viernes, 17 de julio de 2020

RESPONSABILIDAD SOCIAL, DOBLE DIRECCIÓN

Responsabilidad social, doble dirección


El mundo comprobó que no hay peste que pueda encarcelarlo durante mucho tiempo (lástima que esa comprobación llegó aquí un poco tarde). No solo por una cuestión de indocilidad (ver sino las fiestas y playas europeas en pleno rebrote; o las desobediencias aquí en plena estrictez) sino porque el sistema capitalista está pensado para el movimiento y no para la suspensión del mecanismo: todavía no están dadas las condiciones para que la vida en su totalidad se convierta en virtual. Y, principalmente, porque hay millones de personas que necesitan trabajar día a día para vivir y sobrevivir. Sorprenderse porque EEUU y Brasil son los más golpeados de la región es un acto de cinismo. El primero tiene 328 millones de habitantes; el segundo, 212 millones. Esos números dejan entrever que hay regiones enteras donde el hacinamiento, la informalidad, la clandestinidad y la desigualdad masivas son la regla y no la excepción. Si en lugar de cifras de contagiados, fallecidos, tasas y porcentajes (como si la igualdad fuera una característica transversal de la población humana y solo nos diferenciara la suerte o la desgracia de enfermarnos) con los que prensa y gobiernos se regodearon hasta el hartazgo durante estos primeros seis meses, se hubiera hecho un estudio de las condiciones de vida (y sus respectivos promedios de acuerdo a cada realidad), tomando en cuenta infraestructuras, clima, genética, condiciones habitacionales, sanitarias y laborales, incluso, estatus migratorio y otras variables, hubiéramos obtenido un panorama un poco más claro de lo que realmente es, fue y será esta pandemia. Y por lo tanto, se hubiera obrado en consecuencia. En Italia y España arrasó en los geriátricos; en los países súperpoblados (contando también la India, con sus 1370 millones de habitantes y México con 129), en las zonas precarias, hacinadas o con conocidos problemas genéticos de salud (caso de las población afroamericana en EEUU), así como en la pobrísima y olvidada Centro América, en la que cualquier virus hubiera logrado los mismos resultados. Aunque no represente paliativo alguno, en todo el mundo las cifras todavía (y ojalá esto quede así) no infieren algo inusual con relación a otras pestes que no tuvieron tanta atención mediática (desde aquí hemos hablado y brindado datos de varias enfermedades contagiosas que lamentablemente han matado más gente y no hubo cuarentenas masivas). Responsabilidad social entonces no solo es respetar el protocolo sanitario para obtener la preciada libertad (nos estamos anticipando al probable mensaje de AF). También requerirá de estar alertas sobre las formas de comunicar estos supuestos cambios mundiales que siempre andan vaticinando nuevas normalidades. Parafraseando a Merkel en Bruselas, la información real, fidedigna y contextualizada, será fundamental para encarar esta etapa sin que otros la encaren por nosotros. Pero responsabilidad social implica también que el Estado no solo proteja (sin mentalidad policial) a las poblaciones vulnerables, principales objetivos de este virus (los mayores y los más jóvenes con dolencias previas y los barrios precarios) sino que considere a la Salud, la Vivienda y el Trabajo con salarios dignos como derechos universales no negociables. Años de olvido y corrupción fueron develados por esta pandemia. Eso también, entonces, es responsabilidad de la sociedad: exigirle al Gobierno, a cualquier gobierno, que invierta en lo esencial y rinda cuentas sobre el destino de fondos, préstamos, impuestos, es decir, sobre las siderales ganancias de un país como Argentina, rico por donde se lo mire. Responsabilidad social en ambas direcciones. Se sale de esta entre todos, dejando el obsoleto y oportunista esquema de amigos-enemigos de lado y que solo nos llevará a otra catástrofe, o no sale nadie.

sábado, 11 de julio de 2020

CIUDAD Y CONURBANO: DOS REALIDADES

Ciudad y Conurbano: dos realidades

Que dos zonas interactúen activamente no significa que fueran lo mismo. La Ciudad no es el Conurbano y no hacen falta demasiadas pruebas para demostrar este enunciado. Basta con traspasar las fronteras de la General Paz y los puentes del Riachuelo para advertir la diferencia. O aún mejor: comparar el estado sanitario, habitacional y educativo de ambos. 

La Ciudad es, sin dudas, una geografía privilegiada que, como diría Martínez Estrada, se ha hípertrofiado en su monumental crecimiento, dejando muy atrás a casi todo el resto del país. Aseverar que conforman una unidad y que deben seguir juntos en la política sanitaria para enfrentar la pandemia no solo es una medida desesperada del territorio pobre que desea que el rico no le suelte la mano en su destino casi sellado. Constituye también el deseo de que una zona, tan necesaria como odiada, no demuestre que al fin y al cabo las políticas sanitarias, pero sobre todo, educacionales, llevadas a cabo durante años, funcionaron y permitieron la salida gradual del encierro. Porque al margen de la “abundancia” económica capitalina, una de las grandes diferencias con su territorio satélite es precisamente la cuestión educativa. 

