Basta ya de tanto vídeos de madres gay. Subamos algo más crudo", dice uno de los hijos del poderoso Logan, intentando aceitar el streaming, pata fundamental de aquella. El problema es que desde la misma HBO se puede comprobar este funcionamiento: se torna difícil encontrar una serie donde los protagonistas no fueran de "minorías" (urge redefinir este concepto), no anden temerosos de ser cancelados y donde el feminismo está haciendo estragos con su moralismo puritano. En otras palabras, el mismo canal actúa de prueba, testigo, fiscal y juez al mismo tiempo. Lo que de alguna forma, desactiva el efecto. Por otro lado, si en Succession el mal no va in crescendo, tendremos más capítulos mediocres como el fallido cumpleaños del díscolo Ken. De todas formas, vale la pena verla. Así de paso nos enteramos del entramado que solventa esa maquinaria de consignas, servidas en bandeja en cada dispositivo las 24 horas del día, los 365 días del año. Así sea para construir un futuro Presidente de los EEUU, mantenernos entretenidos con las peripecias de una mascota. O por qué no, una peste y sus taquilleras vacunas renovables, con sus respectivas prescripciones que pone contra las cuerdas al sistema democrático y lo lanza a extremos nada recomendables. Que de eso sí, no se habla en ningún lado.

lunes, 11 de octubre de 2021

CLEMENTINAS (3) / LARGO DESIERTO

 

Un amable intelectual y docente universitario del exterior, especialista en la relación ciudad-literatura, me invita hoy, vía mail, a un encuentro de doctorado para noviembre, en modo zoom. Había leído algunos textos míos, se los dio a sus alumnos y de allí la invitación. Que es un honor, seguramente inmerecido. Pero tengo que declinar y expongo las razones. Le comento que desde la revista que dirijo venimos reclamando el fin de la virtualidad en la educación y la cultura. Que si bien los niveles iniciales y medios ya habían retornado, las universidades todavía están en modo reaccionario. Las canchas se llenan de gente, los destinos turísticos se atiborran sin aforo, pero la educación superior no, ella debe seguir exclusiva y excluyente, vaya a saber por qué misteriosas razones. Le aclaro, sin embargo, que ni bien vuelva a viajar, iría a conocer su tierra y charlar sobre el tema. Por fortuna, comprendió perfectamente la situación y me comentó que allá ni siquiera había debates al respecto. A propósito: hoy se fueron los turistas en masa. El tiempo los acompañó: gris y lluvioso a ratos. A mí también: largas caminatas por la playa desierta y escritura en la habitación de un hotel ahora silencioso.









domingo, 10 de octubre de 2021

CLEMENTINAS (2) / DULCE Y SALADA


Para llegar al puerto tengo que sortear el letargo del colectivo local y cientos de autos, de todas las gamas, que con el estacionamiento de Mundo Marino colapsado, ocuparon las periferias. Un poco más lejos, las termas ya no tienen cupo desde el sábado. Unos niños me muestran los cangrejos bebés que juguetean en el barro del arroyo; yo no les muestro los cangrejos adultos que, a unos pocos metros, devoran a su presa, los restos de un pez plateado. Las embarcaciones que todavía resisten flotan bucólicas. Las otras, ya son esqueletos y están sobre la arena a modo de museo. Es mediodía y los restaurantes portuarios, no más de cinco o seis, están colapsados. “El lunes se van todos”, me dice el dueño del hotel donde me alojo, en pleno centro. Y debe ser así: hoy, durante el partido de Argentina, los turistas se agolpaban en la peatonal en busca de souvenirs y dulces regionales. Al día radiante y celeste le siguió una noche preciosa, con una ligera llovizna que pasó sin pena ni gloria. El pueblo vive la euforia de este fin de semana larguísimo, a pesar de los comerciantes: un desayuno convencional puede salir el doble solo cruzando la calle. “Mejor no tomes taxi, usá el transporte público, te aceptan la sube”, me informa un guardacoches. Y remata: “Te sacan la cabeza”. La arena de las dunas se me mete en los ojos cada vez que el viento, que aquí parece bastante caprichoso, cambia de dirección; el olor de rabas fritas ya me está dando náuseas. Y sí, los taxis son imposibles, sobre todo si te ven con una cámara al hombro. Pero, ¿qué sería la vida de playa sin estos condimentos esenciales?   












CLEMENTINAS / EL MAR, EL MAR


-         ¡Uy, viniste justo para sacarme una foto! –me dice un pescador.

-         Sí, claro –le respondo

-         Bueno, pero esperá por lo menos a que consiga una corvina –me contesta y lanza una carcajada.

