lunes, 28 de enero de 2019

TANDILENSES (3) / CAMUS EN TANDIL

Camus en Tandil

Siempre que visito estos maravillosos pueblos del "interior" (después revisaremos estas categorías), recuerdo las palabras de Camus en el libro "Bodas":
"Con frecuencia he oído a los oraneses quejarse de su ciudad: "No hay ambiente interesante". ¡Ah, diablos, no lo querrían! Algunas buenas personas han intentado aclimatar en ese desierto las costumbres de otro mundo, fieles al principio de que no se puede servir al arte o las ideas sin ser varios. El resultado es tal que los únicos ambientes simpáticos siguen siendo los de los jugadores de póker, aficionados al box, jugadores de bochas y sociedades regionales. Allí, por lo menos, reina la naturalidad. Existe cierta grandeza a la que no le sienta la elevación. Es infecunda por esencia. Y los que desean encontrarla, dejan los "ambientes" para bajar a la calle..."
Grandeza a la que no le sienta la elevación: algo de esto me repiquetea cuando la empleada de una librería, de varios pisos, con cafetería, patios, toldos, es decir, moderna, se quejaba de que en Tandil a nadie le interesa la cultura. Ni aunque fuera gratis. También recuerdo a Camus en el letargo siestero que se extiende hasta las 5 de la tarde. En el bullicio juvenil y hedonista que dura apenas dos horas, y en donde se despliegan las estrategias de seducción ahora tecnologizadas, para después volver a la quietud alrededor de las 9 o 10 de la noche. En los bodegones donde la gaseosa todavía se sirve en botelllas de dos litros, los platos son interminables y el precio, irrisorio. O en los negocios donde la moda de las grandes metrópolis se cuela en percheros y uniforma las calles. Me fui de Tandil con un precario convencimiento: hay que empezar a reformular el lenguaje. Con urgencia.














Fotos: Z.L. Enero 2019


martes, 22 de enero de 2019

TANDILENSES (2) / EMBOSCADA

Emboscada en Tandil
(Versión autóctona y jungeriana de Hechizada)

Hay muchos porteños que vinieron a radicarse aquí en estos últimos tiempos, me dice Estela, la amabilísima encargada de la oficina de Turismo. Habrá lista de espera?, pienso. Pero no: me conozco, me enamoro de los lugares y me desenamoro después con igual rapidez. No querría estar odiando a Tandil de aquí a 6 meses, solo porque al "modo Stendhal" quedé atrapada en la realidad. El dia precioso, se anuncia sn embargo tormenta eléctrica a la tarde: que se cumple con admirable precisión. Piedras, bosques, cerros y colinas. Un absurdo cartel que dice: "Peligro: propiedad privada" en medio de pinares y vegetación variada; una declaración amorosa a una tal Pame escrita en la piedra; un nicho tallado en ella para albergar una pequeña estatua de la Virgen con el niño. Y Tandil que encanta, embosca, seduce a fuerza de eucaliptos olorosos y cielos interminables. Que privilegio vivir en un valle!; hace 34° y viento mediante casi no se siente.















Fotos: Z.L Enero 2019

TANDILENSES (1) / PIEDRAS QUE LATEN

Piedras que laten

Que Tandil es una belleza, resulta una obviedad. Que su estructura urbana central esté fundada en la estética, ya no tanto. Y esto va más allá, mucho más allá, que el cuidado puesto en el mobiliario público o en los edificios neoclásicos perfectamente conservados. Remates, perspectivas, espacios trabajados y una estudiada comunión con el entorno hablan de una voluntad formal infrecuente en estos privilegiados pueblos de la Provincia de Buenos Aires. La primera impresión (la expresión es literal, es la primera vez que vengo y tengo apenas 24 horas) es que el entramado de serranías que la rodea no solo la condiciona sino que, en algún punto, la desafía a un orden reticular y a una belleza "civilizatoria" que recuerdan también su propia historia. De fronteras, malones, revueltas, negociaciones y genocidios. Belleza trágica, entonces. La de hace dos siglos pero también, de la historia reciente.



























Fotos: Z.L. Enero 2019