Cuando el Gobierno de la Ciudad agradece que los porteños respetaran la cuarentena, lo que está diciendo es que respetaron el protocolo sanitario: barbijos, distancia social (sobre todo en los lugares cerrados) y aún en la clandestinidad (no hay negocio no esencial que cuando abre no lo haga con todo el protocolo de cuidado requerido). Por eso también, cuando surgieron los focos en los barrios vulnerables, la respuesta fue inmediata: allí no hay espacio para conservar distancia ni posibilidades de quedarse en casa sin salir a trabajar, pero tampoco la cultura necesaria para enfrentar un virus que exige protocolos muy estrictos. 

El panorama del Conurbano es, sobre todo en los cordones más vulnerables, una nefasta realidad cimentada durante décadas: planes sociales en lugar de trabajo; déficit habitacional; precarios o inexistentes sistemas de salud, con hospitales inaugurados eternamente pero sin profesionales ni insumos, y un deficitario sistema educativo sobre todo en los niveles iniciales y medios (habría que ver las nuevas universidades inauguradas la década pasada). Es decir, una instalación y conformidad en la pobreza, en todos los sentidos, muy útil para los gobernantes de turno. 

Hoy el Conurbano se encuentra en una peligrosa deriva, resultado de aquellas políticas que consideraron siempre que la realidad solo podía ser moldeada por los hombres. No tuvieron en cuenta que también las fuerzas de la naturaleza intervienen de vez en cuando. Y que cuando lo hacen, como en aquella fatídica inundación de La Plata, suelen arrasar con lo que encuentran a su paso.

lunes, 6 de julio de 2020

CRIMEN Y POLÍTICA. LA PROPIA MEDICINA

Crimen y Política. La propia medicina 


El 19 y 20 de diciembre fueron asesinadas 39 personas en todo el país, en manos de las fuerzas policiales, a raíz del estallido social que derivó en la caída de De la Rúa. Durante los años siguientes algunos responsables fueron enjuiciados y condenados. El 25 de junio de 2002 fueron asesinados los piqueteros Maximiliano Kostecki y Darío Santillán, militantes de Movimientos de Trabajadores Desocupados, por efectivos de la policía Bonaerense, durante una jornada de protesta en la Estación Avellaneda (que hoy lleva sus nombres). Este hecho obligó al entonces presidente Eduardo Duhalde, que había asumido interinamente después de la hecatombe de 2001, a adelantar las elecciones para abril de 2003. El 7 de marzo de 2006 fue destituido, tras juicio político, el entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad Aníbal Ibarra por la masacre de Cromañón, ocurrida el 30 de diciembre de 2004, en la que murieron cerca de 200 personas (y siguieron muriendo después familiares y amigos de los mismos). El 20 de octubre de 2010 fue asesinado Mariano Ferreyra, militante estudiantil y del Partido Obrero, por una patota de la Unión Ferroviaria, durante una jornada de protesta de los trabajadores tercerizados de la línea Roca. También en la Estación Avellaneda y con fuertes sospechas de que los asesinos gozaron de la complicidad de las fuerzas policiales de ambos distritos. El 22 de junio de 2012 fue destituido el entonces Presidente del Paraguay Fernando Lugo por la masacre de Curuguaty, cuando once campesinos fueron emboscados y asesinados a tiros por la policía y otras fuerzas, por ocupar tierras privadas. El 18 de enero de 2015 fue asesinado el fiscal Alberto Nisman en su departamento de Puerto Madero. La figura de “asesinato” fue probada por la Justicia y el móvil, sus denuncias sobre la causa AMIA. Lo que aún no se encuentra es a los culpables. En agosto de 2017 desaparecía Santiago Maldonado durante una jornada de represión por parte de la Gendarmería Nacional sobre el territorio sagrado mapuche en Chubut. Su cuerpo fue encontrado dos meses después en el río del mismo nombre. La causa sigue abierta; convocó manifestaciones multitudinarias. El sábado 4 de julio de este año fue hallado asesinado en Calafate Fabián Gutierrez, ex secretario de CFK, imputado-arrepentido en la causa “cuadernos” donde se acusaba por asociación ilícita a la ex presidenta. Los supuestos autores ya están detenidos, la fiscal de la causa es sobrina de Cristina y al Juez interviniente le parece que a los sospechosos, hijos del poder de Calafate, "el tema se les fue de las manos"; el Presidente Fernández y el resto del gobierno afirman que politizar el crimen es una “canallada”, “miserable”, “oportunista”, etc. La oposición retruca recordando los muertos que les tiraron encima.
Arrancamos en el siglo XXI, la lista es interminable y harto incompleta. Culpables que pagan su pena casi inmediatamente; sospechas de que no todos los responsables fueron enjuiciados; otros que tardan años en sentarse en el banquillo y otros que no lo hacen ni lo harán jamás. Causas abiertas, causas cerradas, causas dudosas, otras interminables. Crímenes simulados, accidentes dudosos, puestas en escena, venganzas y muertos que se tiran para desestabilizar poderes: la historia de América Latina se puede leer también a través de esos cuerpos sacrificados. Seguramente, sería mucho más interesante que la historia oficial.