No lo comprendo: ¿será tan difícil pescar una? Recorro el muelle, hay expertos y turistas novatos. O novatas: una señora muy mayor se hace un lío con la caña. “Por $50 pasás una hora divertida”, me había anticipado el boletero. Es decir, se paga para entrar y después, se alquilan las cañas. Un muchacho joven pero que se le nota el oficio, lanza un grito. Yo sigo con las fotos a sus espaldas. Vuelve a gritar. El de la corvina entonces me llama: “cuando aquí dicen tal cosa (NdR: digo “tal cosa” porque ya me olvidé cuál era el grito, maldita memoria), tenés que dejar libre el espacio de atrás, es señal de que va a sacar la caña, es por seguridad”, me comenta mientras describe con el brazo el movimiento y prepara las carnadas. “¿Le puedo tomar unas fotos?”, le pregunto. “¿A mí?”, responde sorprendido y un poco halagado. Ahí cae en la cuenta de que vine para eso y que no, la pesca no era lo mío. Otro, alza un pez pequeño, plateado, lo muestra y lo devuelve al agua. Las olas golpean con fuerza los pilotes rojos, y bailotean bajo las tablas de madera. Sol radiante en San Clemente. Mar díscolo, que a ratos parece dialogar con los que mejor lo conocen.






martes, 27 de abril de 2021

PROHIBICIÓN Y REBELIÓN

 Prohibición y rebelión

"...la libertad, incluso después de destacadas sus posibles relaciones con el Bien, se halla como Blake le dice a Milton, 'del lado del demonio sin saberlo'. El lado del Bien es el de la sumisión, el de la obediencia. La libertad es siempre una apertura a la rebelión y el Bien se vincula con el carácter cerrado de la regla" (G. Bataille)


Vuelvo a leer este epígrafe que encabeza “Vida de monstruos”, mi libro sobre Roberto Arlt. Pienso en sus personajes, en Erdosain, en él mismo, en Bataille mismo: algo siempre hay que violar para conseguir una libertad que, definitivamente, no está del lado del Bien. Para el mecanismo que constituye el sistema capitalista (y en extensión, cualquier sociedad y Estado), con sus reglas y leyes, no es la obediencia lo que "realmente" importa sino la prohibición. Ese acto que nos vuelve, de una forma u otra, infractores, puesto que todo ser humano, en algún momento, sueña con la libertad perdida. Posible mirada sobre los interminables decretos y restricciones, aquí y en el resto del mundo, en relación a esta vuelta de tuerca del capitalismo llamada “pandemia”: no se espera la obediencia a algo que resulta imposible de cumplir (cerrarse a las posibilidades vitales), sino los efectos del verbo, el acrecentamiento tanto del concepto de infracción como los de regla y punición.



jueves, 8 de abril de 2021

MITOMANÍAS: ESA ARGENTINA IMBÉCIL Y MISERABLE

 Mitomanías: 
Esa Argentina imbécil y miserable


Redacción de Revista Contratiempo

Pocas veces, en la historia argentina pos dictadura, nos hemos topado con un Gobierno que parecería saborear el sufrimiento del pueblo. Un regocijo con altas dosis de resentimiento, que suele ir acompañado de explosiones de ira, agravios y culpas sobre personas, grupos y hasta sobre otros países o gobernantes extranjeros. Alberto F. es especialista en el tema pero no el único. Tiene detrás (o tal vez adelante) a la Provincia de Buenos Aires que a ratos parecería le marca el rumbo y le pasa libreto (y en las sombras, a su mentora, claro está). 

Fernández no parece un Presidente, parece un acreedor que nos viene a reclamar una deuda, con amenazas casi mafiosas en caso de incumplimiento. O peor aún, un Juez que a cada rato dicta sentencia a los acusados, detallando delitos que, en extraña transferencia, son los suyos propios. No alcanzamos a distinguir si, en un gesto psicótico, cree realmente en lo que dice (aunque la realidad se le caiga encima, como los 20 millones de pobres, el rumbo errático del país, la desolación a la que condena con cada cierre a millones de personas que no están bajo el ala protectora de su Administración, con una impunidad jamás vista; el sonriente ajuste “solidario” a jubilados; la sorpresa insólita de “descubrir” que había casi 10 millones que necesitaban el IFE, etc.). O la actitud es más bien la del psicópata que tiene consciencia de la manipulación para beneficio propio, sin asumir responsabilidad alguna. Solo se puede afirmar que se duerme tranquilo en medio de la catástrofe cuando ese otro, en realidad, no tiene estatus de “otro”. Se sabe: el primero es inimputable, el segundo no. 

Las multitudes organizadas, y descontroladas, por su propio Gobierno en plena pandemia; los jubilados congelados y amontonados a la madrugada; los abrazos y elogios al dictador de Formosa; los múltiples vacunatorios vip (que Vizzotti no mienta, o caerá en el mismo análisis); las vacunas no compradas en verano, sabiendo que en otoño venía otra ola de virus; el partido de fútbol en La Plata que desterró un turno de vacunación de adultos mayores, nunca existieron. El panorama, así planteado, es preocupante. En cualquier caso, y alejándonos de la psicología, nos queda la sensación de que estamos gobernados por dirigentes que tienen la certeza de que hay un enemigo a aniquilar. No a derrotar, como sería en cualquier escenario político, sino a suprimir. No hay grupo social, franja etaria, modos de vida o geografía que no hayan caído, alguna vez, en esta lógica. Para Fernández somos todos criminales hasta que se demuestre lo contrario. Y vamos rotando: ahora es el turno de los jóvenes que, vaticinado por Gollán, matarán a sus abuelos o padres si salen a divertirse; ayer fueron los turistas, los runners, los que tomaban cerveza, los que participaban de las marchas, el capitalismo “malo”, los habitantes de CABA y finalmente, la población argentina que prácticamente es la responsable de los casi 57 mil muertos y los millones de contagiados. Cifras sobre las que recae la misma sospecha que merodea sobre nuestras cabezas. 

En este contexto, donde la palabra presidencial está altamente devaluada (y la salud mental en tela de juicio), cualquier resolución, decreto o amenaza caerá en saco roto. Ya hay movidas masivas para desoír las últimas restricciones. Y estas movidas, a la vez, también van incrementando, como en un juego especular, el placer y el regocijo en la desobediencia. Que será directamente proporcional a la violencia del discurso institucional. Si el año pasado, los corredores de Palermo y los turistas que volvieron al país se sorprendieron de la virulencia retórica del presidente, ahora proliferan las actitudes desafiantes, publicitadas incluso en las redes sociales. Algo así como un espíritu de venganza de una población que se hartó del banquillo y se decidió ridiculizar y enfrentar al juez que intenta condenarla a cualquier precio. A como de lugar. En otras palabras, el eterno acusado se dio cuenta de la desesperación desbocada de su acusador.

Lamentablemente, para el Gobierno, ajustar las clavijas, insistir en prácticas signadas por la inacción pero fundadas en retóricas y manipulaciones violentas, tiene un solo destino. Y no es precisamente la aniquilación de la población enemiga.

lunes, 15 de marzo de 2021

PROVINCIA DE BUENOS AIRES: HOMBRES RICOS, PUEBLOS POBRES

 Provincia de Buenos Aires: hombres ricos, pueblo pobre


Domingo en el centro religioso del país. La cola para entrar a la basílica resulta interminable aunque ágil. Un sacerdote oficia una pequeña ceremonia complementaria, en el pato del frente, a una multitud de fieles  que va rotando. Apretujados, lo cercan hasta quedar acorralado contra las rejas verdes. El final siempre el mismo: agua bendita para todos y aplausos. Allí no hay distancias ni protocolos. Pero la cuestión religiosa no es excluyente en esta ciudad dominical: el pueblo se lanza a las calles, plazas y parques para huir del calor y para el ritual del día en familia. Que abundan. Lo que no abundan son las infraestructuras para contenerlas. El río, que sería algo así como un paraíso de los pobres, está abandonado. En el agua verde flota el desgano y en las embarcaciones arrumbadas, el recuerdo de otras épocas. “Está muy descuidado y casi seco”, me dicen el sábado dos oficiales mujeres de la bonaerense, que patrulla casi todo el tiempo el centro de Luján. Cara de pocos amigos pero amable. Me recomiendan que no baje, que espere precisamente el domingo cuando haya más gente. Un día agobiante con poco movimiento en la destartalada Terminal de micros: los pueblos atractivos como Keen o Villa Ruiz están reservados para el turismo interno y pudiente, ese que desciende de la ganadería y la agricultura y de autos de alta gama, practica equitación o ciclismo en grupo y que paga fortunas por un “almuerzo de campo”. Esta historia se repite en gran parte de la Provincia pampeana, la más rica del país, y también la más “desequilibrada” en cuestión de justicia social. “Vacunate” gritan los inmensos carteles de la Gobernación, a medida que van pasando las poblaciones. “No, ni loca”, insiste la chica del hotel. Hoy leo que la OMS afirma que a fin de año vendrán vacunas “más seguras”. Que la Sputnik todavía no está aceptada en Europa y que varias fueron suspendidas por sus efectos colaterales. “Ni loca”, me retumba en la cabeza. Pocas vacunas, mal distribuidas y varias sospechadas en el Primer Mundo. El pueblo será absurdamente pobre en una región de riqueza abundante; no accederá a la alta cultura y se conformará con el refrigerador bajo árboles que brillan por ausencia. Pero tonto no es. Ni un pelo. La PBA por su extensión y heterogeneidad, tendría que dividirse en varias provincias; abandonar su rol de reservorio de votos y clientelismos varios. Y, definitivamente, administrarse bien. De una vez por todas.








domingo, 14 de marzo de 2021